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Margarita Xirgu, la actriz que rescató el teatro romano de Mérida

Margarita Xirgu y el teatro romano de Mérida

Hoy en día, resulta incomprensible que durante tantos siglos el teatro romano de Mérida permaneciera enterrado y olvidado. Desconocido, de hecho, porque nadie sabía lo que había bajo lo que parecían ser siete sillas que se abrían paso como podían hasta la superficie. Estos asientos eran, en realidad, la grada superior del teatro. No fue hasta principios del siglo XX cuando los trabajos liderados por José Ramón Mélida desvelaron uno de los mayores tesoros romanos de la península. Fue construido entre los años 16 y 15 a.C. Aunque el teatro no era el entretenimiento favorito del imperio, sí era importante. Fue siglos más tarde, con la llegada del cristianismo y sus prohibiciones, cuando el recinto se abandonó.

Esos trabajos de Mélida y su equipo permitieron desenterrarlo, pero realmente no se recuperó su valía y el porqué de su existencia hasta que no apareció Margarita Xirgu. La Xirgu, como ha sido conocida siempre. Nacida en Molins de Rei, Barcelona, en 1888, fue una importante actriz y directora teatral que cosechó grandes éxitos en España. Se los llevó también a América del Sur.

Su conocimiento del campo teatral, los años de experiencia y un olfato afinado le permitieron comprender, al quedar ante el teatro romano de Mérida, que esas ruinas no podían quedarse como simples ruinas. Había que hacer algo con ellas. Lo tuvo claro de inmediato: ese teatro tenía que volver a ser un teatro.

El sueño de la Xirgu

Lo cierto es que la primera imagen del teatro romano de Mérida impresiona
Lo cierto es que la primera imagen del teatro romano de Mérida impresiona. | Shutterstock

Fue durante un viaje hacia Badajoz, donde tenía función, cuando la Xirgu descubrió el teatro romano de Mérida. La actriz catalana se sentía atraída por todo lo que tuviera que ver con la antigüedad y quedó perpleja ante la primera imagen que tuvo del imponente edificio. Cuentan que se sentó en sus gradas e imaginó cómo sería representar allí, al aire libre y bajo el sol de Extremadura, una de sus obras.

En un principio, no consiguió el apoyo suficiente para que estas ruinas históricas volviesen a ser también un escenario. Así que dejó en barbecho este sueño hasta diciembre de 1932, cuando lo recuperó durante una tertulia en el Teatro Español tras el estreno de Del otro, de Miguel de Unamuno. La Xirgu hablaba de una antigua representación en las ruinas de Chapultepec, en México, seguramente lamentando no poder hacer lo mismo en Mérida. Fue entonces cuando expresó su deseo de montar una pieza clásica de algún autor de ascendencia española. El propio Unamuno se ofreció a traducir tal obra si era para ella. Dicho y hecho. Poco tiempo después, la Xirgu tenía sobre su mesa a Séneca, autor nacido en Córdoba.

Margarita Xirgú se enamoró del teatro romano de Mérida
Otra vez el teatro, ahora al anochecer. | Shutterstock

El plan era estrenar la Medea de Séneca en Mérida. El último gran obstáculo para su presentación también terminó por salvarse. El señor Mélida, descubridor del teatro y conservador del mismo, se opuso radicalmente a emplear un lugar de semejante valor histórico como espacio de ocio y divertimento. Al menos, hasta que charló con la Xirgu. Entonces comprendió que la actriz no quería otra cosa que recuperar ese lugar, llenarlo de vida y devolverle su esplendor histórico, sin ostentaciones ni grandes puestas en escena. Teatro y nada más. Se convirtió así en su principal aliado. Los siguientes meses se dedicaron a la preparación y el ensayo. El teatro romano de Mérida recuperaría sus orígenes dos mil años después de su creación.

El teatro que rescató al Teatro

Escultura de Margarita Xirgu en el teatro romano de Mérida
Escultura de Margarita Xirgu en el teatro romano de Mérida. | Shutterstock

El estreno de Medea tuvo lugar el 18 de junio de 1933. Margarita Xirgú interpretó a Medea con un texto de Séneca traducido por Miguel de Unamuno. Entre los entregados 3.000 espectadores se encontraba el presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, varios de sus ministros y el embajador de Italia. Contó también con la Orquesta Filarmónica de Madrid, dirigida por Bartolomé Pérez Casas. Fue una obra de tarde en la que también se vio anochecer. Así fue cómo, a través del sueño de la Xirgu, el teatro romano de Mérida volvió a ser un teatro.

Por el gran recibimiento que tuvo esta obra, y por saber recuperar de manera adecuada y simbólica este espacio histórico, desde la capital de la Vía de la Plata se plantearon continuar esta iniciativa. Los detalles y la situación ha cambiado desde entonces, pero este estreno fue el germen del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que se celebra cada año en los meses de verano. Es uno de los más importantes del género, a nivel internacional. Por la calidad de las obras presentadas y porque estas se presentan en un teatro con 2.000 años de antigüedad. Todo gracias a la cabezonería de la Xirgu.