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¿Por qué Martín I de Aragón fue conocido como el Humano?

Martín I de Aragón el Humano

Martín I de Aragón nació el 29 de julio de 1356 en Gerona y falleció 54 años más tarde, el 31 de mayo de 1410, en Barcelona. Fue rey de Aragón, Valencia y Mallorca, así como de Sicilia entre 1409 y 1410. Y por si fuera poco, también fue conde de Barcelona. Su destino, sin embargo, no iba a ser este en un principio. Segundo hijo de Pedro IV, el Ceremonioso, y Leonor de Sicilia, vivió a la sombra de su hermano Juan I el Cazador, que estaba destinado al trono. Tras él, gobernaría uno de sus hijos, pero a pesar de haber tenido siete herederos varones, enterró a todos antes de que él mismo muriese. Así fue como Martín I de Aragón llegó al trono, un hombre que, según cuentan, no tenía demasiada madera de rey.

Un rey que no iba a ser rey

Retrato de Martín I de Aragón
Retrato de Martín I de Aragón. | Wikimedia

Martín I de Aragón ascendió al trono con 40 años y lo ocupó durante 14 más, hasta su muerte. Cuentan las crónicas de la época que era un hombre de grandes preocupaciones intelectuales, especialmente interesado en las humanidades, una de las razones que explicaría el apodo por el que pasó a ser conocido. Los libros, la geografía o la navegación ocuparon una parte importante de sus intereses. De hecho, con respecto a lo primero, su biblioteca está considerada la primera renacentista del país.

Aunque, parece ser, ese apelativo vino más bien dado por su personalidad y se le concedió ya después de su muerte. Esas mismas crónicas señalan que Martín I el Humano fue un hombre que rechazaba a toda costa la violencia, bondadoso por naturaleza y afable con los demás. Puede parecer una consecución de virtudes, pero muchas de las personas que le rodearon vieron con malos ojos este carácter del monarca, que podía llegar a tenerse por débil. Así es recordado, en cualquier caso. Como el rey humano.

En sus últimos años de vida, vio morir a sus hijos y también a su mujer, una consecución fatal para un hombre que nunca quiso ser rey. Martín I el Humano murió, por tanto, sin descendencia, lo que originó el famoso Compromiso de Caspe y la llegada de los Trastámara a la Corona de Aragón.