El escudo de la provincia y la ciudad de Santa Cruz de Tenerife incluye tres cabezas de León, una de ellas atravesada por la cruz de Santiago que está en el centro del emblema. La heráldica no puede ser más representativa. Las tres cabezas representan los tres asaltos que sufrió esa ciudad por los almirantes ingleses Blake, Jennings y Nelson.
La flota regresó a Tenerife. A lo largo de dos meses desembarcaron a tierra el tesoro que transportaban. Santa Cruz era una pequeña población de 1.125 habitantes, dotada de un castillo y un fuerte.
Trataron de desembarcar para tomar la ciudad pero recibieron un mortífero fuego de la artillería que les causó muchas bajas y les obligó a retirarse durante la noche. Al día siguiente Jennings envió un mensaje a los españoles explicando que se había tratado de “un error” el ataque, explicando que los partidarios de Felipe habían sido derrotados en la Península y conminando a la guarnición a que se pasase al bando del aspirante al trono el Archiduque de Austria. De lo contrario, tomarían la ciudad por la fuerza. Al ultimátum contestó el corregidor de la ciudad escribiendo: “si Felipe, nuestro rey, lo hubiera perdido todo en la Península, estas islas le seguirían siendo fieles”. Ante semejante respuesta, y sin ganas de repetir el asalto, los ingleses optaron por retirarse.
A resultas de las negociaciones los ingleses se comprometieron a no incendiar la ciudad ni volver a atacar las islas Canarias, a llevar a España una carta con la noticia de su derrota (pues las islas estaba incomunicadas con la Península por el bloqueo británico), a entregar sus pertrechos militares (con los que reforzar la precaria defensa local) así como las banderas de dos de sus barcos. A cambio consiguieron el reembarque de sus soldados y que se atendieran a sus heridos más graves. La caballerosidad de Gutiérrez fue correspondida con una carta de Nelson y el envío de un queso; ambas partes cumplieron lo pactado. Embarcaciones españolas incluso ayudaron a algunos maltrechos barcos británicos —carentes de velas pequeñas para maniobrar— hasta salir a la mar abierta.
Cada 24 de julio se celebran en Santa Cruz de Tenerife paradas militares y de milicianos con uniformes de época, desde la Plaza Weyler a la Plaza de la Candelaria. Al día siguiente se hace una recreación del desembarco, los combates y la rendición de las tropas de Nelson a las tropas del Castillo de San Juan Bautista.
Texto de Ignacio Suarez-Zuloaga e ilustración de Ximena Maier