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Los pueblos blancos de Cádiz: ruta mágica por la sierra de Grazalema

Pueblos blancos de Cádiz

En el corazón de la provincia de Cádiz, arropados por la sierra de Grazalema, se esconden algunos de los pueblos más bonitos de Andalucía. Son pueblos donde la mano del hombre y la naturaleza se dan la mano, donde las fachadas encaladas brillan en medio de un paisaje de roca, agua y vegetación. Son 19 las localidades que dan forma a la ruta de los pueblos blancos de Cádiz. En estas líneas repasamos los que quizá sean los principales, pero el viajero puede, casi debe, animarse a descubrir todos. Todos son blancos, todos tienen duende, pero también todos diferentes.

Los pueblos blancos más bonitos de Cádiz

Hay infinidad de rincones fascinantes que ver en Cádiz, pero esos pueblos blancos son especiales porque tienen historia, porque se alzan sobre un paisaje singular o porque han sabido mantener la esencia de Andalucía. Elegir entre los 19 se antoja difícil pues, como se ha dicho, todos merecen una visita calmada. Pero cuando el tiempo, o más bien la falta de él, no lo permite y es necesario elegir, hay algunos que irremediablemente debemos colocar en lo más alto de la lista.

Arcos de la Frontera

Arcos de la Frontera, uno de los pueblos blancos de Cádiz
Panorama de Arcos de la Frontera. | Shutterstock

Encaramado a una colina sobre un meandro del río Guadalete, Arcos de la Frontera se eleva imponente sobre el paisaje. No podía existir mejor puerta de entrada a esa ruta por los pueblos blancos de Cádiz. Porque la suya es una estampa de auténtico vértigo en la que desde la lejanía se advierten algunos de sus tesoros arquitectónicos. El Castillo de los Duques, antigua fortaleza árabe, la iglesia de San Pedro, con su robusta pero elegante torre-fachada, o la basílica menor de Santa María de la Asunción, de origen mudéjar.

Precisamente, esta basílica preside la plaza del Cabildo y en ella se descubre tal vez el mejor mirador de la localidad. Pero siguiendo esas callejuelas de fachadas impolutas del corazón de Arcos de la Frontera se llega a otros miradores cuyas vistas no son menos especiales: el de Abades, el de San Agustín o el de la Peña Vieja.

Olvera

Olvera
Olvera. | Shutterstock

Como la mayoría de sus hermanos, Olvera es un pueblo blanco que domina el horizonte desde lo alto. Pero no desde un cerro, sino desde tres. Y dos de ellos están coronados por magníficas construcciones. En uno se alza el castillo árabe, atalaya desde donde contemplar cómo las casas encaladas ascienden por la roca hasta casi rozarlo. En el otro cerro, la imponente iglesia de la Encarnación, del siglo XVIII.

Olvera son casas encaladas, pero también callejuelas estrechas y escalonadas como las del barrio de la Villa. Un pequeño caos urbano que recuerda su pasado musulmán, del que además del castillo se conserva parte del lienzo de la muralla. Y todo ello rodeado por campos de olivos que se pierden en el horizonte.

Setenil de las Bodegas

Setenil de las Bodegas
Setenil de las Bodegas. | Shutterstock

Sobre la roca, a sus faldas y bajo ella. El entramado urbano de Setenil de las Bodegas parece por momentos casi imposible. Y todo para adaptarse a una orografía singular moldeada por el río Trejo en forma de hoces. Su antigua fortaleza almohade y la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación destacan sobre el paisaje desde lo más alto del promontorio. Y ascendiendo por la ladera hasta ellas, esas casas blancas que más parecen luceros.

Pero hay que perderse por sus callejuelas para saborear la esencia de esta localidad y descubrir por qué Setenil de las Bodegas es uno de los pueblos más bonitos de Cádiz. En ningún otro se puede pasear, literalmente, bajo la roca. Roca que en algunos casos incluso impide que pase la luz y que, además, esconde otra de las peculiaridades de esta localidad: sus casas-cueva.

Grazalema

Plaza de Grazalema
Plaza de Grazalema. | Shutterstock

Grazalema se construyó arropada por los peñascos de la sierra a la que da nombre. La suya es una estampa idílica como pocas, que puede admirarse desde el mirador de los Asomaderos y desde el de Los Peñascos. Pero Grazalema no es solo paisaje, aunque sea un magnífico punto de partida para recorrer los senderos que atraviesan la sierra.

Grazalema es historia que se admira en su plaza Mayor, donde se alza iglesia de Nuestra Señora de la Aurora y se descubre una fuente medieval. Y es también gastronomía, protagonizada por dos productos que han dado fama a la localidad: la miel y el queso de cabra.

Zahara de la Sierra

Zahara de la Sierra, uno de los pueblos blancos más bonitos de Cádiz
Panorámica de Zahara de la Sierra. | Shutterstock

Zahara de la Sierra tiene todos los ingredientes para ser considerado uno de los pueblos blancos más bonitos de Cádiz. Sus casas ascienden suavemente por una colina, pero no alcanzan a la poderosa fortaleza nazarí del siglo XII, que incluso en ruinas impresiona y que se asoma al paisaje de la sierra de Grazalema. El camino es empinado y por tramos incluso agotador, pero las vistas con el embalse a sus pies quedan grabadas para siempre en la memoria.

De Zahara de la Sierra no hay que perderse tampoco la barroca iglesia de Santa María de Mesa, la capilla de San Juan Letrán o la torre del Reloj. Y si aprieta el calor, las aguas turquesa del embalse de Zahara-el Gastor son perfectas para refrescarse. De hecho, la localidad cuenta con una encantadora playa artificial.

Ubrique

Ubrique
Ubrique desde las alturas. | Shutterstock

La suya es una situación privilegiada. Sus casas blancas se apiñan bajo la protección del peñón de la Becerra y entre dos parques naturales, el de la sierra de Grazalema y el de Los Alcornocales. Pero Ubrique puede presumir de mucho más. De su origen romano se conservan restos de una antigua calzada y de la antigua ciudad de Ocuri. Mientras, de su pasado árabe aún perdura su a veces caprichoso trazado urbano, así como vestigios de un antiguo castillo.  Siglos después se alzarían joyas arquitectónicas como la iglesia de Santa María de la O y también el convento de Capuchinos, que hoy alberga una exposición dedicada a ese otro tesoro de Ubrique: la artesanía en piel.

El tesoro, en Cádiz, son estos 19 pueblos blancos: Arcos de la Frontera, Bornos, Espera, Villamartín, Algodonales, El Gastor, Olvera, Torre-Alháquime, Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Prado del Rey, El Bosque, Ubrique, Benaocaz, Villaluenga del Rosario, Grazalema, Benamahoma, Zahara de la Sierra y Algar. Un sueño tras otro.