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La riada del Vallés, la mayor catástrofe hidrológica de la historia de España

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Lluvia, mucha lluvia. Y tras la lluvia, agua, barro y campanadas pidiendo auxilio. Todo destruido. La noche del 25 de septiembre de 1962, varios municipios vallesanos, en especial Terrassa, Rubí y Sabadell, sufrieron la mayor riada del Vallés Occidental. Las grandes precipitaciones desbordaron los ríos Llobregat y Besós, así como sus afluentes en las partes más bajas. El Vallés Oriental y el Vallés Barcelonés también se vieron afectados, aunque en menor medida. Más de un millar de personas perdieron la vida en este incidente, mayor catástrofe hidrológica de España.

Vallés Occidental
Localización del Vallés Occidental. | Joan M. Borràs en Wikimedia

Las causas de una desgracia sin precedentes

Las causas de la riada del Vallés de 1962 fueron, principalmente, meteorológicas, pero también intervinieron aspectos geográficos, geológicos y urbanísticos. En lo que se refiere a las primeras lo que pasó fue que, tras una larga temporada de sequía, de repente cayeron precipitaciones de 212 litros por metro cuadrado en menos de tres horas, que aumentaron el caudal del tramo final del Llobregat, del Besós y de sus afluentes.

El río Besós alcanzó los 5000 metros cúbicos por segundo mientras que los caudales máximos de las rieras de las Arenas, de Sabadell y de Sardañola del Vallés alcanzaron flujos de entre 1750 y 3200 metros cúbicos por segundo. De hecho, ríos más bien insignificantes, como la riera de Rubí y la riera de Ripoll, crecieron de manera excepcional y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso: el barrio de las Arenas en Tarrasa, el Escardívol en Rubí y muchas fábricas de Sabadell. Las lluvias afectaron, sobre todo, al Vallés Occidental, pero también afectaron las comarcas del Vallés Oriental, del Bajo Llobregat y del Maresme.

río Besós
Río Besós. | Shutterstock

Las causas geográficas se encuentran en el lecho de la riera de las Arenas, que permanece seco durante gran parte del año. Para que el agua circule, se requiere la caída de unos 60 litros por metro cuadrado. El 25 de septiembre de 1962, la chimenea de aire caliente que subió en una masa de aire frío desencadenó unos caudales punta superiores a los 1000 litros por metro cuadrado. A esto se sumaron las características geológicas de la zona: terrenos sedimentarios y arcillosos, llenos de guijarros y gravas, con el añadido de maleza y piedras. Una combinación que agravó la devastación.

El desarrollo económico de la zona entre 1940 y 1950 propició las causas urbanísticas del desastre. Por aquel entonces, un gran número de inmigrantes poblaron el Vallés Occidental. Esto llevó a que, en localidades como Terrassa o Rubí, se construyeran barrios enteros en las mismas orillas del río. Más de uno auguró la tragedia bromeando con que “un día vendría una riada y se llevaría todo por delante” y, con incredulidad, añadían que “era imposible…”. Hasta que lo imposible sucedió.

La noche más triste de 1962

El 25 de septiembre de 1962 llovió durante todo el día, pero no fue hasta después de las diez de la noche cuando las fuertes precipitaciones desencadenaron los amargos sucesos. Se llegaron a recoger entre 200 y 225 litros por metro cuadrado. Las maltrechas rieras del Vallés no conseguían contener tanta lluvia y la crecida se desbocó alcanzando los 1750 metros cúbicos por segundo. La crecida fue arrasando con todo a su paso: casas, fábricas, coches e, incluso, vidas. Se interrumpieron los suministros de luz y se cortaron las líneas telefónicas. Por tanto, solo las campanas de las iglesias alertaron de la devastación.

monumento conmemorativo Sabadell
Monumento en recuerdo de las víctimas de las riadas de 1962 en Sabadell. | Wikimedia

Se calcula que alrededor de mil personas perdieron la vida en todo el Vallés en la riada de 1962. Los municipios más afectados fueron Terrassa y Rubí, con funesto protagonismo para la riera de las Arenas y la riera de Rubí. En Terrassa, las víctimas mortales se cifraron en 327. En Rubí, por su parte, el número de muertos superó las 250 personas. Sabadell se vio afectada en menor medida, donde el desbordamiento del río Ripoll se cobró 32 vidas. Además de las miles de familias damnificadas, los daños materiales se calcularon en unos 2650 millones de pesetas. En apenas tres horas, la riada del Vallés destrozó vidas, sueños, esperanzas…

Miles de vidas truncadas en la mayor catástrofe hidrológica de España

Toda la comarca del Vallés fue declarada zona catastrófica. Esto implicó ayudas de organizaciones públicas y privadas como la Cruz Roja, el ejército español, las administraciones, las asociaciones y los gremios. Además, la población civil se volcó con la población catalana afectada e inició una oleada de solidaridad sin precedentes. Llegaron voluntarios a las zonas arrasadas que recolectaron comida, ropa, mantas… Se abrieron cuentas bancarias para donaciones… Muchos coinciden en que la solidaridad del resto de España y de Francia, donde vivían numerosos exiliados, fue increíble.

Tras la catástrofe, la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental inició los trabajos para encauzar los caudales de los ríos: ampliaron algunos lechos para garantizar una capacidad mayor y construyeron defensas de hormigón. También se excavaron y se llenaron de tierra varios tramos con el objetivo de suavizar las pendientes. Por su parte, algunas localidades ejecutaron medidas propias, como la localidad de Montcada i Reixac que reestructuró la ciudad de manera económica y urbanística…

Pese a las labores que se emprendieron, los efectos de la riada se prolongaron durante más de un año, tanto en la zona directamente afectada como en su periferia, especialmente, en las infraestructuras viales que resultaron inutilizables. Además, muchas promesas sobre la reconstrucción y muchas esperanzas quedaron en el olvido.

Montcada i Reixac
Localidad de Montcada i Reixac. | Shutterstock

Tres valores que tomaron especial significado

La riada del Vallés está considerada como la mayor catástrofe hidrológica de la historia de España. Por ello, el 25 de septiembre de 2012, con motivo del 50 aniversario, se organizaron diversos actos de conmemoración y se abrió una web con el fin de recoger información y testimonios a través de la participación popular.

Este desastre dejó a su paso desolación. Sin embargo, la sociedad se volcó con las víctimas. El Memorial de la Riada en Terrassa ostenta los tres valores que tomaron especial significado en aquella tragedia: “Solidaridad, asociación y voluntariado”.