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Chocolate, un poco cada día

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Siguiendo con la nueva  tendencia de los superalimentos, fuimos muchos los que nos frotamos las manos cuando en esa lista vimos que se incluía el dulce, que hasta hace poco, se consideraba prohibido: el chocolate. Lo primero que hay que dejar claro es que la definición de superalimento se refiere solo a aquel chocolate que supere el 70% de cacao en su composición y, preferiblemente, sin edulcorantes y en caso de que tengan que no sea azúcar sino, por ejemplo, la stevia.

Desde hace 2000 años, los aztecas ya cultivaban esta delicia que hoy en día sobre todo consumimos en forma de tableta. Si algo ha cambiado en los últimos años es la percepción que tenemos de este alimento: Hemos pasado de desecharlo a incluirlo de forma diaria ya que se trata de un alimento nutricionalmente más que adecuado para el consumo. Antes que nada dejar claro que esto no significa que se permita la barra libre de chocolate: se recomienda unos 20 gramos diarios por persona (una onza más o menos). Este cambio de percepción se debe, especialmente,  a su gran porcentaje de antioxidantes que es superior a la mayoría de frutas. Como hemos comentado en otras ocasiones, los antioxidantes neutralizan la acción dañina de los radicales libres por lo que contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y de algunos cánceres.

Su contenido en triptófano fomenta la hormona de la felicidad por lo que nuestro estado de ánimo mejora. Por este motivo, en múltiples ocasiones,  se ha considerado como un alimento antidepresivo. Pero no es oro todo lo que reluce y también se ha llegado a considerar un alimento que crea adicción cuando el consumo es excesivo por lo que, al dejarlo, puede crear una de abstinencia. En cualquier caso, siempre que la dosis de consumo no sea excesiva no se producirá el menor riesgo, sino todo lo contrario.

Pero ¿y las grasas? Es innegable que el contenido energético del chocolate en enorme debido a su contenido de hidratos de carbono y de grasas. Como hemos dicho con anterioridad, a diferencia de la mayoría de los chocolates que encontramos en los supermercados a los que se les añaden otros ingredientes, el chocolate puro debe su contenido en grasa al aceite que se obtiene tras exprimir las almendras de cacao molidas. Éstos ácidos grasos, a diferencia de otros que son perjudiciales, no tienen relación con el aumento del colesterol malo en sangre.

Otro de sus componentes es la teobromina, una sustancia estimulante parecida a la del café pero con una menor intensidad. También contiene un pequeño porcentaje de fibra, polifenoles, vitaminas, minerales, hierro y magnesio...

Como hemos dicho, solo nos podremos beneficiar de las bondades del chocolate siempre y cuando su contenido sea superior al 70% de cacao y se tenga en cuenta los azúcares y frutos secos, que no solo harán que aumente su contenido calórico sino que, este consumo excesivo de dulces y sustancias artificiales, puede aumentar el deseo de consumir grasas.

En definitiva, los chocolates procesados llevan al traste las virtudes del cacao (si es 90% mejor).