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San Clemente / Venida de la Virgen de Rus

Venida de la Virgen de Rus

La Venida de la Virgen de Rus en San Clemente es una de las romerías de España en la que durante todo el fin de semana las calles de este pueblo se inundan de personas que se vuelcan en procesión en un alarde de constante alegría. Está considerada como una de las romerías más antiguas, de mayor tradición y con mayor afluencia de visitantes de toda Castilla-La Mancha y cada vez se conoce más en toda España.

Cada año la fiesta comienza el Domingo de Resurrección con la subasta de las andas de la Virgen de Rus en la Plaza Mayor. A las 12:00 de este día,  las cuadrillas de postores pujan durante media hora con el fin de hacerse con la andas de la Virgen. Una vez acabadas, durante quince minutos se realizan las pujas de las andas de la Santísima Cruz, que acompañará a la imagen durante todo el recorrido. Una vez hayan acabado, todo estará preparado para el fin de semana siguiente.

El sábado siguiente al Domingo de Resurrección, a las 21:00, la Virgen de los Remedios sale desde su ermita en procesión llevada por los hortelanos hasta la  parroquia de Santiago Apóstol. Al día siguiente, el domingo a las 6:30 de la madrugada, se celebra La Venida de La Virgen y se inicia con una misa con el fin de despedir a la Virgen de los Remedios que comenzará su andada hacia Rus.

Tras la despedida, la Virgen es llevada en alegre procesión hasta la salida del pueblo. Una vez alcanzado la salida del pueblo, sobre las 8:45, dará comienzo oficialmente la romería. En este momento, la Virgen se tapa con una lona para protegerla y sale en carrera hasta la tradicional “paraílla” en la Carrasca. Aquí, habrá un parón donde es tradicional tomar unas magdalenas y cuerva. Tras un leve descanso, el camino continuará hasta llegar a la ermita de Rus.

Una vez en la ermita, la Virgen de las Remedios ocupará el lugar, durante 40 días, de la Virgen de Rus quien será trasladada a San Clemente. Para despedirla, se realiza una misa presidida por las dos imágenes.

A las 12 del mediodía, La Virgen de Rus comienza su trayecto a paso ligero hacia San Clemente. Este camino es un auténtico espectáculo ambientado con los gritos de ¡Vivas! y cánticos de los seguidores. La verdadera emoción se ensalza en la entrada a San Clemente donde la Virgen es descubierta de la lona que la protegía durante todo el camino  y, a ritmo del himno Nacional, aplausos y cánticos, la imagen es alzada y bailada.

Tras este especial momento, la procesión continúa hasta la iglesia de las Carmelitas, donde la Virgen entra en carrera. Aquí, las personas ofrecen obsequios de todo tipo: flores, tartas, pan… Éstos serán subastados más tarde. La Virgen permanecerá aquí hasta las 9, momento en el cual será vestida con sus mejores galas y sale de nuevo en procesión. Los portadores con el peso de su “morena” bailarán a la Virgen a ritmo de pasodoble en el trayecto que va desde las Carmelitas hasta la parroquia de Santiago Apóstol, animados por las palmas y los gritos de “guapa” y “Vivas” de los vecinos.  En la parroquia es recibida por miles de personas expectantes que abarrotan la Iglesia.  Este sinfín de emociones culmina con un cante a unisono a la Virgen: La Salve.

Las Vírgenes permanecerán intercambiadas durante 40 días, y transcurrido ese tiempo se harán estos dos trayectos que acabamos de contar a la inversa. La Virgen de Rus será despedida con este cántico:

DESPEDIDA A LA VIRGEN DE RUS

Ya se agotan, Madre mía,
Las rosas del calendario,
de tu estancia entre nosotros,
tan corta, año tras añoQueremos decirte Adiós,
y pedirte mil perdones,
ofrecer nuestras plegarias
y abrir nuestros corazones.Fuiste siempre guía y norte
de este pueblo que te adora,
a Ti siempre suplicamos
nuestros deseos, Señora.

Ya se apagan, Madre nuestra,
las llamas de nuestras velas,
si estas velas ya no alumbran,
Tendrás otras muchas nuevas.

Tantos enfermos curados,
tantas sanadas heridas,
van por el mundo anunciando,
que eres Esperanza y Vida.

Todas las flores se doblan
y se inclinan las espigas,
cuando la Virgen retorna,
hacia Rus, desde la Villa.

Fotos: Jorge Montero Moya