Para entender del todo lo que ver en Níjar es adecuado repasar su historia. De esta forma, en el entorno existen abundantes vestigios prehistóricos. Destacan las tempranas figuras representadas en Los Escullos, correspondientes al período mesolítico. Más tarde, ya en el final del Neolítico, hubo asentamientos de mayor consideración en El Algar. Estos adoptarían las características de la cultura de Los Millares. Asimismo se conserva una necrópolis del 2.300 a. de C. en la localidad de Barranquete.
El territorio fue ocupado de forma sucesiva por fenicios, cartagineses, íberos y romanos. No obstante, fue realmente en la alta Edad Media, durante la dominación árabe, cuando la población cobró entidad. Así, en tiempos del emir Abd-al-Rahman se ordenó construir una torre vigía en la Chanca.
Los ataques normandos de 840 y 861 obligaron a fortificar la costa. Esta circunstancia obligó a levantar una defensa en la Fabriquilla, junto al Cabo de Gata, muy relevante en la comarca. La familia Banú Sirach/“los hijos del sillero”, más conocidos como los Abencerrajes, se ocuparon largos años de su custodia. Allí convivían árabes con judíos, muladíes y mozárabes. Juntos dominaron el valle e incluso pactaron un emporio comercial marítimo en la zona de Pechina. El emir Abd-Alláh (888-912) potenció la fortificación de la zona. Fue entonces cuando se asentó de forma definitiva la población.
Ya en el siglo XIV, Níjar se integró en el reino nazarí de Granada. Así se mantuvo hasta que en 1488 capituló ante los Reyes Católicos. A cambio de la rendición se pactó la libertad para el culto musulmán. Sin embargo, los abusos de gobernantes cristianos motivaron que los moriscos se rebelaran en 1501.
En el siglo XVI fracasaron los intentos de repoblar Nijar con habitantes de diferentes zonas de la península. Por ello, durante el siglo siguiente se inició una progresiva decadencia, subrayada por asaltos de piratas bereberes. A esto se sumaron varias catástrofes naturales como terremotos, plagas de langosta y pestes. Finalmente, el paisaje quedó prácticamente desierto.
A mediados del siglo XIX se produjo una tímida recuperación de la comarca. Los responsables fueron la ganadería y el cultivo cerealista de secano. Esto supuso un aumento demográfico. Asimismo, las mejoras tecnológicas permitieron explotar los minerales de plomo y oro de la zona de la Sierra de Gata. Por otro lado, se construyó un embalse que solventó el problema del abastecimiento de agua.
Su larga historia va ligada a las dificultades que desde siempre ha ofrecido un medio tan hostil. Esto fascino a literatos como Federico García Lorca. El poeta y dramaturgo tomó los hechos acaecidos en la cercana localidad de Cortijo del Fraile como referencia para sus celebérrimas Bodas de Sangre (1931). Por su lado, Juan Goytisolo retrató tan particular paisaje en su obra Campos de Níjar (1954). Actualmente, el municipio es un importante enclave turístico activo durante todo el año.
A continuación, los mejores lugares que ver en Níjar.