fbpx

Menorca fascinante: sus pueblos más bonitos

Fornells es uno de los pueblos más bonitos e Menorca

Calas de película, paisajes que parecen sacados de un cuadro de Monet, naturaleza en estado puro… Menorca es uno de esos paraísos que ha sabido mantener su esencia a lo largo del tiempo. Menorca es estirarse en una playa recóndita y olvidarse absolutamente de todo. Es brindar ante un buen queso mahonés. Declarada Reserva de la Biosfera en el año 1993 por su rica naturaleza esta isla es un oasis de descanso, gastronomía y cultura ideal para perderse. Estas líneas se perderán por los pueblos más bonitos de Menorca.

Binibeca Vell, el oasis de los pescadores

Calle estrecha Binibeca Vell
Calle estrecha Binibeca Vell. | Shutterstock

A pocos kilómetros de Mahón se encuentra este pequeño santuario particular. Binibeca Vell es sinónimo de descanso. De calma, tersa. Aunque también de calles laberínticas y animadas terrazas. Visitar Binibeca supone introducirse de lleno en un pueblecito de postal con casas blancas y encaladas, así como una playa ideal para tomarse un largo respiro.

Fornells, el paraíso de la caldereta

El bonito puerto de Fornells
El bonito puerto de Fornells. | Shutterstock

Viajar a Menorca y no pedirse una caldereta de langosta en Fornells es como cocinar una paella sin arroz: el viaje está incompleto. Porque posar un pie en esta localidad menorquina supone iniciar una experiencia gastronómica de primera. Aunque, si se tuviera que resaltar uno de los platos estrella locales este sería, sin lugar a dudas, la caldereta de langosta. Y solo vale la de Fornells. De hecho, es uno de los platos favoritos del rey emérito.

Caldereta de langosta de Fornells
Siéntete Juan Carlos por un día comiendo una buena caldereta de langosta. | Shutterstock

Ubicado al norte de la isla, este pintoresco pueblecito es conocido por la gran extensión de su bahía. Tres kilómetros de longitud que se funden con las cristalinas aguas mediterráneas y el escenario perfecto para un paseo relajante al atardecer. Una de sus joyas es la famosa torre de Fornells. Una construcción de herencia británica que se convierte en un lugar clave para maravillarse con unas impresionantes vistas panorámicas de la isla.

Es Mercadal, el corazón de la isla

Vista panorámica de Es Mercadal
Panorámica de Es Mercadal. | Shutterstock

Un pueblo blanco ubicado justo en el centro de la isla. Es Mercadal enamora por varios motivos. El primero, probablemente, sea por sus blancas callecitas empedradas y sus molinos de viento. El segundo posiblemente interese aún más: es uno de los mejores pueblos de Menorca para conocer el sabor más tradicional de esta isla mediterránea.

También te puede interesar  El fascinante castillo imperial relacionado con Napoleón

En su variada oferta de restaurantes, algunos de ellos auténticas reliquias, se pueden degustar recetas como oliaigua, perol y la deliciosa raya al horno de Menorca. La mejor manera de finiquitar la comilona es con una buena coca bamba, la ensaimada menorquina. Y para bajar una buena comilona nada mejor que acercarse a visitar el emblemático Faro de Caballería.

¿Una curiosidad? Es Mercadal es un pueblo envuelto en las faldas de monte Toro, justo en el eje central de Menorca. Debido a su relativa lejanía a la costa, se cuenta que antiguamente algunos de sus habitantes nunca habían visto el mar. Cosa que, hoy en día, parecería casi imposible.

Llucmaçanes, campo y vida

Calle con flores en Llucmaçanes
Calle de Llucmaçanes. | Shutterstock

Coqueto, tranquilo y envuelto de naturaleza. Así es Llucmaçanes. Un pueblecito pequeño situado en la inmensidad de los verdes campos menorquines. La hospitalidad de sus habitantes y la increíble paz que se respira en cada uno de sus rincones vuelven Llucmaçanes en la opción ideal para desconectar en medio de un entorno natural inigualable.

Ferreries, la huella del diseño menorquín

Vista panorámica de Ferreries
Pueblo de Ferreries. | Shutterstock

Un pequeño valle abraza a este pueblecito salido de un cuento de hadas. Ferreries es uno de esos destinos que han sabido mantener el encanto de antaño y combinarlo con la modernidad que impera hoy en día. Sus coquetas casitas blancas se funden con el verde de sus montes formando una hermosa postal de contrastes.

En un paisaje tan mágico como este no resulta difícil inspirarse. Ferreries es famoso por conservar su industria de diseño de calzado y por ser uno de los destinos clave de exportación del mismo. Las tradicionales albarcas es un producto muy demandado en la isla y, lo cierto, es que resulta el calzado perfecto para el verano. Y si encima es de diseño, mejor que mejor.

También te puede interesar  El pueblo medieval de Toledo que ha brillado en la literatura

Sant Climent, camino a las calas

Caballo vestido para fiesta en Sant Climent
Fiestas de Sant Climent. | Shutterstock

Una de las grandes virtudes de San Climent es que se trata de una preciosa villa ubicada a pocos kilómetros de Calescoves, Canutells y Cala en Porter. Arenales paradisiacos de aguas cristalinas. Este pueblecito es el lugar perfecto para descubrir los ancestrales talaiots  disfrutar de un variado tapeo antes de continuar ruta. Por todo ello es uno de los pueblos con más encanto de Menorca.

Alaior, el paraíso del queso

 

Plaza de la Constitución, Alaior
Alaior. | Shutterstock

Alaior es uno de esos pueblos para perderse. Para olvidarse del mundo durante horas y vagar sin rumbo fijo. Alaior es encanto. Es maravillarse ante las blancas fachadas que responden al diseño tradicional de Menorca. Es recorrer sus vías estrechas, empedradas, que se cruzan y se separan. Es disfrutar de conversaciones en las pintorescas terracitas de los bares.

Visitar Alaior es un auténtico placer. Su gastronomía tradicional es de lo mejor de la isla y tanto en sus restaurantes como en el pueblo en general se puede disfrutar de un ambiente tranquilo y muy agradable. Algunos de sus productos artesanales estrella son embutidos, helados y su famoso gin Xoriguer.

Es Castell, arquitectura militar al uso

Vista de Es Castell, Menorca
Es Castell. | Shutterstock

Si hay un pueblo menorquín que sufrió como el que más la ira de los piratas ese es, sin duda, Es Castell. Ubicado a pocos kilómetros de Mahón, este pueblecito se presenta ante visitante con una arquitectura de diseño militar que, en ocasiones, se fusiona con la elegancia británica tan presente en la capital. Fruto de esta combinación surgen perlas arquitectónicas como La Mola, El castell de Sant Felip, el fuerte Marlborough y la torre d’en Penjat. Su animado puerto es una opción ideal para degustar una cena suculenta orillas del Mediterráneo.

Sant Lluís, la villa francesa

Calle de Sant Lluís
Callecita de Sant Lluís. | Shutterstock

Un oasis blanco situado en la costa menorquina. Sant Lluís quita el aire. Esta pequeña villa es ideal si uno busca relajarse alejado en un lugar recóndito. Según cuentan algunas lenguas, los franceses fundaron este pueblecito en honor a Lui XV, rey de Francia. El molí Dalt, un imponente molino de trigo, es visita obligada y símbolo tradicional de Sant Lluís.

También te puede interesar  Las mejores calas de Menorca que puedes visitar en barco

Binigaus, relax a pie de playa

Vista de la playa de Santo Tomás en Binigaus, Menorca
Vista de la playa de Santo Tomás en Binigaus. | Shutterstock

Perfecto para todos aquellos que en su plan de viaje a Menorca marcan con doble asterisco disfrutar de un buen descanso. Binigaus es un pequeño oasis de tranquilidad ubicado frente a la extensa playa de Santo Tomás, al sur de la isla. Rodeado de un paisaje verde y azul, este pueblecito es la elección ideal para alejarse de la civilización y envolverse de un hermoso ambiente natural. ¿Lo mejor? Las deliciosas propuestas de gastronomía marina que se pueden saborear con el murmullo del mar de fondo.

Los aficionados al snorkel también encontrarán en Binigaus la horma de su zapato. Las aguas cristalinas de su playa se convierten en un escenario idílico para sumergirse y nadar junto a rayas o los conocidos peces Xoriguer. Unos simpáticos acompañantes que, en su forma, se asemejan bastante a las mariposas. Para los amigos del excursionismo la playa de Santo Tomás es el enlace perfecto para realizar un tramo del Camí de Cavalls, un sendero que da la vuelta a Menorca, hasta llegar a las playas de Talis y Son Bou. Dos pequeños oasis que enamoran a simple vista. ¡Ojo que la primera es nudista!

Ses Salines, para todos los gustos

Ses Salines, Menorca
Ses Salines. | Shutterstock

Una de las grandes ventajas de hospedarse en Ses Salines, el último de nuestros pueblos más bonitos de Menorca, es que se trata del destino perfecto para combinar unas merecidas vacaciones de relax y playa con una amplia oferta de excursiones, actividades deportivas y gastronomía. Esta pequeña urbanización, además de poseer el encanto típico de los pueblecitos mediterráneos, se encuentra muy cerca del castillo de San Antonio de Fornells, de la cueva de Na Polida y la hermosa salina que bautiza al pueblo.