De origen íbero, posiblemente en este lugar hubo un templo en tiempos de los turdetanos béticos (siglos VII y VI a.de C.) en la actual “Villa Vieja”. Desarrollada por los cartagineses, en el 206 a. de C. cerca de allí se libró la batalla de Ilipa con los romanos. Tiempo después estos conquistan a los cartagineses la ciudad de Licabrum, célebre por su riqueza cambiándole el nombre por el de Igabrum y declarándola municipio. Fue una de las ciudades hispanas que primero tuvo una comunidad cristiana, en el siglo III.
Con los visigodos será un importante referente en la zona bajo el nombre de Egabro, pues era sede de una extensa diócesis; de ese periodo se conserva la piedra de consagración de un altar dedicado a la Virgen.
Los árabes en el siglo VIII aprovechan la importancia de la ciudad, designando a Qabra capital de una cora o provincia musulmana algo menos extensa que la diócesis cristiana. La reducida población de orígen sirio que se estableció en la zona fue capaz en un solo siglo de inculcar su religión y modos de vida a los descendientes de visigodos e hispanorromanos y fueron llamados mozárabes quienes mantuvieron su fe y muladíes aquellos que se convirtieron. La mezcla de culturas propició que el poeta ciego Muqaddam Ben Muafa inventara las jarchas, que son las estrofas finales en romance de poemas árabes; estas se popularizarían por todo Al-Andalus. A comienzos del siglo XI, tras la caída del califato, la población se integró en el reino taifa de Granada.
En el año 1079 tuvo lugar la Batalla de Cabra, relatada en el Cantar del Mío Cid. El rey Alfonso VI de Castilla cumplió sus compromisos con sus dos tributarios: el rey Al-Mutamid e Ibn Buluggin de Granada enviando, en ayuda del primero, al Cid Campeador y su mesnada y, en ayuda del segundo, al conde de Najera, García Ordoñez y sus caballeros. Vencerían los primeros sobre los granadinos y riojanos lo que provocó una extrema animosidad entre ambos paladines.
En 1090, Cabra fue conquistada por los almorávides y, en el siglo siguiente, padeció las incursiones de Alfonso I de Aragón el Batallador y, más tarde, de los almohades.
Finalmente, en 1240 sus habitantes firmaron unas capitulaciones con el rey Fernando III, integrándose pacíficamente en Castilla. En 1333 fue asediada por los moros granadinos, perdida y reconquistada en dos ocasiones más, hasta que Alfonso XI la toma definitivamente en 1342 y se la entrega como señorío a su amante, Leonor de Guzmán. Según la tradición en su castillo nace el futuro rey Enrique II de Trastámara, siendo bautizado en la pila bautismal de la Iglesia de San Juan Bautista del Cerro. Prueba de todo esto es que el rey concede el título de conde de Cabra a su hijo natural en 1380. En el siglo XV Boabdil, el último rey de Granada, estaría preso en el castillo de Cabra.
Como en el resto de la Andalucía central, el siglo XVI supuso un fuerte crecimiento económico y demográfico, edificándose numerosos templos y edificios civiles.
Entre 1810 y 1812 las tropas napoleónicas ocuparon esta ciudad. En 1836, tomó en dos ocasiones la villa la tropa del general carlista Gómez, en su deambular por España.
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