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Guadalajara / Tenorio Mendocino

Tenorio Mendocino

El Tenorio Mendocino hace de las calles de Guadalajara un escenario de una peculiar representación de Don Juan Tenorio donde la trama de la obra de José Zorilla se mezcla con la historia y el patrimonio.

Corría el año 1992 cuando los integrantes de la Asociación de Amigos de la Capa de Guadalajara decidieron improvisar varias escenas de la obra romántica Don Juan Tenorio en varias tabernas de la ciudad de Guadalajara. Lo que comenzó siendo una especie de juego, fue repitiéndose año tras año y creciendo de manera exponencial hasta terminar consagrándose como una de las principales fiestas de la localidad. Un acontecimiento que congrega a miles de personas en torno a su celebración y que, en 2010, fue declarada como Fiesta de Interés Turístico Regional.

La principal singularidad de esta representación, que todos los años tiene lugar en una fecha próxima al día de Todos los Santos, reside en aunar magistralmente los aspectos propios de la trama creada por José Zorrilla en 1844 con otras consideraciones propias de la Guadalajara del siglo XVI, concretamente con todo lo referido al linaje de los Mendoza. Esta familia fue la más rica e influyente de la ciudad durante los años en los que se desarrolla la historia de Don Juan Tenorio, y buena parte de la historia, el arte y el patrimonio de Guadalajara se debe directamente a su labor política, económica y de mecenazgo. Así, algunos de los edificios más importantes de la época, todos ellos promovidos por los Mendoza, son el escenario de una representación donde Don Juan Tenorio, Don Luis Mejía, Doña Inés de Ulloa y otros personajes de la popular obra se mezclan con miembros de dicho linaje familiar haciendo de la propia ciudad de Guadalajara uno de los principales protagonistas del libreto.

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En torno a esta fiesta del Tenorio Mendocino, cada año son movilizados más de ciento cincuenta participantes entre actores y figurantes, todos ellos no profesionales. El guión sufre leves modificaciones conforme avanzan las ediciones, variando algunos diálogos y dotando a determinados personajes de un carácter cambiante que hace todavía más atractiva la obra. Todos los implicados en la representación ensayan duro durante todo el año para lograr una escenificación lo más realista y creíble posible, hecho que sin lugar a dudas se consigue, como bien demuestra la enorme acogida que esta fiesta tiene entre la propia población local y quienes desde muchas partes de España se acercan hasta Guadalajara para asistir a su representación. El palacio del Infantado, el palacio de Antonio de Mendoza, la concatedral de Santa María, el palacio de la Cotilla o la iglesia de los Remedios son algunos de los escenarios a través de los que los personajes se mueven en el desarrollo de la trama. La organización del Tenorio Mendocino sigue estando en manos de la Asociación Gentes de Guadalajara, la misma entidad que, bajo otro nombre, comenzó años atrás esta representación que pronto derivó en una gran tradición festiva.

Cuando José Zorrilla escribió Don Juan Tenorio en 1844, creó una obra clave del romanticismo en España; una historia de capa y espada adaptada al imaginario de su propia época, dotada de grandes dosis de imaginación y cierta e intencionada falta de verosimilitud. Los aspectos básicos de esta inmortal historia siguen patentes en la representación del Tenorio Mendocino, pero a ellos se añade el propio carácter de la ciudad de Guadalajara, de sus gentes, sus monumentos y su lugar en la historia de la literatura de España.

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