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Milagro y tragedia de la Virgen del Puy

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Según una tradición, durante la noche del 25 de mayo de 1085 unos pastores de la localidad navarra de Abárzuza se extrañaron por la lluvia de estrellas y la luminosidad que se centraba específicamente en una parte del cerro donde cuidaban a su ganado. Al acercarse al lugar y apartar unos matorrales y espinos, encontraron una cueva y, en su interior, hallaron una imagen de la Virgen correspondiendo a la advocación del Puy que se adora desde antiguo en Francia. La Virgen del Puy apareció el mismo día en que el rey de Navarra, Sancho Ramírez, junto con el rey Alfonso VI de Castilla, estaban participando en la trascendental toma de la ciudad de Toledo.

Milagro y tragedia de la Virgen del Puy

Al enterarse don Sancho de tan providencial coincidencia, se emocionó vivamente, acudiendo al lugar de la aparición para rendir pleitesia a la Virgen del Puy. El Rey ordenó que la imagen fuera trasladada solemnemente a la iglesia más cercana, donde pudiera ser adorada apropiadamente. La iglesia resultó ser la de San Pedro, en la aldea de Lizarra, actualmente una parte de Estella-Lizarra. No pudo completarse el traslado, pues la imagen dio signos evidentes de no querer bajar al llano (no sabemos de qué forma). Lo cierto es que se tomó la decisión de erigir una ermita en el lugar; de modo que la imagen quedara donde esta quería estar.

Una fuente francesa ofrece una versión algo distinta del origen de la imagen: En el año 950, un francés llamado Gotescalco, procedente de Velay, región francesa de la Auvernia, lideraba una peregrinación hacia Compostela y llevaba consigo una copia de la imagen de la Virgen que se adoraba en su ciudad de origen. Por razones desconocidas, la imagen de la Virgen del Puy y algunos de los peregrinos acabarían quedándose en el poblado de Estella. Por aquel entonces, el poblado incluía unas cuantas casas sitas en un lugar de paso obligado para los peregrinos. Parece ser que, durante alguna incursión árabe, los habitantes escondieron la imagen para que no cayera en poder de los musulmanes, quedando así olvidada hasta que se produjo su providencial hallazgo. En el 1090, cinco años después de la aparición, Sancho Ramírez concedió a Estella fueros (exenciones de impuestos y otros privilegios) para sus pobladores, así como la categoría de villa; desto supuso un gran impulso para su desarrollo. Hay quienes afirman que la aparición fue una treta de los mercaderes asentados en el poblado para atraer la atención de los peregrinos que cruzaban el río Ega dos kilómetros más al sur de Estella, para dirigirse a Puente la Reina.

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Milagro y tragedia de la Virgen del Puy

La imagen de la Virgen del Puy haría que se desviaran en el camino y los fueros atraerían más población. Sobre la época de la imagen actual hay cierta polémica, unos la consideran visigótica y otros la datan en el siglo XIV.

El principal milagro que se le atribuye a la Virgen tuvo lugar el 7 de septiembre de 1638. Durante el asedio de los franceses a la plaza fuerte de Fuenterrabía, varios cientos de estellicas, que formaban parte de los tercios forales, fueron colocados en uno de las posiciones de mayor peligro. Se encomendaron a la virgen del Puy —algunos de ellos incluso llegaron a afirmar que se les apareció— y esta les protegió a todos y cada uno de ellos. Finalizado el asedio todo ellos volvieron sanos y salvos a su pueblo. El milagro aumentó enormemente la devoción por la imagen de la Virgen del Puy y varios de los supervivientes donaron importantes piezas para embellecer el templo. No ha quedado traza de la antigua ermita románica original, que más tarde sería sustituida por una iglesia barroca más amplia.

El edificio de la Virgen del Puy ha quedado ligado para siempre a uno de los episodios más truculentos de la Primera Guerra Carlista.

reina isabel
Isabel II

En el otoño de 1838 la guerra entre el gobierno central —de ideario liberal— y la facción carlista —de ideología integrista y tradicionalista— había tomado un cariz muy negativo para la causa de Don Carlos, que pretendía la corona de España que entonces llevaba su sobrina, la reina-niña Isabel II. El general Guergué, que era el jefe supremo militar y representante del carlismo más intransigente, fue derrotado en la batalla de Peñacerrada y fue destituido por Don Carlos. Pocas semanas después, el Pretendiente confirió el mando al general Rafael Maroto, militar de gran experiencia y de un ideario más moderado. La sustitución en el mando indignó a los carlistas más radicales, que tachaban a Maroto de tibio, masón y propenso a entregarse a los liberales.

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En los siguientes meses, Maroto reorganizó a las desmoralizadas tropas y montó una defensa organizada del territorio del País Vasco y Navarra que controlaba el ejército carlista (las zonas montañosas principalmente, sin incluir a ninguna de las cuatro capitales). También mejoró las condiciones de vida y el equipo del ejército para que fuera más operativo. Después de seis años de guerra sin haber conseguido ocupar ninguna ciudad relevante, con escasez de armas y de dinero y bajo una creciente presión del ejército, el bando carlista estaba dividido entre quienes querían negociar una paz honrosa y aquellos que optaban por continuar la lucha.

El abrazo de Vergara y el convenio de Oñati
General Maroto

Maroto se inclinaba por el diálogo y era objeto de toda clase de ataques por parte de los intransigentes. En un momento dado cayó en sus manos documentación de varios altos mandos del ejército carlista que se proponían arrestarle.

El día 17 de febrero de 1839 el general Maroto envió un mensajero a uno de los conspiradores, el general Francisco García ordenándole que se presentase en la entrada de Estella con sus tropas. Cuando el generalísimo carlista entró en la villa con su escolta no le esperaban las tropas formadas. El general García observaba su entrada desde el balcón de su casa, sin tomarse la molestia de saludar a su superior. Esa misma tarde Maroto ordenó la detención de los conspiradores y los generales Guergué y Sanz Baeza, el brigadier Carmona y el intendente Úriz fueron encerrados en una habitación del Santuario de la Virgen del Puy.

Milagro y tragedia de la Virgen del Puy
Entrada a la Basílica de Nuestra Señora del Puy

El general García se escondió y se disfrazó de sacerdote pero fue reconocido y capturado cuando trataba de escapar por la puerta de Castilla. Los tres generales y sus subordinados fueron juzgados sumarísimamente por Maroto y sus oficiales, quienes les mostraron las cartas inculpatorias y les sentenciaron a muerte. En la madrugada del día 18 de febrero los cinco condenados fueron llevados a la parte trasera del santuario donde fueron fusilados, les colocaron arrodillados de espaldas al pelotón de soldados, fórmula que se solía aplicar a los traidores.

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Las siguientes actuaciones de Maroto durante el llamado Abrazo de Vergara llevaron a pensar a las generaciones de carlistas que Maroto fue un traidor y los fusilados unos héroes. Por esta razón se erigieron una serie de lápidas conmemorativas y a los fusilados se les edificó el llamado Panteón de los Generales en el cementerio de Estella. Lo cierto es que don Carlos, después de una reacción inicial de estupefacción y de dictar una carta de destitución de Maroto, lo rehabilitó y confirmó en el cargo exculpándolo de cualquier irregularidad en una actuación orientada a sofocar una conspiración destinada a acabar con su vida (siendo, además, superior jerárquico de los fusilados).

El deterioro del templo en el que los generales estuvieron presos y al lado del cual fueron fusilados se deterioró considerablemente, fue cerrado al culto y se rediseñó y amplió entre 1949 y 1951, con una traza muy distinta. Sin embargo, se conserva en lápidas la historia de los acontecimientos que tuvieron lugar allí.

Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier