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Conoce la historia de las elecciones generales en España

Mujeres votan el Estatuto Vasco durante la II República, historia de las elecciones generales en España

Aunque el sufragio universal y la democracia se ven como algo normal hoy día, son cuestiones relativamente recientes en el panorama social español. El Antiguo Régimen copó durante siglos las decisiones de gobierno y los órganos representativos del estado. Sin embargo, desde la irrupción del liberalismo a principios del siglo XIX, las Cortes fueron abriéndose poco a poco al grueso de la sociedad. Un interesante recorrido cuyos frutos se recogen en la actualidad cada vez que se acude a las urnas y es conveniente conocer. Por ello, aquí está un breve repaso a la historia de las elecciones en España. Un viaje que va de 1812 en Cádiz hasta hoy.

Las primeras elecciones generales en España

Las Cortes de los distintos reinos que acabaron componiendo España se remontan al siglo XII. Cada uno tenía la suya propia y estas englobaban a los respectivos estamentos. Sus grados de poder variaban enormemente según el territorio. Por ejemplo, eran mucho más decisivas frente al rey las de Aragón y Navarra que las castellanas. En todo caso, eran órganos absolutamente distintos a los actuales, sin atisbo de la democracia actual e independientes entre sí.

Juramento de las Cortes de Cádiz, de José Casado del Alisal
Juramento de las Cortes de Cádiz. | José Casado del Alisal

Durante el siglo XVIII la llegada del absolutismo borbónico supuso que surgieran las Cortes Generales, compuestas por representantes de todos los reinos y divisiones de la monarquía hispánica. La importancia de este hecho respecto a la historia de las elecciones generales en España se vería en la primera Constitución Española, la Pepa de Cádiz. Durante 1810 se convocaron los primeros comicios. En plena Guerra de la Independencia, solo pudieron votar los varones mayores de 25 años y con “casa abierta”. Esto significaba que tenían que tener algún tipo de negocio o factoría.

Con todo, fue el 1 de octubre de 1813 cuando por primera vez en la historia de las elecciones generales en España se dio el sufragio universal masculino. De nuevo se necesitaba haber cumplido los 25. El voto era indirecto y de cuarto grado. Esto es, se seleccionaba a unos representantes que luego elegirían al jefe del Consejo de Ministros y había varios escalones hasta llegar al nivel superior de gobierno: parroquia, partido judicial, provincia. Además, cabe destacar que solo hubo una cámara hasta la reforma de 1834.

Entrada de Fernando VII en Valencia de Fernando Brambila
Entrada de Fernando VII en Valencia. | Fernando Brambila

La Restauración protagonizada por Fernando VII dio al traste con los avances liberales y dio comienzo al caos que dominaría el siglo XIX español. Así, los tumbos en el sistema, las intentonas golpistas militares y las posteriores restauraciones monárquicas fueron constantes. Cuando el sector liberal obtenía el poder, como en el Trienio Liberal de 1820, volvía a mirar hacia la apertura de la Constitución de 1812. En cambio, los proabsolutistas hacían lo contrario.

Sin embargo, la constante fue el voto fue censitario. Esto suponía que había que cumplir ciertas condiciones económicas y educativas para poder ejercer el derecho o presentarse al cargo. Asimismo, las últimas Cortes del Antiguo Régimen acaecieron en 1833.

La consolidación del sufragio universal masculino

No fue hasta el cenit del poder de la mayor figura liberal del siglo XIX español cuando se pudo dar un nuevo avance. Juan Prim y Prats fraguó las bases de la Revolución Gloriosa en el Pacto de Ostende. Junto al General Serrano y al Almirante Topete, logró destronar a Isabel II. A continuación se formó el Gobierno Provisional. En las elecciones constituyentes se usó por primera vez, de forma completa, el sufragio universal masculino. Si se era mayor de edad, es decir, se habían superado los 25 años, se podía votar o ser elegido.

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Gobierno Provisional del Sexenio Democrático
Gobierno Provisional, Prim es el cuarto desde la izquierda. | Wikimedia

La llegada de Amadeo I de Saboya, días después del asesinato de Prim en Madrid, trajo consigo tres elecciones en que se respetó la Constitución de 1869. Con la Primera República se mantuvo el sufragio universal masculino, aunque la representatividad y la limpieza de los comicios brilló por su ausencia. Finalmente, tras una nueva restauración borbónica Alfonso XII se hizo con el poder. Con él se gestó la Constitución de 1876, que llevó consigo la vuelta al sufragio censitario. De unos cuatro millones de personas el censo electoral pasó a 800.000.

Este revés en la historia de las elecciones generales en España se dio en el marco del turnismo ideado por Mateo Sagasta y Cánovas del Castillo. En él, el partido liberal y el conservador se alternaban el gobierno, componiendo ministerios en función de las necesidades vistas por el rey. Por tanto, las elecciones españolas apenas tuvieron influencia en este periodo.

Caricatura de Sagasta y los pucherazos
Caricatura de Sagasta y los pucherazos. | Gedeón

Tal sistema se mantuvo pese a que en 1890 una nueva Ley Electoral restableciera el sufragio universal masculino. La principal razón de la estabilidad estaba en el caciquismo. Redes clientelares se extendían de los ministerios a las alcaldías, asegurando una manipulación continua en las elecciones de España. Por tanto, el control del bipartidismo y su protección de la monarquía hizo que los comicios para elegir los representantes en Cortes fueran un gran amaño. Uno de los métodos más conocidos para ello fue el pucherazo.

Fue en 1923 cuando se celebraron las últimas elecciones generales del turnismo. La entrada en acción de José Antonio Primo de Rivera, que instauró una dictadura, suspendió la Constitución de 1876. En total, fueron 47 años en activo, lo que la convierten en la Carta Magna española más veterana de hasta la fecha. En ese periodo hicieron acto de presencia las primeras parlamentarias, 13 mujeres designadas por el dictador para su Asamblea Nacional, órgano que debía crear un marco legislativo que sustentara el régimen.

El voto se extiende a las mujeres

Curiosamente, el siguiente hito en la historia de las elecciones generales de España tiene como protagonista a unas municipales. Se trata de las de 1931, que se tomaron como un plebiscito entre la monarquía y la república. El triunfo de los partidarios de esta última en las grandes ciudades conllevó la rápida proclamación de la II República, el 14 de abril, solo un par de días después de los comicios.

Sin embargo, pese al optimismo inicial, las elecciones españolas de este periodo estuvieron llenas de polémicas. Por ejemplo, las constituyentes del 28 de junio del 31 contemplaron la elegibilidad de mujeres, aunque no pudieran emitir voto, que seguía siendo indirecto. A su vez, la edad mínima para votar bajó a los 23 años. Las circunscripciones pasaron a ser provinciales, así como ciudades de más de 100.000 habitantes. Por otro lado, las cortes serían unicamerales.

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Durante el proceso de creación de una nueva constitución se planteó la cuestión del sufragio femenino activo. Esto supuso un choque de trenes entre dos de las tres parlamentarias electas. Clara Campoamor, del Partido Republicano Radical de Lerroux, abogaba por aplicar el derecho de inmediato. Victoria Kent, del PSOE, optaba por aplazarlo. Creía que la iglesia controlaría el voto de la mayoría del electorado femenino. Así, lo ideal, según Kent, sería esperar a que las mujeres hubiesen obtenido experiencia democrática en dos elecciones municipales.

Mujeres votan el Estatuto Vasco durante la II República
Mujeres votan el Estatuto Vasco durante la II República. | Gobierno Vasco

El resultado de la consecuente votación fue un éxito para Campoamor, que contó con el apoyo de buena parte del PSOE, la derecha y partidos republicanos. En contra se mostró el propio partido de esta diputada y el centro. Las primeras ocasiones en que pudieron votar fueron en referéndums autonómicos, como el del estatuto vasco. Más tarde, en 1933 participaron con voto activo en las generales.

La Ley Electoral favorecía a los partidos mayoritarios en la teoría. En la realidad las coaliciones electorales solo se usaban a este efecto, resultando un parlamento muy atomizado. Había una vuelta inicial con listas abiertas, pese a lo cual se votó en bloque. Los candidatos con más de un 20% de votos obtenían el cargo y el resto, siempre que hubiesen logrado más de un 8%, pasaban a una segunda ronda.

Por su parte, el Presidente de la República salía del voto de las Cortes y de unos compromisarios. Estos también eran seleccionados mediante elecciones. Los comicios de este tipo solo se dieron una vez, en 1936. Sin embargo, elecciones generales hubo en 1933, cuando triunfó la CEDA, y en 1936, cuando ganó el Frente Popular. En ambas ocasiones los perdedores no admitieron de buena gana los resultados. De hecho, este segmento de la historia de las elecciones generales en España terminaron con la Guerra Civil. Para volver a hablar de unos comicios democráticos tocaría esperar a la Transición.

La vuelta de las elecciones a España

Tras el impasse democrático que supuso la dictadura de Franco, la Transición supuso un nuevo y último paso en la historia de las elecciones generales en España. Después de la muerte del dictador, el statu quo no tardó en venirse abajo. Ante esta situación, las distintas fuerzas políticas fueron capaces de desmontar el sistema desde la legalidad vigente. Gracias a ello se pasó a uno democrático.

La realización de comicios fue clave en este proceso. Así, la respuesta de la población era una incógnita. Aquellos que habían vivido de forma activa las votaciones de la Segunda República habían pasado una guerra y una dictadura de 36 años. Por su parte, la juventud no había podido participar en ninguna elección democrática.

Votación 1977, momento cumbre historia de las elecciones generales en España
Votación en los comicios de 1977, momento cumbre historia de las elecciones generales en España. | Wikimedia

Adolfo Suárez y el Rey Don Juan Carlos, presidente de gobierno y jefe de estado respectivamente, lideraron la Ley para la Reforma Política. Por ella se planeaba crear unas nuevas Cortes y eliminar el resto de instituciones. El propio parlamento franquista la aprobó, así como un referéndum celebrado el 15 de diciembre de 1976. Habría de nuevo dos cámaras, Congreso de los Diputados y Senado.

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Las consecuentes elecciones generales acaecieron el 15 de junio del año siguiente. Hubo una participación masiva. El voto fue universal y la edad de mayoría de edad estaba fijada en los 21 años. Adolfo Suárez fue el vencedor, seguido del PSOE. Pese a que hubo cierta cautela para no generar movimientos levantiscos entre los militares, partidos como el PCE o Esquerra Republicana de Catalunya pudieron estar en las papeletas.

Tampoco pudieron votar los menores de 21 en el archiconocido referéndum constitucional. Tuvieron que esperar a que la Carta Magna entrara en vigor para hacerlo. Las siguientes elecciones generales en España tuvieron lugar ya bajo esta nueva ley suprema. En 1979 se abrió la puerta a nuevos partidos, mientras que los jóvenes de 18 años al fin pudieron participar. Ganó de nuevo UCD. Durante este periodo, las campañas para concienciar de la importancia de acudir a la cita electoral fueron muy frecuentes.

La normalización de la vida electoral en España

En 1982 Felipe González logró vencer en los siguientes comicios. Se trata de un importante hito en la historia de las elecciones generales en España. No estaba claro cómo reaccionarían ciertos elementos militares al respecto, especialmente tras la intento golpista del 23F de 1981. Sin embargo, todo siguió un cauce pacífico, que resultó en otras tres contiendas ganadas por el socialista.

Precisamente en la campaña electoral que dio pie a su última legislatura, en 1993, se produjo el primer debate electoral. Esta era la faceta que le quedaba pendiente a la democracia española. Aznar y González se enfrentaron por partida doble. El primer combate fue en Antena 3. González, por entonces Presidente del Gobierno de España, no se preparó y perdió claramente. Una semana después demostró haber aprendido la lección y logró vencer al popular. Esto fue decisivo en las posteriores votaciones.

Aznar y González tras las elecciones generales de 1996
Aznar y González tras las elecciones generales de 1996. | Wikimedia

Desde entonces no han faltado anécdotas y sobresaltos relacionados con las elecciones generales. La llegada al poder del Partido Popular se tomó con naturalidad. En 2004 la situación fue crítica. Los atentados del 11M ocurrieron en la antesala de los comicios y afectaron gravemente a los resultados. Pese a esto, los cauces democráticos funcionaron a la perfección.

Mientras tanto, en los últimos años ha aumentado la frecuencia de las elecciones debido a la ruptura del bipartidismo. Esto complica sobremanera la formación de un gobierno. El uso de la Ley D’Hondt contribuye a ello. Este sistema fue el elegido para mejorar la proporcionalidad del voto y que las provincias con menor población, como Segovia, estuvieran mejor representadas. Sin embargo, uno de sus efectos es que fuera en escenarios con más de dos partidos fuertes divide mucho los escaños por fuerza política. Sea como fuere, la historia de las elecciones generales en España está viva y sigue escribiendo su futuro.