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Juanito Valderrama, el Musical

Se viene afirmando que `quien se expresa bien es porque entiende bien´; así como que `nobleza obliga´. Empleo estas dos clásicas afirmaciones para resumir las impresiones más poderosas que me ha dejado el asistir al espectáculo que Juan Valderrama viene presentando sobre su padre, el gran artista Juanito Valderrama. Debo confesar que me temía un resultado mucho menos brillante, porque me parece extremadamente complejo que un hijo exprese convincentemente algo tan complejo como la trayectoria de un gran personaje del espectáculo. El hecho de que el homenajeado hubiera tenido dos familias y que su trayectoria se desarrollase en varios regímenes políticos complicaba aún más el proyecto; podía haber habido excesos sentimentales y ajustes de cuentas y la contención prevaleció.Se trata de un recorrido por su carrera en el que como es lógico se eligen los aspectos más llamativos y las anécdotas coloristas y memorables; algo casi imprescindible, porque esto es ante todo un musical, un buen musical. La diferencia con otros musicales y actuaciones de homenaje es el buen tono y la sensibilidad que destila el protagonista; no solo ha recibido de sus padres —Juanito Valderrama y la también excelente Dolores Abril— notables dosis de talento escénico y musical, sino también el sentido común de quienes respetan la inteligencia del espectador y modulan bastante bien el contenido ideológico de lo que cuentan. Tal vez en éste sentido hay un leve exceso de exageración a la hora de marcar distancias del régimen franquista que encumbró a la fama a su padre, así como de los públicos adinerados que le pagaron y auparon como artistas; tantas fueron las descalificaciones a su padre que hasta cierto punto se entiende que trate de marcar distancias con ese ideario.

Muy interesante el repaso de los personajes del flamenco, el cante y el musical en la época franquista; también merecedora de reflexión la crítica cerca de los excesos de los puristas del flamenco al valorar la trayectoria de Valderrama y su generación. En éste sentido, nuestro Juan Valderrama demuestra cierto desconocimiento acerca de lo que ocurre en todas las disciplinas artísticas cuando se dan grandes vuelcos en los poderes públicos, con los consiguientes cambios en la identidad de los prescriptores. Cuando entra una nueva generación se hace sitio para si y sus amigos desplazando a la anterior; con y sin justificación y justicia. Muchos años estuvo en la cumbre artística su padre; todo un mérito.

Desde la perspectiva exclusivamente artística se trata de un musical planteado con los medios suficientes para conseguir el excelente resultado. Hay actuaciones en directo del protagonista, pero las justas; interviene en los momentos oportunos una buena bailaora que contribuye a representar momentos en los que la figura femenina resulta imprescindible. Los músicos también tienen una intervención adecuada. Se agradecen desde la perspectiva histórica los cortos y bien ejecutados audiovisuales. En resumen, uno de esos espectáculos en los que se respira la autenticidad y el sentimiento, ejecutado por unos intérpretes cercanos, creibles. Merece la pena ir a verlo (yo incluso me compré un CD con las canciones al salir del Teatro Bellas Artes.