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Moreda de Álava / Fiesta de los Judas

Fiesta de los Judas

La Semana Santa en Moreda de Álava cuenta con una tradición que pretende conjurar todos los males de la localidad.

La Semana Santa alavesa tiene en su haber tradiciones peculiares como la de la Quema del Judas, un acto muy extendido en localidades como Samaniego, Salinas de Añana, Lagrán o Moreda de Álava. Pretende, mediante la incineración de un muñeco que representa al apóstol traidor, expulsar el mal que alberga el pueblo. La peculiaridad de Moreda de Álava reside en ser la única de estas localidades —y de toda España— donde en lugar de quemar al Judas se queman a los “judesos”, que son, a la sazón, un Judas y una Judas.

Pese a enmarcarse en los actos de Semana Santa, concretamente durante el Domingo de Resurrección, las quemas expiatorias tienen un origen pagano, carnavalesco como puede verse todavía hoy en día en Zalduondo y en alguna otra parte de España. En algún momento de la historia, la tradición pagana se cristianizó y cambió de fecha, aunque manteniendo características comunes. Desfile, inculpación y condena.

En Moreda de Álava la tradición se remonta siglos atrás en el tiempo, pese a que no existan datos que nos den una idea clara de la fecha de inicio de la Fiesta de los Judas. Existe un documento datado en 1705 en el que se detalla el pago de doce reales a un gaitero que amenice una fiesta durante la Pascua de Resurrección que bien podría ser una quema. La Fiesta de los Judas solo ha dejado de celebrarse durante la Guerra Civil, cuando el pueblo se encontraba falto de juventud que organizase el evento. Son éstos, formados en cuadrillas, quienes se encargan año tras año de su preparación.

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Días antes de la fecha, los organizadores se encargan de recopilar los cargos de los que acusar a los judas. Los cargos son siempre hechos reales que ocurren en el pueblo durante el año. El día anterior al Domingo de Resurrección se fabrican los muñecos. Éstos están hechos a base de madera y paja, vestidos con ropas usadas y cubiertos con máscaras. Acostumbran a llevar en su pecho sendos carteles con sus nombres, deferentes cada año.

El día de la Fiesta de los Judas, a mediodía, los muñecos se transportan a pie hasta los muros de la iglesia, donde descansan expuestos a las miradas inquisitivas de todos los vecinos que acuden a misa. Tras la liturgia, tiene lugar el juicio en la plaza de la Concepción. Sobre la una y media del mediodía, los judas se someten a la voluntad del Tribunal del Pueblo. En él se leen los cargos y se acusa a ambos judas de ser la causa de los mismos. A continuación se condenan, sufriendo la pena primero el Judas y luego ella.

Cada muñeco de la Fiesta de los judas se encadena al centro de una larga soga. Después, se le prende fuego y jóvenes de la localidad lo voltean en el aire hasta que éste queda completamente consumido por las llamas. Posteriormente, las cenizas se recogen y la Fiesta de los Judas se da por concluida hasta el año que viene, cuando el pueblo tenga la ocasión de volver a conjurar los males que lo asolan.

Antiguamente, un gato se introducía en el interior de cada muñeco poco antes del juicio. El gato era una perfecta representación de los males que los judas portaban en su interior. Al prenderles fuego, los gatos escapaban del interior representando así el alma maligna de los judas, que huía asustada de la villa. Al cabo de los días, o tal vez de las horas, éstos regresaban a la población y el mal volvía a asentarse en sus calles hasta el año siguiente.

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