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Las preuvas, un ensayo de la Nochevieja

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Mucha gente se aúna en la plaza del Sol de Madrid. Es de noche y el frío muerde con fuerza en la carne de los presentes. Pero ni el exceso de personas ni las bajas temperaturas amainan los ánimos. A las 12 en punto unas campanadas comienzan a sonar y cada uno de los asistentes come al son de las campanas una uv… ¿gominola? Hasta hace un momento no cabía ninguna duda de que esta escena pertenecía a la de la Nochevieja: las 12 campanadas del 31 de diciembre. Sin embargo, al mirar el calendario la fecha resulta inconfundible: es 30 de diciembre y, en realidad, esta noche no se celebran las uvas, sino las preuvas.

Las diferencias con la noche a la que precede no son muchas, pero las hay. Si uno se fija más podría apreciar en la plaza algunas diferencias más allá de la mutación de las uvas en otros alimentos. La mayoría de los asistentes no van engalanados con elegantes trajes. En su lugar, llevan pelucas de colores y abalorios por el estilo. En la ventana de la Real Casa de Correos no asoma ningún periodista ni famoso a presentar el fin de año, ni tampoco es el día en el que la celebración aparece en todas las cadenas televisivas.

Plaza Mayor
Plaza del Sol de Madrid. | Shutterstock

Una tradición en sí misma

El reloj que preside la puerta del Sol cuenta con más de 150 años. Es por eso, y por la trascendencia que ha adquirido la última noche del año, que desde hace tiempo se viene haciendo una revisión previa antes de Nochevieja, un ensayo. Y, por si acaso, se hace, además, tres veces. Dos en el 30 de noviembre -una a las 12 de la mañana y otra a las 12 de la noche- y una última el mediodía del 31, pocas horas antes del gran acontecimiento. Sin embargo, el ensayo que más visitas recibe es, con diferencia, el de la noche. De hecho, este simulacro se ha convertido en una tradición en sí misma.

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Las preuvas constituyen para muchos una ocasión para despedir el año entre amigos, reservando el día 31 para la familia. Sea como fuere, no se sabe exactamente cuándo ni por qué empezó este hábito, pero corre el rumor de que comenzó como una broma entre amigos. En la actualidad las preuvas llenan la puerta del Sol tanto como las uvas. La estación de Sol se cierra al público y los accesos a la plaza también. Por eso, hay que llegar al menos con dos horas de antelación y contar con que ese día el centro de Madrid estará hasta los topes con la intención de disfrutar de un fin de año diferente.