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Castillo de Santa Catalina, el fuerte más pluriempleado de Cádiz

Castillo de Santa Catalina en Tarifa

El Cerro de Santa Catalina, próxima al puerto de Tarifa en la provincia de Cádiz, acoge una curiosa fortaleza a la que da nombre. Este engañoso castillo andaluz de aspecto renacentista es en realidad un edificio del siglo XX. El destino del edificio, gracias a su situación estratégica sobre la isla de Las Palomas y el castillo de Guzmán el Bueno, ha estado vinculado a un uso militar. Pese a ello, casi nunca ha podido cumplir los propósitos que para él se han pensado. Por ejemplo, aunque se construyó como faro no se llegó a usar como tal.

El castillo de Santa Catalina iba a ser un faro pero no
El castillo de Santa Catalina iba a ser un faro. | Shutterstock

Un enclave con mala suerte

El lugar donde se encuentra el castillo recibe su nombre gracias a la antigua ermita dedicada a Santa Catalina de Siena, de una sola nave y una pequeña espadaña. Durante la epidemia de peste del siglo XVII, el edificio sirvió como hospital. Posteriormente, en 1771, pasó a ser un almacén de pólvora. Por desgracia, durante la Guerra de Independencia fue demolida. Por entonces se iniciaron las obras de un fuerte para artillería reforzado por un foso.

A partir de 1926 se pensó en usar el enclave para colocar un faro de señales marítimas. Cuando un par de años después el cerro fue finalmente cedido al Estado, se inició un proyecto basado en una arquitectura de palacete renacentista. El edificio quedó acabado en 1933, aunque finalmente no se incluyó el faro. En 1937 fue declarado inútil para el servicio debido a los desperfectos que sufrió al ser blanco de los bombardeos de la Escuadra republicana. Tras la Guerra Civil, las defensas se reforzaron con búnkeres comunicados entre sí por túneles.

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Después de 40 años de paulatino abandono, ocupaciones y cambios de titularidad, la Marina rehabilitó el castillo. Así, instaló el Centro de Control de Paso de Buques del Estrecho de Gibraltar. Además se decidió instalar allí la Estación Meteorológica de Tarifa, dependiente del Instituto Nacional de Meteorología. Cabe señalar que es la más meridional de toda Europa.

Sin embargo, su suerte volvió a cambiar cuando en el año 2000 el puesto de control se trasladó. Con todo se reaprovechó, convirtiéndose en un punto de vigilancia nocturna para la Guardia Civil. Finalmente, en 2001 retornó a manos municipales. Desde entonces se inició otra época de abandono. Todo ello a pesar de las denuncias de los lugareños, que ven en la fortaleza un símbolo de su ciudad.

Castillo de Santa Catalina y los búnkeres
Búnkeres y castillo. | Shutterstock

La curiosa forma del castillo de Santa Catalina

El edificio, que se alza a 24 metros sobre el nivel del mar, tiene el aspecto de un palacete renacentista italiano. Aunque pueda recordar a Belalcázar o Vélez-Blanco, se construyó con los materiales disponibles en el siglo XX. El diseñador del proyecto definitivo, Julio Murúa, justificó el hecho por querer dar a la construcción un aspecto de fortaleza. Con ello se armonizaría estéticamente tanto con la ciudad como con el cerro donde fue construida.

Dispone de una torre de observación de grandes proporciones en comparación con el resto de la construcción. Algo que cuadra con sus usos tanto finales como proyectados. El cuerpo del edificio está compuesto de dos plantas y varias dependencias funcionales. Durante la Segunda Guerra Mundial se procedió a la fortificación de la zona del Estrecho y se cubrió la zona de posiciones artilleras y nidos de ametralladora. El cerro de Santa Catalina no fue una excepción y los búnkeres son prueba de ello.

El castillo de Santa Catalina es parte del paisaje de Tarifa
El castillo de Santa Catalina es parte del paisaje de Tarifa. | Shutterstock

El castillo de Santa Catalina de Tarifa actualmente se encuentra en estado de abandono e inmerso en un proceso de destrucción. De poco le ha valido estar incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la categoría de monumento. A pesar de carecer de gran valor histórico, posee un peso importante dentro del perfil urbano. Asimismo, el ayuntamiento cree que podría ser un referente para el turismo cultural. La propia atalaya natural en que se asienta deja unas espectaculares vistas del entorno. Una de las alternativas para resucitarlo es crear un centro de interpretación con una cámara oscura, algo similar a la Torre de Tavira de Cádiz.

La asociación tarifeña de defensa del patrimonio cultural llamada Mellaria se ha preocupado durante años de luchar por la situación del castillo y de su entorno. Por ejemplo, ha solicitado que no se edifique en el cerro sin tener en cuenta el monumento. De la misma manera se ha pedido la restauración de los búnkeres, ya que alguno de ellos ha visto comprometido su acceso por obras efectuadas de manera ilegal.

Torre de vigiliancia del castillo de Santa Catalina
Torre de vigiliancia del castillo de Santa Catalina. | Shutterstock

Los bonitos alrededores de Santa Catalina de Tarifa

En la zona se encuentran otras fortificaciones de diversas épocas. Entre ellas están el nido de ametralladores de la Caleta, el castillo de Guzmán el Bueno o las torres de Guadalmesí, la Isla de las Palomas y Valdevaqueros. También se puede incluir en estos atractivos militares la propia muralla urbana de Tarifa.

Asimismo, su posición privilegiada sobre el estrecho de Gibraltar es otro acicate. Este espacio que separa Mediterráneo y Atlántico posee varias caras. Por tanto, también varias formas de visitarlo. Por razones estratégicas, ha sido motivo y lugar de aguerridas luchas. Sin ir más lejos, en la vertiente marroquí se dio el asedio más largo de la historia, el de Ceuta. Por otro lado, el entorno natural es privilegiado y permite disfrutar de bonitas playas.

Vista del castillo de Santa Catalina
Vista del castillo de Santa Catalina. | Shutterstock

Respecto a poblaciones, en Cádiz quedan una buena cantidad de localidades interesantes. Por citar algunas, San Fernando, el Puerto de Santa María, Algeciras, Chiclana, Medina Sidonia y Arcos de la Frontera. En común tienen una gastronomía reconocida en todo el país, sin olvidar la vertiente vitícola. Así, los de Jerez y la Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda son reconocidos mundialmente.