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Las seis mejores casas modernistas de Barcelona

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Barcelona presume de ciudad modernista con razón: más de catorce casas conservadas como tesoros nos invitan a disfrutar de un movimiento artístico total. El Modernismo es un movimiento de renovación cultural que se manifestó en la obra de creadores provenientes de distintos países de Europa e Hispanoamérica; por ello fue el primer fenómeno cultural  “internacional”, pues sus variadas manifestaciones se desarrollaron en dos continentes con evidentes vínculos entre estas. Este movimiento recibe nombres específicos en cada idioma: Art nouveau (arte nuevo), Jungenstile, Modern StyleLiberty etc… Denominaciones que recogen el carácter preciosista, novedoso, joven, libre y cosmopolita que es común a los autores que pueden adscribirse a esta tendencia y que se plasma en las casas modernistas de Barcelona.

Desde la perspectiva estética, el modernismo se singulariza por manifestarse a través de múltiples disciplinas creativas: arquitectura, artes decorativas (cerámica, mobiliario, vidriera, forja y joyería), pintura y dibujo, diseño gráfico, escultura y poesía, principalmente. Respecto de tendencias anteriores, se distingue por el gran desarrollo de las artes decorativas, que superaron los procesos de producción artesanal, aportando concepciones modernas para producir las piezas en serie y comercializarlas a gran escala (por ejemplo en joyas, cerámicas, mobiliario y artes gráficas).

A continuación hemos seleccionado las seis casas modernistas de Barcelona más importantes que deberías conocer. Más adelante te descubriremos otros tesoros…

Casa Batlló: un dragón sobre el tejado

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Un gigantesco dragón con escamas tornasoladas descansa sobre el tejado de la Casa Batlló, el inmueble más especial y visitado de la ‘Mansana de la Discòrdia’, así como una de las casas modernistas de Barcelona más célebres. Antoni Gaudí remodeló el edificio entre 1904 y 1906. El recorrido comienza por la lujosa planta noble, que fue la residencia de la familia Batlló. Prosigue por el patio de luces, el desván, donde se encontraban los trasteros y lavaderos, la azotea y las míticas chimeneas. Una curiosidad: las puertas de cada piso están identificadas mediante letras de rasgos modernistas, diseñadas por el propio Gaudí. La entrada no es barata (22,50 euros) pues no recibe ayudas publicas ni donaciones privadas. Está abierta todos los días del año.

La Pedrera: oleaje de piedra y de hierro forjado

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Siempre hay turistas con cámaras enfocando el oleaje de piedra caliza y de hierro forjado de la fachada de la Casa Milà, (más conocida como la Pedrera), una obra excepcional construida fuera de los esquemas de su tiempo. Es el edificio civil de Gaudí más fotografiado y visitado de Barcelona, desde que en 1987 se abriera al público la azotea donde las sombras de las chimeneas se transforman en guerreros galácticos. Se alzó entre 1906 y 1912 por encargo del industrial Pere Milà y su esposa, Rosario Segimon, viuda de un adinerado indiano, que habitaron en la planta noble y alquilaron los demás pisos. Abre todos los días. Precio: 20,50 €.

Casa Amatller: el chocolatero aficionado a la fotografía

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La vivienda que Josep Puig i Cadafalch reformó entre 1898 y 1900 por encargo del industrial chocolatero Antoni Amatller es uno de los escasos interiores de las casas modernistas de Barcelona que conservan el conjunto del mobiliario, techos, el suelo, las columnas, la decoración original y el simbolismo de principios del siglo XX. Amatller. gran aficionado a la fotografía, retrató todos los rincones de la casa, lo que fue de gran ayuda en la restauración que finalizó hace unos años. El arquitecto modernista contó con un gran equipo de artesanos que trabajaron la cerámica, el esgrafiado, la forja, los estucos, la ebanistería y también las lámparas que lucen en la Casa Amatller. Precio de la entrada: 15 euros.

Palau Baró de Quadras: la azotea modernista por descubrir

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Fuente: El Periódico de Catalunya

El Palau Baró de Quadras es propiedad, desde 1970, del Ayuntamiento que lo reformó para primero albergar el Museu de la Música. Desde el 2013 es la sede del Institut Ramon Llull. El edificio reformado, entre 1904 y 1906, por Puig i Cadafalch tiene una doble fachada, una a la calle Rosselló y otra a la Diagonal, aunque tan distintas que no parece que pertenezcan al mismo edificio. Destaca su vestíbulo por el pavimento de mosaico romano, la fuente, las lámparas con dragones alados y la majestuosa escalera. La entrada cuesta 12 euros y permite el acceso a la planta baja, el piso principal con sus salones nobles y la azotea, desde donde se contempla otra de las casas modernistas de Barcelona que merece visitar: la Casa de les Punxes, del mismo arquitecto modernista.

Palau Güell: el palacio del matrimonio más influyente de Barcelona

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El empresario, político y burgués barcelonés Eusebi Güell le encargó en 1885 a Gaudí una nueva residencia en un lugar cercano a la Rambla, donde viviría cerca de 20 años con su mujer, Isabel López, y sus ocho hijos. El Palau Güell se construyó con maderas de caoba y los preciosos mármoles que el industrial transportaba con los barcos de su suegro, el marqués de Comillas. Fue el matrimonio más rico e influyente de la Barcelona de finales del siglo XIX. Por razones de seguridad y conservación, el número de visitantes en el interior del edificio es reducido, aunque se trata de una de las casas modernistas de Barcelona de más interés. Tarifa general: 12 euros.

Casa Fuster: la mejor panorámica del Paseo de Gràcia

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La Casa Fuster es obra del arquitecto Domènech i Montaner. La realizó en 1908 por encargo de Mariano Fuster, procedente de la alta sociedad mallorquina que se la regaló a su mujer, Consuelo Fabra i Puig, hija del marqués de Alella. Desde su terraza sobre los jardines de Salvador Espriu, se divisa una panorámica completa del Paseo de Gràcia. En el 2004 abrió como hotel de lujo. El hotel ha recuperado el Café Vienés de la década de 1940, con sus impresionantes columnas. Parte del piso principal, donde vivía la familia Fuster, es ahora el restaurante.