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Así se celebraba diciembre cuando todavía no existía la Navidad

Fiestas paganas en diciembre

Diciembre ha sido siempre un mes de celebraciones, pues mucho antes de que se instaurase la Navidad con la fuerza que tiene hoy en día ya existían las llamadas fiestas paganas. Antes de la cristianización del continente europeo, celtas y romanos tenían sus propios festejos, todas relacionadas con el fin de un ciclo y el comienzo de uno nuevo. Como ambos pasaron por la geografía española y dejaron su huella en ella, puede considerarse que en España también existió una pre-Navidad. Aunque la fiesta ha cambiado desde entonces, así como el motivo y las intenciones de la misma, todavía queda un rastro de la forma en que se abordaba, hace muchísimos siglos, este mes.

Saturnales, la fiesta de los romanos

Lo cierto es que la primera imagen del teatro romano de Mérida impresiona
Los romanos dejaron muchas huellas en su paso por la península, como este teatro de Mérida. | Shutterstock

Entre el 17 y el 23 de diciembre, los romanos celebraban una gran fiesta consagrada a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha. Los días coincidían con el solsticio de invierno, el periodo más oscuro del año en este hemisferio. Aunque quizá no tuviera una gran expresión como sí sucedía en el caso del pueblo celta, había en estas festividades algo de final de un ciclo y comienzo de otro nuevo. El 28 de diciembre, unos días más adelante, se celebraba también la fiesta del Natalis Solis Invicti, por el nacimiento del rey Apolo.

Los romanos visitaban, como se hace hoy en día, a familiares y amigos. Celebraban grandes banquetes e intercambiaban regalos. Las tareas relacionadas con la agricultura concluían durante estos días, por lo que los campesinos y esclavos se veían liberados del trabajo. Podían unirse, así, a los festejos, convirtiéndose en un momento en que las grandes diferencias entre clases sociales quedaban suprimidas.

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Todo giraba en torno a agradecer el ciclo que ya concluía y pedir por el siguiente. Se dice que durante esos días los romanos llevaban por bandera el dicho “todo lo que es serio está prohibido”. Esas celebraciones invadían el espacio público, pero también tenían su sitio en lo privado. De hecho, era habitual contar con una figura de Saturno en casa.

Los celtas también celebraban: las primeras fiestas paganas

Castro de Viladonga
Castro de Viladonga, en Galicia, puro legado celta. | Shutterstock

La celebración de los celtas recibía el nombre de Yule y era diferente, aunque en su esencia se encuentran similitudes, como el agradecimiento por el año vivido y también el rezo por el que estaba por llegar. En el caso de los celtas, sin embargo, se seguía un ritual que consideraban importante: la quema de símbolos para certificar que dejaban atrás una etapa. Este pueblo creía en las nuevas oportunidades, en la posibilidad de dejar todo atrás y comenzar de nuevo, y de esto iba un poco Yule.

Ya a finales de octubre, en lo que hoy se entiende como Día de Todos los Santos, los celtas celebraban la que quizá sea su fiesta más conocida: Samhain, con la que daban paso a la época más oscura del año. Como en este tiempo la barrera entre los vivos y los muertos parecía tambalearse, durante la celebración de Yule debía mantenerse un tronco encendido durante toda la noche. De esta manera se protegían de los espíritus en la noche más larga del año.

Aunque quizá lo más importante tenga que ver con una de las características fundamentales de esta cultura: su relación con la naturaleza. Era un pueblo enormemente conectado con su entorno. Para los celtas todos los elementos naturales tenían vida, un porqué, un significado. Así, durante los meses anteriores se esforzaban por cuidar un gran árbol al que terminarían prendiendo fuego, simbolizando la vida y la muerte. El fuego también tenía un papel importante, pues sentían cómo el sol se debilitaba en estos días de diciembre y buscaban, con las llamas, devolverle algo de fuerza. Es una celebración diferente a las que se viven hoy en día, pero los símbolos guardan semejanzas.

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Lo que se quedó la Navidad

No resulta complicado encontrar similitudes entre lo que se celebra hoy en día y las fiestas paganas de antaño
No resulta complicado encontrar similitudes entre lo que se celebra hoy en día y las fiestas paganas de antaño. | Shutterstock

Cuando Julio César introdujo su calendario, las fechas en que festejaban los romanos se movieron ligeramente. La fiesta del Natalis Solis Invicti, el nacimiento del Dios Sol, pasó a celebrarse el 25 de diciembre, ya que con la nueva medición el solsticio de invierno se adelantó cuatro días. Parece que fue de esta tradición de la que se tomó la fecha del nacimiento de Jesucristo, pues según los textos bíblicos en realidad nació en primavera. Fue el papa Julio I quien, a mediados del siglo IV, terminaría fijando este día, tremendamente popular entre los romanos. Fue una decisión tomada desde la lógica: los romanos paganos asimilarían mejor la fiesta cristiana si podían encajarla dentro de la que ya conocían.

Del pueblo celta pueden extraerse símbolos que guardan parecido con lo que hoy se tiene. Por ejemplo, el espectáculo de luces que siempre ha caracterizado la Navidad, adaptado a las características de cada época, puede beber de ese tronco encendido durante la noche. De la necesidad, al final, de iluminar la oscuridad de estos días. También aquello de quemar la etapa que concluye para dar paso a una nueva tiene relación con los festejos de Nochevieja.

Es decir, este mes de diciembre siempre ha tenido celebraciones, fiestas paganas de las que parte todo lo demás. La Navidad cristiana llegó más tarde y tomó prestadas ciertas cosas de culturas anteriores, muchas de las cuales, como las dos que protagonizan estas líneas, habitaron la península.