La Navidad en España es una época repleta de ritos y personajes que son cada uno de su padre y de su madre. Es lo bueno de tener un paÃs tan variado culturalmente como este. Entre ellos sobresalen los asociados a la leña. Al fin y al cabo, es invierno y hace falta algo para calentarse. Dentro de estas tradiciones navideñas destaca, mucho más que el aburrido y tÃpico árbol, un tronco con cara. Es el Tió de Nadal, traducido “tronco de Navidad”, tÃpico en Catalunya y alguna parte oriental de Aragón. Pero si él es raro, más lo es todavÃa el evento que protagoniza en Nochebuena: el Cagatió o Caga Tió.
El origen del curioso Tió de Nadal
Como se ha dicho, lo de la madera es tÃpico de Navidad o, más bien, de lo que hubo antes de estas fiestas. No en vano, las celebraciones navideñas vienen a ser en muchos casos reconversiones de aquellas que los paganos dedicaban al solsticio. Se cree que de ahà llega el Tió de Nadal. En el Aragón occidental se le llama Tronca y era básicamente un leño tirando a gordo que se quemaba el dÃa 25. Al principio, no era más que eso, material combustible que celebraba que uno lo tenÃa y no se habÃa muerto de frÃo. Una forma de animarse cuando los dÃas pasan de acortarse a alargarse.

Estos modos no son raros, especialmente cuando se piensa en el carbón. El apalpador, el olentzero o los reyes magos lo traen a los chavales. El concepto de congelación estaba mucho más presente por entonces. El Tió de Nadal evolucionó de tronco para quemar y pasó a dar pequeños regalos, por lo que lo mejor es que la madera tenga huecos o se alce un poco. Además. se le alimentaba y cuidaba desde inicios de diciembre, siendo el punto de arranque habitual la Inmaculada.

Sus últimas versiones incluyen todo lo anterior, solo que se ha ido haciendo más “humano”. Se le añadió una mantita y finalmente, en Catalunya, una carita y una barretina. Al final ha quedado un personaje muy simpático. Pero queda lo mejor, lo que le ocurre al pobre el 24 de diciembre.
El Cagatió, una tradición de canciones y palos
Después de cuidar durante cerca de un mes al Tió de Nadal, este llega tranquilo al dÃa anterior a la Navidad. Es Nochebuena, una ocasión en que celebrar y reunirse en familia. El tronco descansa, tapado por una manta. Es entonces cuando los chavales están listos para recibir regalitos. Estos bien se introducen poco a poco en el tronco o se aprovecha una ausencia de los niños para meterlos. Lo tradicional es que sean dulces o bagatelas, porque son los reyes los que traen los presentes de mayor envergadura.

Una vez el feliz Tió de Nadal está repleto de presentes, los más pequeños vuelven a la acción. Es hora del Caga Tió. Cargados de palos, golpean al tronco y entonan canciones que varÃan según la zona pero que tienen en común el carácter festivo. El elemento común, como hace prever el nombre de la tradición, es que el madero defeca los regalos. Muy escatológico, un elemento socarrón que se ve también en los caganers. En todo caso, sorprendente es.
Una vez dados los palos, se recogen los presentes o se espera al 25 para hacerlo. Sea como fuere, se disfrutan y la madera vuelve a ser madera. Antes se quemaba del 25 al 6 de enero y sus cenizas eran lanzadas al campo. Hoy, sobre todo en las ciudades, se suele obviar este último paso. Sea como fuere, no se puede negar que a esta tradición no le falta imaginación. Tampoco que esté en boga. Aunque tenga cientos de años, el Tió de Nadal sigue siendo popular y el Cagatió se sigue y se seguirá celebrando.