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El primer muerto de la Guerra de la Independencia

Guerra de la Independencia

En octubre de 1807 las tropas francesas comenzaron a entrar en España como cumplimiento del Tratado de Fontainebleau; éste preveía su paso para invadir Portugal. Pero el ejército napoleónico fue dejando algunos de sus contingentes en guarnición en las principales ciudades españolas. En la práctica se había tratado de una ocupación ‘pacífica’; pues los franceses dominaban de hecho a las autoridades hispanas. La convivencia entre el gran ejército multinacional de Napoleón (en el que además de franceses había numerosos italianos, polacos, alemanes e incluso mamelucos egipcios) y la población local no siempre fue fácil; menos aún con los soldados españoles, quienes compartían dependencias militares y tareas. Ya se empezaba a sospechar que esos aliados pudieran ser en realidad invasores… y el primer muerto de la Guerra de la Independencia estaba cerca de llegar.

La historia del primer muerto de la Guerra de la Independencia comienza el miércoles 2 de marzo de 1808, cuando un grupo de soldados del ejército de Napoleón coincidió en una taberna de Barcelona con un soldado de las Reales Guardias Españolas. Se trataba de Miguel Martín Cuesta, un burgalés de veinticinco años. Por algún motivo, el español se vio involucrado en una discusión con un grupo de seis soldados franceses. Tras ser escupido dos veces, Miguel empleó la vara que llevaba para cargar contra ellos, expulsándoles del local.

primer muerto de la Guerra de la Independencia

Cuando se encontraba ya en la calle, un soldado italiano del ejército de Napoleón vino por detrás golpeándole en la cabeza con la empuñadura de su sable; esto le hizo caer medio atontado sobre una mujer que allí estaba vendiendo chorizos. Al reincorporarse, la mujer le entregó su cuchillo, que Miguel empleó para continuar atacando al soldado italiano; éste le llegó a herir a Miguel con su sable, pero el español consiguió matar a su oponente. El resto de soldados franceses optaron por huir y llamar a la guardia de la ciudad.

Herido y desorientado, Miguel Martín tiró el cuchillo al suelo a la entrada de la calle San Francisco. Al saberse perseguido por la guardia de la ciudad, se refugió en casa del Intendente de Barcelona. Allí fue encontrado por la guardia, que lo detuvo y condujo a la fortaleza de la Ciudadela de Barcelona. Los mandos militares franceses exigieron que se le hiciera un consejo de guerra inmediatamente. Al día siguiente, sin habérsele curado y sin preparación alguna de su causa, fue juzgado por las autoridades militares españolas.

A pesar de haber sido una lucha por una cuestión de honor y haber actuado en defensa propia ante unos adversarios más numerosos, fue condenado a muerte. No hubo clemencia, siendo ejecutado en el mismo castillo de la Ciudadela y enterrado en sus inmediaciones. Martín se había convertido en el primer muerto de la Guerra de la Independencia.

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Finalizada la guerra se retomó conciencia de la injusticia cometida con él por debilidad ante el invasor; por ello las autoridades decidieron trasladar su cuerpo a un sepulcro de la Capilla de la Purísima Sangre de la barcelonesa basílica de Nuestra Señora del Pino (Iglesia del Pi).

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Iglesia del Pi

Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier