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Tió de Nadal y Cagatió, la tradición más extraña de las Navidades

Un par de ejemplares de Tió de Nadal Caga Tió

La Navidad en España es una época repleta de ritos y personajes que son cada uno de su padre y de su madre. Es lo bueno de tener un país tan variado culturalmente como este. Entre ellos sobresalen los asociados a la leña. Al fin y al cabo, es invierno y hace falta algo para calentarse. Dentro de estas tradiciones navideñas destaca, mucho más que el aburrido y típico árbol, un tronco con cara. Es el Tió de Nadal, traducido “tronco de Navidad”, típico en Catalunya y alguna parte oriental de Aragón. Pero si él es raro, más lo es todavía el evento que protagoniza en Nochebuena: el Cagatió o Caga Tió.

El origen del curioso Tió de Nadal

Como se ha dicho, lo de la madera es típico de Navidad o, más bien, de lo que hubo antes de estas fiestas. No en vano, las celebraciones navideñas vienen a ser en muchos casos reconversiones de aquellas que los paganos dedicaban al solsticio. Se cree que de ahí llega el Tió de Nadal. En el Aragón occidental se le llama Tronca y era básicamente un leño tirando a gordo que se quemaba el día 25. Al principio, no era más que eso, material combustible que celebraba que uno lo tenía y no se había muerto de frío. Una forma de animarse cuando los días pasan de acortarse a alargarse.

Versión simple del Tió de Nadal
Versión simple del Tió de Nadal. | Shutterstock

Estos modos no son raros, especialmente cuando se piensa en el carbón. El apalpador, el olentzero o los reyes magos lo traen a los chavales. El concepto de congelación estaba mucho más presente por entonces. El Tió de Nadal evolucionó de tronco para quemar y pasó a dar pequeños regalos, por lo que lo mejor es que la madera tenga huecos o se alce un poco. Además. se le alimentaba y cuidaba desde inicios de diciembre, siendo el punto de arranque habitual la Inmaculada.

Una nena y un Tió de Nadal
Una niña y un Tió de Nadal. | Shutterstock

Sus últimas versiones incluyen todo lo anterior, solo que se ha ido haciendo más “humano”. Se le añadió una mantita y finalmente, en Catalunya, una carita y una barretina. Al final ha quedado un personaje muy simpático. Pero queda lo mejor, lo que le ocurre al pobre el 24 de diciembre.

El Cagatió, una tradición de canciones y palos

Después de cuidar durante cerca de un mes al Tió de Nadal, este llega tranquilo al día anterior a la Navidad. Es Nochebuena, una ocasión en que celebrar y reunirse en familia. El tronco descansa, tapado por una manta. Es entonces cuando los chavales están listos para recibir regalitos. Estos bien se introducen poco a poco en el tronco o se aprovecha una ausencia de los niños para meterlos. Lo tradicional es que sean dulces o bagatelas, porque son los reyes los que traen los presentes de mayor envergadura.

Un par de ejemplares de Tió de Nadal
Un par de ejemplares de Tió de Nadal. | Shutterstock

Una vez el feliz Tió de Nadal está repleto de presentes, los más pequeños vuelven a la acción. Es hora del Caga Tió. Cargados de palos, golpean al tronco y entonan canciones que varían según la zona pero que tienen en común el carácter festivo. El elemento común, como hace prever el nombre de la tradición, es que el madero defeca los regalos. Muy escatológico, un elemento socarrón que se ve también en los caganers. En todo caso, sorprendente es.

Una vez dados los palos, se recogen los presentes o se espera al 25 para hacerlo. Sea como fuere, se disfrutan y la madera vuelve a ser madera. Antes se quemaba del 25 al 6 de enero y sus cenizas eran lanzadas al campo. Hoy, sobre todo en las ciudades, se suele obviar este último paso. Sea como fuere, no se puede negar que a esta tradición no le falta imaginación. Tampoco que esté en boga. Aunque tenga cientos de años, el Tió de Nadal sigue siendo popular y el Cagatió se sigue y se seguirá celebrando.