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Jaca / Primer Viernes de Mayo

Primer Viernes de Mayo

Durante el primer viernes de mayo Jaca celebra su victoria frente a un ejército musulmán.

Durante el primer viernes de mayo de 760 Jaca fue escenario de una batalla que enfrentó al pequeño contingente cristiano que habitaba la ciudad contra un ejército musulmán notablemente superior en número, que trataba de hacerse con la plaza.

Desde las primeras horas de la mañana, las tropas del conde Aznar I Galíndez combatieron duramente hasta los límites de sus fuerzas tratando de frenar el avance morisco. Trataban de evitar una derrota que comenzó a parecer inevitable pocas horas después.

Fue entonces cuando las mujeres jacetanas decidieron acudir en su auxilio armadas con todo tipo de enseres domésticos. El reflejo del sol contra el metal de ollas, cacerolas y otros artilugios que portaban hizo creer a los musulmanes que un gran ejército se acercaba en la lejanía para auxiliar a las tropas del conde.

El temor a los nuevos combatientes hizo mella entre las filas musulmanas. Éstas pudieron ser definitivamente vencidas por Aznar Galíndez y sus hombres. La realidad de este acontecimiento ha sido puesta en duda. El motivo es que la batalla se fecha a mediados del siglo VIII y Aznar Galíndez vivió unos años después. El equívoco puede deberse a la fecha en lugar de al personaje.

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A primera hora de la mañana del primer viernes de mayo, la población de Jaca se reúne en torno a la ermita de la Victoria para participar en un almuerzo popular que constituye el verdadero inicio de una fiesta. Como suelen hacer en otros lugares de España, muchos ya han comenzado su celebración durante la noche anterior.

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Al mismo tiempo, se produce la llegada de autoridades al lugar y se celebra una misa en la ermita. Cuando el almuerzo ha concluido y los participantes han cogido fuerzas para todo el día, la comitiva se dirige al centro de la ciudad, donde se celebra el Desfile de la Victoria.

El desfile rememora la batalla de los Llanos de la Victoria. Está integrado por voluntarios de la ciudad que, ordenados en escuadras, recorren sus calles ataviados con trajes de época acompañando al conde Aznar Galíndez en su regreso triunfal a Jaca.

En medio de la multitud de espectadores que asisten al espectáculo, algunos participantes responden con salvas de trabuco a los vítores que el desfile merece. La ciudad se llena de olor a pólvora y de una colorida marea de banderas, flores y vistosos trajes que la atraviesan inundándola del sabor de la fiesta popular.

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Siete son las escuadras que componen el desfile: la Caballería, el Cortejo del Conde, el Cortejo Histórico, los Artesanos, las Artesanas, los Labradores y las Labradoras. Las cuatro últimas son un claro ejemplo del carácter de la fiesta, ya que el mérito de la victoria no deja de atribuirse a la actuación del pueblo jacetano.

La fiesta concluye cuando la comitiva llega hasta la puerta del ayuntamiento —en la Calle Mayor— y se entona el Himno del Primer Viernes de Mayo. Se compuso en la década de los cincuenta del siglo XX por Eugenio Villacampa y Jose Luis Ortega Monasterio.

El Primer Viernes de Mayo es el día de la auténtica fiesta de Jaca, la que se vive con más emoción y se espera con más ilusión. Desde su instauración, solamente ha dejado de celebrarse durante dos breves periodos de tiempo.

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El primero de ellos coincidió con la llegada de la Segunda República de España. El presupuesto reservado a la celebración se destinó al Asilo de Ancianos y a donaciones para los pobres.

Tras un segundo lapso en su celebración, entre los años 1936 y 1942, el Primer Viernes de Mayo tiene lugar año tras año. Recuerda a todo aquel que quiera llegar hasta Jaca que la ciudad “todavía sabe vivir a la sombra del monte Oroel”, como bien dice el estribillo de su himno.