Con Arde Lucus Lugo revive sus orígenes romanos mediante una fiesta joven y participativa.
La ciudad gallega de Lugo ha encontrado en su pasado romano un motivo para el disfrute de sus habitantes y la atracción de visitantes de toda España.
Arde Lucus es una fiesta joven pero pujante que se celebra un fin de semana de junio (de viernes a domingo) y con la que esta localidad revive su fundación romana así como los ritos y costumbres heredados de Roma y también de sus anteriores pobladores, los celtas. El evento nació en el año 2001 y ha ido tomando tan gran arraigo y compromiso por parte de los lucenses que diez años después, con una acreditada presencia de casi 500.000 visitantes de toda España, fue declarada en 2011 Fiesta de Interés Turístico de Galicia.
Emplazada en una meseta situada a 475 metros de altitud y rodeada de depresiones naturales favorables para la defensa –el río Miño y los arroyos Rato, Paraday y Chanca- Lucus Augusti (la actual Lugo) fue fundada por Paulo Fabio Máximo en el 14-13 a.de C, sobre un campamento militar instalado diez años antes. Lugo sería capital del Convento Jurídico Lucense, en el que se integraba la Gallaecia norte, y la más cercana al Finisterrae romano, siendo el último eslabón de las fortificaciones romanas.
Su muralla se erigió a finales del siglo III, entre los años 260 y 310, cuando Roma empezaba a sentir la amenaza bárbara y es el recinto fortificado más importante y mejor conservado del mundo romano. Mide 2.150 metros de longitud y tiene una altura que oscila entre los 10 y 15 metros.
Los vestigios romanos son innumerables, destacando el único mosaico que recoge la leyenda de Dédalo y Pasifae (la entrega del becerro), unas termas que hoy se integran en un balneario y un puente (destruido parcialmente) que formaba parte de la vía XIX, que unía Lucus Augusti con Bracara Augusta (Braga, Portugal) -las dos capitales romanas de la Hispania noroccidental, junto con Asturica Augusta (Astorga)-, pasando por Iria Flavia (Padrón).
Con estos mimbres, cuyas raíces se hunden en la entraña misma de la historia, la cultura y el patrimonio local, Lugo ha edificado todo ciclo festivo en el que la participación popular es vital y creciente, siendo cada año mayor el número de personas que se caracterizan por unos días con las vestimentas típicas de la época romana.
El esfuerzo del Consistorio se ve recompensado con la colaboración de diversas asociaciones ciudadanas que se encargar de ambientar el festival y de organizar muchas de las actividades, entre las que también tienen cabida las que evocan los ritos celtas o galaicos, y que en su mayoría se celebran en el Parque de Rosalía. Durante los tres días de la fiesta Arde Lucus un buen número de lucenses se aprestan a vivir en campamentos que montan particulares o asociaciones y en los que los residentes viven ataviados con vestimentas y objetos típicos de la época romana y pueden celebrar sus propias actividades, siempre abiertas al público en general.
Los campamentos pueden ser tanto romanos como galaicos y en estos últimos las parejas se pueden casar por el antiguo rito celta en una unión que dura hasta el año siguiente, cuando los enamorados, más concretamente la mujer, decide si quiere proseguir con la unión y los votos. Si se renueva durante siete años seguidos la relación se convierte en definitiva y los novios reciben un certificado de matrimonio.
Con la Quema de la muralla, que no se celebra en ella, se recrea el asedio a una ciudad romana, contando con la participación de asociaciones y múltiples voluntarios; y en el Circo romano se reproducen espectáculos que atraían en masa a los romanos, como luchas de gladiadores y carreras de Bigas (variante de cuádriga de dos caballos).
En el macellum (mercado) se ofrecen productos de artesanía y alimenticios típicos de la época, además de espectáculos de magia, malabares y música, y el programa se completa con bacanales, centinelas en las puertas de la muralla, batallas entre celtas y romanos, desfiles y cabalgatas, venta de esclavos, bodas romanas y diferentes exhibiciones y conciertos.
