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Las pinturas que Francia robó a España y después se quedaron los ingleses

El equipaje del rey Bonaparte

Corría el año 1813. España se hallaba inmersa en plena Guerra de la Independencia contra Francia. El reinado de José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, tocaba a su fin. Ante la inminente llegada de sus enemigos, Pepe Botella, como se le conoce popularmente, decidió huir de Madrid. Pero no podía irse solo, claro. El presuntuoso monarca francés se llevó consigo todo lo que pudo en su carruaje en un episodio que se conoce como el equipaje del rey Bonaparte. Galdós relata en uno de sus episodios nacionales este acontecimiento. Era un convoy tan grande “que al verlo creeríase que en la capital de la monarquía no quedaba un alfiler”, escribió.

Rey José Bonaparte
Retrato del rey José Bonaparte hecho por Robert Lefevre. | Wikimedia

Idas y venidas de España y Francia

El contexto: la Guerra de la Independencia

Para poner el contexto al lector que no lo esté, en la Guerra de la Independencia, acaecida en España entre 1808 y 1814, el imperio de Napoleón se enfrentó al país ibérico. Este último contó, por suerte, con la ayuda de Gran Bretaña y Portugal. En 1813 el ejército francés había perdido varias batallas y sus tropas se iban replegando poco a poco hacia Francia. El británico duque de Wellington avanzaba con determinación por el norte peninsular.

Fue entonces cuando los franceses sufrieron una dura derrota en la llamada batalla de Vitoria, acontecida el 21 de junio. En aquel momento Bonaparte intentaba huir a Francia con todos aquellos enseres que había sustraído de Madrid. A su paso por Vitoria, coincidiendo con la contienda, el rey tuvo que abandonar gran parte de sus posesiones y huyó a Pamplona. Al término de la lucha, en las llanuras de Álava se extendían todo tipo de objetos.

El equipaje del rey Bonaparte, de documentos de estado a un orinal de plata

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Cuadro de la batalla de Vitoria, por Heath & Sutherland. | Wikimedia

Los autores José Luis Comellas y Luis Suárez Fernández recogen en su obra Del antiguo al nuevo régimen: hasta la muerte de Fernando VII que: “El terreno que rodeaba la ciudad estaba lleno de carros rotos de todo tipo, cajas, maletas, baúles y equipaje, mientras que masas de papeles, mapas, libros de contabilidad y cartas yacían por doquier en cantidades que lo asemejaban a una nevada”. En medio de todo aquel caos, los soldados de Wellington distinguieron el coche de Pepe Botella.

Pero, ¿qué contenía aquel botín? Por haber había de todo, desde luego. Desde cartas de amor hasta documentos de estado. Había incluso un orinal de plata. Sin embargo, lo que más valor tenía, un valor que aún se mantiene hasta nuestros días, eran los cuadros. El monarca francés había huido con nada menos que 200 pinturas. “200 pinturas sobre lienzo, desclavadas de sus bastidores y enrolladas, junto con dibujos y grabados”, así describe este expolio el Museo del Prado.

La recompensa de Wellington

El aguador de Sevilla
El aguador de Sevilla, de Diego Velázquez. | Wikimedia

Después del descubrimiento, las obras de arte se enviaron a Inglaterra con la intención, supuestamente, de ponerlas a salvo. El que fuera conservador de la pinacoteca real de Gran Bretaña William Seguier se percató, al catalogar las pinturas, de que muchas de ellas habían sido sustraídas de la colección real española. Cuando el duque de Wellington fue informado de este hallazgo, informó de ello al recién repuesto rey de España, Fernando VII, y se ofreció a devolverlas. Pero no hubo respuesta. Dos años después, en 1816, el duque volvió a insistir sobre la cuestión a la corona española.

Esta vez le transmitió el asunto a Fernán Núñez, que por aquel entonces era el representante español en Inglaterra. En esta ocasión, Wellington sí obtuvo contestación: “Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables”, escribió Núñez.

Como consecuencia de toda esta historia, parte de los cuadros que Bonaparte sustrajo pasaron a formar parte de la colección del duque. Hoy estas pinturas pueden verse en el Apsley House de Hyde Park Corner, en Londres. Entre ellas hay auténticas obras de arte de importantes artistas. La Última Cena de Juan de Flandes, el Aguador de Sevilla de Velázquez o la Sagrada Familia de Giulio Romano son algunas de ellas.