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El siniestro origen de la expresión “que te den morcilla”

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Hay expresiones que en cuanto se dicen le dejan a uno muy muy a gusto. Por ejemplo, la expresión “que te den morcilla” es de esas frases idóneas para zanjar una discusión irritante. Idónea para el que la dice al menos, quizás no tanto para el que la recibe. Pero, ¿por qué algo tan bueno como la morcilla se convierte en algo hostil? Este es el origen de “que te den morcilla”.

El significado de una expresión categórica y brusca

Cuando se emplea la expresión “que te den morcilla”, no se le está invitando a nadie a tomar un poco de ese embutido preparado a base de sangre cocida, generalmente de cerdo. La morcilla, tradicionalmente usada como alimento básico de las clases humildes, hoy en día es un manjar que se sirve de diferentes formas. Ya sea en una tapa o en un bocadillo, ya sea en restaurantes de alta cocina. De hecho, hay distantes variedades de morcillas…

Sin embargo, solo existe una expresión que emplea este producto alimenticio para zanjar una discusión o un intercambio de opiniones que comienza a irritar: “Que te den morcilla”. O, lo que es lo mismo, su significado según la Real Academia Española: expresión coloquial “para expresar vehementemente rechazo, desprecio o desinterés hacia la persona o cosa aludidas”.

Morcilla
Tapa de morcilla. | Shuttrstock

Dos versiones del origen de “que te den morcilla”

Un embutido aderezado con ingredientes mortales

Pero vamos a lo que importa. Esta frase se acuñó en las entrañas de Madrid a mediados del último tercio del siglo XIX. Por aquel entonces, las calles y el agua eran insalubres, lo que propiciaba la proliferación de enfermedades muy contagiosas como la rabia o hidrofobia. De hecho, la rabia se propagó en algunas ciudades debido a los animales abandonados. Sobre todo, perros vagabundos, aunque algunas fuentes explican que también se daban casos en los gatos.

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La rabia se extendía tan rápido que en ocasiones llegaba a convertirse en una peligrosa epidemia para la salud pública. Por esta razón, como método, se alimentaba a esos animales callejeros a base de unas morcillas aderezadas con un potente y mortal veneno: la estricnina. Así, se eliminaba a los animales vagabundos y se intentaba evitar la propagación de la enfermedad. Del uso de estas morcillas letales se acuñó la expresión “que te den morcilla”.

Perro rebuscando en la basura
Perro rebuscando en la basura. | Shutterstock

La otra versión del origen de “que te den morcilla”: crueldad contra los judíos

Aunque parece ser que la explicación anterior es la más extendida, hay otra que  tiene que ver con los judíos y que se remonta a los tiempos de los Reyes Católicos, esos mismos que decretaron a finales del siglo XV la expulsión de los judíos y los musulmanes. La explicación tiene que ver con la regla de esta religión que prohíbe precisamente el consumo del cerdo. La morcilla estaba aún peor vista porque provenía de la parte más impura de este: su sangre.

Durante esta época, hubo muchos judíos que se convirtieron al cristianismo. Algunos, los que menos, de manera voluntaria y otros de manera forzada. También estaban aquellos que de cara al público decían elegir la religión cristiana, pero que, en secreto, seguían practicando sus creencias. Cuando había algún judío converso que era sospechoso de esto último, se le obligaba a pasar una serie de pruebas para demostrar lo contrario. Una de ellas consistía precisamente en esto: comer morcilla. De ahí, otro posible origen de “que te den morcilla”.

Otros sinónimos igual de categóricos y bruscos

Sin lugar a dudas, la lengua española cuenta con un vocabulario rico y variado, por lo que siempre suele ofrecer un amplio abanico de opciones para una misma idea. De hecho, si se busca ampliar repertorio para alternar con la expresión “que te den morcilla”, recordamos que existen unos cuantos sinónimos, como por ejemplo: “Que te den por saco”, “Vete a freír espárragos”, “Vete a la porra” y otras bastante menos cordiales.

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Recapitulando, toda esta historia sobre la frase “que te den morcilla” presenta un lado positivo, al menos en su primera versión. Y es que a finales del siglo XIX, este procedimiento despiadado contra los animales dio origen a las perreras, tanto en Madrid como en otras ciudades. Además, surgió la profesión de lacero, persona ocupada de capturar a los perros callejeros y confinarlos. De esta manera, se empezó a gestionar mejor la propagación de enfermedades como la rabia y se terminó con la mortal práctica de la morcilla.