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Ciudades perdidas de España, entre el mito y la historia

Doñana y Tartessos

Hay poblaciones que se han visto arrasadas por el tiempo y el olvido, urbes de las que no quedan más que ruinas. Sin embargo, otras no han corrido siquiera esa suerte. Simplemente desaparecieron en una niebla de la que no han vuelto. Algunas atadas a mitos y civilizaciones antiguas, otras a documentos históricos, sus ubicaciones son todavía un misterio. Aquí están algunas de las más célebres ciudades perdidas de España, lugares que se sabe que existieron pero que permanecen bajo tierra.

Arriaca

Este lugar de solar desconocido y misterioso que se ha querido asociar con la capital de la Alcarria, Guadalajara. Incluso ha generado el gentilicio culto de la localidad y la provincia, “arriacense”. Sin embargo, de sus ruinas no hay noticia. Así, se diferencia de la recientemente hallada Caraca, romana, o la más famosa Recópolis, visigoda.

panteón de la Duquesa del Sevillano
El panteón de la Duquesa del Sevillano es un símbolo alcarreño que sí se ve, no como Arriaca.

El topónimo indica un origen carpetano, pueblo celta o celtíbero prerromano. Se ha asociado también al euskera. Estas teorías indican que significaría “río de piedras” y los árabes habrían optado por traducirlo. En todo caso, esta ciudad perdida española aparece mencionada en diversos documentos romanos, como el itinerario de Antonino. En ella se la pone en una calzada que unió Zaragoza y Mérida. Todo ello permite confirmar su existencia.

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Tartessos

Entre los siglos XII y V antes de Cristo se desarrollo en la desembocadura del Guadalquivir la civilización tartésica. Tesoros como el del Carambolo o varios yacimientos en Cádiz y Huelva permiten asegurar su existencia, falta una urbe central. Se ha querido encontrar en las propias capitales gaditanas y onubenses con resultados yermos. Debido a ello los mitos han surgido a su alrededor. Por ejemplo, hay quien ha querido ver en la ciudad de Tartessos a la Atlántida.

Doñana y Tartessos
Doñana, posible enclave de Tartessos.

En lo tocante a lo histórico, no queda claro si la cultura tartésica fue fruto de la evolución de los lugareños o la influencia de los fenicios. Sea como fuere, los rasgos orientales se pueden rastrear con facilidad en sus restos. Se sabe que fueron grandes mineros y trabajadores del metal. Gracias a ello comerciaron con gran éxito con los colonizadores. Su rey Argantonio es la figura más destacada, el último, aunque lo más probable es que fuera una saga dinástica. Las investigaciones actuales ha apuntado a Doñana en las búsquedas, aunque la actividad geológica habría dejado los vestigios a varios metros bajo tierra.

Laminio

Este esquivo asentamiento de los carpetanos se situaba en La Mancha. Aunque surgió entre 600 y 300 años antes de Cristo, se considera que logró llegar a vivir las invasiones visigodas. Importante enclave romano en la provincia asociada a la actual Cartagena, desapareció en la historia para no volver rápidamente. De nuevo es el Itinerario de Antonino, una guía de las principales calzadas romanas escrita en el siglo III de esta era, el documento de referencia para intentar situar a Laminio en el mapa. Ayudan a su vez textos de Plinio el Viejo.

Alhambra en Ciudad Real, con su castillo
Alhambra en Ciudad Real, posible enclave de Laminio. | Wikimedia

Una de las alternativas, la que más seguidores tiene, es que se halla en Alhambra, Ciudad Real. Estelas y restos romanos apuntarían a este municipio. Sin embargo, fallan las cuentas en su relación de distancias con el nacimiento del río Guadiana. Tal hito no es demasiado fiable, ya que se es muy interpretable. Así, tanto los Ojos del Guadiana como las Tablas de Daimiel o las Lagunas de Ruidera son candidatos viables. Libidosa/Lezuza era un lugar romano que también aparece en las indicaciones viarias antonianas y sufrió inundaciones y terremotos. De esta forma habría que buscar en el entorno de Córcoles y Villarrobledo.

Urkesa

Los íberos oretanos son los más probables fundadores de Urkesa o Urcesa. Llegó a acuñar moneda pero la falta de más restos ha provocado que sus fechas de fundación y desaparición no se conozcan. Durante la Edad Media se conservaron referencias a la localidad, con el topónimo de Alcaraz. No obstante, estas fuentes tampoco dejaron demasiadas pistas del punto exacto donde se hallaba.

Vara de Rey vista general
Vara de Rey. | Wikimedia

Gracias a Ptolomeo se han acotado diversas posibilidades al respecto, siendo el candidato principal Vara de Rey, Cuenca. En Albacete las opciones se adscriben al entorno de Villarrobledo una vez más. El límite de las fronteras de los territorios celtíberos ayudan a generar estas aproximaciones. Por lo demás, futuras excavaciones en el municipio conquense podrían poner fin a una búsqueda milenaria.

Intercatia

Durante siglos se pensó que Villalpando era donde se encontraba la ciudad perdida de Intercatia. Apuntes de grandes geógrafos clásicos como Estrabón así lo aseveraban. Por desgracia, parece que estaban equivocados a pesar de la precisión que aportaron. En concreto el fallo sería de 80 kilómetros. Al oeste, en la palentina Paredes de Nava, excavaciones todavía en curso señalan de forma clara a que allí estuvo la urbe.

Plaza mayor de Villalpando
La ubicación de Intercatia se creía en Villalpando.

Mencionada por Plinio como una de las capitales de los vacceos, se hizo famosa por resistirse con fiereza a la colonización romana. Evidentemente, acabaron perdiendo. Su rendición llegó tras la llegada de Escipión Emiliano a Hispania. Antes había logrado un pacto de independencia del traicionero cónsul Lucio Licinio Lúculo. El militar había reactivado la guerra en la península ibérica y masacrado a la vecina Cauca tras engañarles con un falso trato. Su relevo logró tomar Numancia y tras ello Intercatia pasó a ser parte de la república. Más tarde era parte de una calzada que unía Zaragoza y Astorga.

Baiyara

Los visigodos tuvieron un dominio muy agitado de la Hispania romana. Tras un periplo que arrancó en el siglo V, lograron asentarse y comenzar la construcción de nuevas urbes. Recópolis, una notable localidad arruinada en Guadalajara, Olite o Vitoria son tres ejemplos conocidos, los únicos junto a Baiyara o Bayyara, en Córdoba.

Montoro
Montoro.

Un poco atinado informe árabe, fruto del trabajo del compilador al-Himyari en el siglo XIV hecho en Beirut, afirma que fue fundada por Recaredo. El rastreo de las fuentes del estudioso musulmán parece conducir a San Isidoro y geógrafos de Al-Andalus. Montoro es el lugar actual con el que se relaciona a Baiyara. De este modo, habría sido una reconstrucción de la predecesora romana montoreña. No obstante, debido a su posición respecto al Guadalquivir y menciones ulteriores, parece más probable que no esté bajo el castillo medieval local, sino en las cercanías. De este modo, la fortaleza habría aprovechado las piedras de esta ciudad perdida española.

Mainake

Entre la capital de la Costa del Sol y Almuñécar, ya en Granada, se cree que prosperó una colonia griega. Los mercantes y colonos helenos foceos que la crearon habrían llegado durante el siglo VII a.C. Cabe señalar que en esta zona del litoral español, a diferencia del levante, las fundaciones griegas han dejado pocos restos. En la época de Estrabón, durante el cambio de era, ya había desaparecido. De hecho, su mera existencia era debatida.

Málaga se confundía con Mainake
Málaga se confundía con Mainake.

El historiador griego defendía que sí tuvo una entidad propia. También apuntó a que se situaba entre Málaka, hoy Málaga, y Sexi, hoy Almuñécar. Otros, en cambio, sostuvieron que el mismo nombre era una deformación del de la actual capital malagueña y equipararon ambas. Estrabón contradijo la tesis señalando que las ruinas de Mainake era claramente griegas. Pese a que el dominio fenicio, cuyas nuevas ciudades fueron muy habituales en el entorno del estrecho, donde están las poblaciones más antiguas de España, la pujanza del comercio heleno en la época en que coincidieron hace lógico que decidieran inaugurar un puerto permanente.

Bergida y Vellika

A finales del siglo I a.C. los cántabros y astures fueron sometidos al poder de Roma en las Guerras Cántabras. Los primeros eran los habitantes de Bergida, la ultima de estas ciudades perdidas de España. El contexto bélico es muy importante ya que es la referencia más importante a la localidad. La primera cita es de la época de Adriano, a principios del siglo II y de la mano del historiador L.A. Floro, donde cuenta que los enemigos de los romanos combatieron fieramente “bajo las murallas” de la población. Más de 200 años después se vuelve a narrar la liza, por parte de P. Osorio, que llama al castro “Attica“.

Castro de Monte Cildá
Castro de Monte Cildá. | Wikimedia

La falta de congruencia en las fuentes se cree debida a los errores acumulados de traducción. De hecho, se ha llegado a contemplar que Bergida y Vellika, otro castro cántabro protagonista de una cruenta batalla, son lo mismo. Con todo, la teoría principal es que son dos enclaves distintos pero igual de perdidos. Se ha propuesto que la primera esté cerca de Riaño, en dos castros palentinos o incluso en El Bierzo. Esto supone que para algunos autores sería astur. Para la segunda el gran candidato es el castro de Monte Cildá, en Palencia. La abundancia de ciudades perdidas cántabras es notable, ya que a la lista se puede sumar Aracillum, que si parece estar en la actual Cantabria.