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Calatrava la Nueva y Salvatierra, los castillos hermanos que se miran frente a frente

Calatrava la Nueva y Salvatierra al fondo

Los caballeros de la Orden de Calatrava tuvieron un cambio del siglo XII al XIII complicado. Todavía joven, pasó de ser una potencia militar en la lucha contra los almohades a casi desaparecer tras la batalla de Alarcos, en las inmediaciones de Ciudad Real. Un golpe que superaron en base a dos poderosas fortalezas. Primero la de Salvatierra y luego la de Calatrava la Nueva permitieron resurgir a los monjes guerreros y expandir sus encomiendas. Dos castillos medievales hermanos, elevados a ambos lados de un valle y zona de paso. Una pareja que se mira de frente y cuyos destinos quedaron atados por los caballeros que los habitaron.

Castillo sacro de Calatrava la Nueva
Castillo sacro de Calatrava la Nueva. | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha

De la Orden de Calatrava a la de Salvatierra

Los siglos de combates entre musulmanes y cristianos dejaron estampas dramáticas. Una de las peor recordadas por los segundos fue la batalla de Alarcos. Fue en el verano del 1195 cuando los almohades lograron vencer decisivamente a Alfonso VIII, rey de Castilla. La actitud chulesca del mismo, unida a la de obispos como el de Toledo, llevaron a obviar la ayuda leonesa y perder el control de una zona clave. Así, Extremadura fue saqueada y los árabes casi llegaron al entorno toledano. León logró contenerlos en su frente, llegando a aliarse con su enemigo religioso debido al desplante castellano que supuso obviarles en Alarcos.

El castillo de Ponferrada, recuerdo vivo de los templarios

Entre las plazas que se perdieron estaba el castillo de Calatrava la Vieja, sede de la orden. Un golpe casi mortal. Tal depresión solo se salvó por un acto a la desesperada que cogió por sorpresa a los almohades. Todavía era califa al-Mansur, el victorioso de Alarcos, cuando el maestre Martín Pérez de Siones lanzó una conquista relámpago desde las posesiones de la orden en Zorita de los Canes, Guadalajara. Una hueste compuesta por unos 400 caballeros acompañada de una peonada de 700 hombres se hizo con el castillo de Salvatierra. Sirvió así a los cristianos como lo hiciera Gormaz a Almanzor, siendo una notable punta de lanza.

Castillo de Salvatierra
Castillo de Salvatierra. | Shutterstock

Del origen de dicha fortaleza apenas hay información. Se estima que pudo edificarse entre los siglos IX y XI por los musulmanes. También hay teorías sobre un posible asentamiento romano previo. En todo caso, defiende un paso natural clave en la zona, por lo que su valor estratégico era enorme. Asimismo, su sillería y ubicación inaccesible lo hacía casi inexpugnable. De hecho, las crónicas dejan caer que solo fue tomado por los cristianos gracias a una traición.

Sea como fuere, los calatravos obtuvieron la única victoria que marcaría el camino a la batalla de las Navas de Tolosa. Hasta el 1211 resistirían sin apoyo alguno y rodeados por los cuatro costados por enemigos. Una mezcla de gesta y distracción que probó ser el alivio moral que requería la cristiandad. Esto llevo a que se conociera a la orden como de Salvatierra durante la etapa. Adaptaron la fortaleza a sus necesidades conventuales y la dotaron de iglesia, lo que enfureció a los almohades.

Vista aérea del castillo de Salvatierra
Vista aérea del castillo de Salvatierra. | Wikimedia

 El cambio de tornas y la construcción de Calatrava la Nueva

Como es lógico, el nuevo califa acabó tomando cartas en el asunto. An-Násir formó un ejército de gran tamaño y puso sitio a Salvatierra en el 1211. 300 caballeros lo defendían. Del asedio surgieron relatos casi legendarios, como las cargas heroicas calatravas que hostigaban a los almohades. Resistieron semanas hasta que la situación se hizo insostenible. Los musulmanes no tenían prisa y eran inteligentes, así que se limitaron a esperar una rendición. Esta llegó tras constatar los castellanos que no podían asistir a los calatravos. De esta forma huyeron.

No tardarían en cobrarse venganza. Una gran coalición cristiana liderada por un más calmado Alfonso VIII logró montar una cruzada para derrotar a An-Násir. Con León y Portugal mirando desde las distancia, sin atacar a los castellanos por la amenaza de excomunión del Papa, lograron atraer a Navarra, Aragón y fuerzas internacionales a su causa. De esta forma, en las Navas de Tolosa infligieron una derrota tremenda a los almohades, sentenciando su dominio peninsular. Esto llevó a recuperar Extremadura y más tarde Salvatierra.

Iglesia de Calatrava la Nueva
Iglesia de Calatrava la Nueva. | Shutterstock

Los ya recuperados calatravos sintieron la necesidad de tener una sede a la altura de su nuevo estatus en el entretiempo que llevó retomar su anterior sede temporal. Por eso echaron mano de los prisioneros árabes para erigir Calatrava la Nueva. Construido como convento y fortaleza, en su lugar estuvo el castillo de Dueñas, sobre el que los caballeros obtuvieron el dominio mitad por donación mitad por compra antes de Alarcos. La segunda década del siglo XIII vio elevarse esta mole. El cerro Alacranejo era ideal para la defensa y ya fue usado antes del medievo, desde la Edad de Bronce, por civilizaciones que incluyen romanos o visigodos.

El complejo se desarrollo de forma espectacular y suponía una casi una ciudad en sí mismo. Poseía una puebla para el servicio, protegida por una muralla completa bien conservada. Más allá de esta había más fortificaciones destinadas a defender campesinos o ganados, así como acoger ejércitos en paso. Dispuesta en varios niveles, cada vez más fuertes, disponía de un bien protegido convento y una iglesia cisterciense de tres naves. Finalmente, en lo más alto y en el centro, la fortaleza central es una poderosa ciudadela con cuatro niveles. Allí aguardaban dependencias como los archivos, que debían ser las más protegidas. Un intrincado sistema defensivo, de carácter inexpugnable especialmente al reforzarse con su cercana fortaleza hermana.

Calatrava la Nueva y Salvatierra al fondo
Calatrava la Nueva y Salvatierra al fondo. | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha

El recorrido al presente de Calatrava la Nueva y Salvatierra

La inmejorable protección del paso central que aportaban ambos castillos supuso que apareciera Calzada de Calatrava. Dicha población surgió como granero calatravo y ha sobrevivido hasta hoy. Asimismo, la unión dinástica entre Castilla y León, poco después de las Navas de Tolosa, y el alivio que supuso la toma de Sevilla dejó la zona relativamente tranquila. Hasta el siglo XIV Salvatierra siguió funcionando como fortaleza, pero la falta de actividad hizo mella. Mientras tanto, frente a él la misión de Calatrava la Nueva pasó a ser más administrativa que defensiva. Esto no evitó un desarrollo que fue en paralelo al de la Orden Militar.

Frontal más fuerte de Calatrava la Nueva
Frontal más fuerte de Calatrava la Nueva. | Shutterstock

Cada vez más una institución política, la tendencia se confirmó con el cargo de Maestre pasando a ser una herencia real desde el reinado de Fernando II de Aragón. La supervivencia como sede se extendió hasta que las desamortizaciones del XIX motivaron que el lugar quedase abandonado. El gran tamaño y complejidad del recinto fue en su contra y la ruina llegó. Pese a ello, sobre todo la parte central, logró quedar medianamente bien conservada. De Salvatierra apenas quedan restos de muros y la torre del Homenaje. Una lástima, al compararlo con enclaves como el castillo de Bellver, Vélez-Blanco, Ponferrada, Monzón o Burgalimar.

Hospederías de Calatrava la Nueva
Hospederías de Calatrava la Nueva. | Portal de Cultura de Castilla-La Mancha

La visita a ambos espacios es posible, aunque merece la pena centrarla en Calatrava la Nueva, mucho más entera. Los recintos exteriores y de la puebla merecen un paseo. En el caso del recinto amurallado del segundo espacio, se conserva la ronda de guardia. Del convento quedan estancias, especialmente almacenes. Por su parte, la iglesia cisterciense está muy entera y presenta un aspecto marcial. Al lado quedaba el camposanto de la orden. Más adelante queda la fortaleza central, con sus recovecos y puertas, que dejan claro el infierno que hubiese supuesto tomarla al asalto. Una visita que permite conocer la sangrienta historia de los dos castillos que permitieron sobrevivir a los calatravos.