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Descubrimos los molinos de viento: “¡Que no son gigantes, mi señor!”

Molinos de viento

Podemos encontrar ejemplos de molinos de viento a lo largo y ancho de la Península, e incluso en las Islas Baleares y Canarias. Aunque su origen sigue siendo un tema controvertido, nos resulta inevitable no acordarnos de El Quijote y su fiel escudero Sancho Panza, quien exclamaba: “¡Que no son gigantes, mi señor!” en uno de los pasajes más conocidos de la obra de Cervantes.

Hay distintas teorías sobre cuándo aparecieron. En un estudio riguroso y paradigmático, Julio Caro Baroja (1952) confirma que son tres. Por un lado, hay quien remonta su origen al mundo greco-romano, ya que entonces ya se conocía lo que se podía hacer con una rueda expuesta al aire. Sin embargo, no lo aplicaron al ámbito de la molinería.

Por otro lado, están los que sostienen que los molinos de viento son de invención oriental, fruto de las culturas arábiga y china, y que fueron llevados al mediterráneo por la cultura islámica y a Europa en la Edad Media por los cruzados. De hecho, los primeros molinos de viento que aparecen en España lo hacen en los reinos musulmanes. Por último, otros defienden que fueron inventados en el siglo XII en la Europa occidental, como los típicos molinos de Holanda, Bélgica…

Molinos de viento
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Castilla-La Mancha

Todavía pueden verse los famosos e históricos molinos manchegos, popularizados gracias a Cervantes, en bastantes lugares de Castilla-La Mancha. Nosotros te recomendamos los molinos de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), Mota del Cuervo (Cuenca), en funcionamiento;  Valdepeñas (Ciudad Real), considerado el molino de viento más grande del mundo; Campo de Criptana (Ciudad Real), Consuegra (Toledo), Herencia (Ciudad Real) y Tembleque (Toledo). También los de El Romeral (Toledo), Madridejos (Toledo), Belmonte (Cuenca), Camuñas (Toledo), Ledaña (Cuenca), Puerto Lápice (Ciudad Real), Argamasilla de Alba (Ciudad Real), Hoya Gonzalo (Albacete), Pozohondo (Albacete), Mahora (Albacete), La Alberca de Záncara (Cuenca), Pinarejo (Cuenca), Villamayor de Santiago (Cuenca) y Munera (Albacete).

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Palma de Mallorca

En Palma de Mallorca los molinos de viento tradicionales constituyen una de las imágenes más características del paisaje mallorquín, siendo uno de los elementos más representativos de la región. Tuvieron un papel relevante en la economía de las anteriores generaciones y son un verdadero patrimonio cultural e industrial que ahora se protege, recupera y conserva. De hecho, existe una Asociación de Amigos de los Molinos. En Mallorca, los molinos fueron empleados para moler harina (molinos de viento harineros) y para extraer agua del subsuelo (molinos de extracción de agua). Los primeros están documentados tras la conquista cristiana (1229), mientras que los segundos fueron introducidos más recientemente.

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Andalucía

Hoy en día en Vejer de la Frontera, Cádiz, se conservan 7 molinos harineros: San Francisco (en la imagen) San José, San Antonio, Cruz de Conil, Santa Inés, Márquez y Morillo. Se trata de construcciones decimonónicas, a excepción del molino de Santa Inés (perteneciente al siglo XVIII) y el de Márquez (principios del siglo XX).

En el pasado, estos molinos sirvieron para moler el trigo; hoy son parte del paisaje y parte del legado histórico del pueblo. Estos molinos fueron construidos siguiendo el modelo cartagenero: una construcción más sólida con una torre de menor altura y paredes más gruesas, que se adaptan mejor a los fuertes vientos que soplan en todo el litoral de La Janda.

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Los molinos de viento en Almería son parecidos a los manchegos. Se puede decir que las frecuentes corrientes del Campo de Níjar propiciaron que los molinos fueran los encargados de la molienda del grano en Almería. Introducidos en el siglo XIX, perdieron su funcionalidad a lo largo del siguiente siglo. Los últimos se clausuraron en los años 70, pasando a formar parte del paisaje del parque natural de Cabo de Gata. El Molino de Arriba de Agua Amarga y el del Collado de los Genoveses son solo dos ejemplos de estas magníficas construcciones, así como el totalmente rehabilitado Molino de Fernán Pérez.

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Canarias

La introducción y la expansión en las Islas Canarias de los molinos de viento se produjo en los primeros años de la conquista y colonización de las islas. Esto supuso un fuerte cambio en los modos de vida de los habitantes aborígenes del archipiélago, que pasaron del nomadismo al sedentarismo, dedicándose a tareas agrícolas muy centradas en el cereal. Un molino que merece la pena visitar es el Molino de Tefia, en Fuerteventura.

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Murcia

En la Región de Murcia se pueden encontrar los Molinos del Campo de Cartagena, muy similares a los andaluces y equipados con dos conjuntos de engranajes. Estaban adaptados, entre otras cosas, a la molienda de cereales y al bombeo de agua.

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Castilla y León

En la comunidad de Castilla y León, destacan los molinos de Tierra de Campos como los de Aguilar de Campos, Cuenca de Campos, Quintanilla del Molar, Santa Eufemia del Arroyo, Valdunquillo, etc. El molino de viento considerado como el más antiguo en Castilla y León es el Molino del Cubo, ubicado en la villa segoviana de Cuéllar. Pertenece al siglo XV.

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La Rioja

En la Rioja, el molino más representativo es el Molino de viento de Ocón, situado en el valle del mismo nombre y símbolo de éste. Este artilugio es una réplica exacta de un molino del siglo XIV del que también se conservan sus ruinas en la misma ubicación. El molino se levanta en un cerro a 800 metros de altitud desde el que se puede observar la bonita Sierra La Hez y el valle del Ebro. 

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Imagen: Juan Carlos Fandino

País Vasco

Terminamos nuestro repaso a los molinos de viento españoles en los acantilados de La Galea de Santa María de Getxo. Aquí se ubica el Molino de Aixerrota, cuyo nombre procede del euskera aixe (viento) y errota (molino). Se dice que un inglés, ávido de dinero, construyó un molino que no necesitara agua para moler el trigo dada la sequía que sufrió el Señorío de Vizcaya a principios del siglo XVIII. Con el paso de los años, los molinos tradicionales sustituyeron al de Aixerrota. Este molino, rehabilitado en el siglo XX, cuenta en la actualidad con una galería de pintura y un restaurante anexo que hacen las delicias de todos aquellos que lo quieren visitar.

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