Fiesta, verano, costa y sol. El título dice mucho pero no abarca todo porque la Feria de Agosto de Málaga es mucho más. Cosmopolita e internacional, merced a la eclosión turística de la Costa del Sol, tras el boom de las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo. Su éxito en el cargado programa festivo de España en ese mes radica en la pervivencia de sus tradiciones y esencias más típicas.
Tiene lugar en fechas variables -del segundo viernes de agosto hasta el domingo de la semana siguiente-, pero siempre coincidiendo con el 19 de agosto, fecha en la que la ciudad andaluza conmemora su incorporación a la Corona de Castilla por los Reyes Católicos, que hicieron su entrada en ella tal día como ese del año 1487. Su conquista fue un episodio sangriento en la guerra final contra el Reino nazarí de Granada y se logró tras uno de los asedios más largos de la Reconquista ya que duró seis meses, durante los que se cortó el suministro de alimentos a la población hasta su rendición el 18 de agosto. Lejanos ya aquellos tiempos, la Feria de Agosto de Málaga es una de las más grandes de Andalucía a lo que contribuye el hecho de que la ciudad sea el centro neurálgico de la Costa del Sol, uno de los espacios turísticos de mayor prestigio internacional, al que llegan cada año cientos de miles de personas venidas de todo el mundo. En ella desfilan trajes de flamenca y ejemplares de la raza del caballo andaluz. La feria de día se celebra en el centro histórico, con la calle Larios como principal lugar de encuentro, siendo típico el consumo de vino dulce y bailar al son de las malagueñas y los verdiales, los cantes del flamenco originarios de la ciudad y la provincia