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La Inmaculada Concepción, de conflicto cristiano a fiesta nacional

Dogma de la Inmaculada Concepción

Lo que hoy es motivo de fiesta nacional fue, hace siglos, un conflicto que dividió al cristianismo. En realidad, son muchas las disputas que han enfrentado a la cristiandad a lo largo de la historia. La creencia en la Inmaculada Concepción no fue el primer dogma conflictivo, tampoco el último, pero tuvo una especial importancia en España, impulsora como fue de uno de los bandos.

La raíz del conflicto

Imagen de la Inmaculada Concepción en Sevilla
Imagen de la Inmaculada Concepción en Sevilla. | Shutterstock

Seguramente este conflicto haya estado presente desde los albores del cristianismo, pues está relacionado con la base de sus creencias, aunque no fuera hasta el siglo XII cuando se colocó sobre la mesa como objeto de debate oficial y generalizado. Esta creencia católica ha sostenido siempre que María, por ser la madre de Cristo, no podía ser víctima del pecado original con el que carga el hombre tras la desobediencia de Adán y Eva. Es decir, no podía haber sido concebida como el resto de la humanidad. No hay que confundir esta creencia con la que señala la concepción virginal de Jesús, esto es, sin intervención de hombre alguno en el proceso. Una cosa va antes que la otra.

Parte del cristianismo la consideró libre de pecado desde su nacimiento, pero frente a ellos se situó otro grupo no menos numeroso que no veía demasiado claro esto de la concepción inmaculada. Sobre todo porque, visto de ese modo, la madre de la Virgen tampoco podría haber sido concebida bajo el pecado original, ni tampoco la madre de ésta, ni la abuela de la madre de la Virgen, y así sucesivamente. Quienes defendían la pureza de María, sin embargo, no veían necesidad alguna de extender su virtud a todos sus antepasados. Como sucede con la mayoría de los dogmas, generó controvertidas discusiones que tardarían años en solucionarse.

Historia, desarrollo y resolución

Inmaculada Concepción, la Niña, por Bartolomé Esteban Murillo
Inmaculada Concepción, la Niña, por Bartolomé Esteban Murillo. | Wikimedia

Ya desde la Edad Media, este carácter inmaculado de la Virgen fue popular en muchos reinos cristianos peninsulares. Se conserva un documento del XI Concilio de Toledo, del año 675, en el que el monarca visigodo Wamba se declaraba “Defensor de la Purísima Concepción de María”.

Este discurso lo heredaron reyes de épocas muy posteriores, entre los que destacan un par de ellos. Carlos III, que defendió la pureza de la Virgen y la declaró patrona de todos sus reinos y posesiones, lo que explica que países como Argentina, Chile o México tengan también su fiesta nacional. También Felipe IV, que en 1644 declaró que esta creencia quedaba constituida en todos sus reinos como fiesta de guardar.

No fue hasta 1854, sin embargo, cuando el debate quedó zanjado. Al menos, de manera oficial. Fue entonces cuando la Iglesia Católica, bajo el papado de Pío IX, promulgó el dogma de la Inmaculada Concepción. La Virgen María había sido la mujer escogida por Dios, desde antes incluso de nacer, para concebir a su hijo en la Tierra. Por tanto, esta había estado libre de pecado desde antes de llegar al mundo. Fin de la discusión.

¿Por qué el 8 de diciembre?

Inmaculada Concepción, por Francisco Rizi
Inmaculada Concepción, por Francisco Rizi. | Museo del Prado

En España, cada año, se celebra el 8 de diciembre el día de la Inmaculada Concepción. Para comprender la importancia de esta fecha hay que consultar dos ramas diferentes. Por un lado, la de la propia Iglesia Católica, que celebra el nacimiento de la Virgen el 8 de septiembre. Dado que nueve meses antes fue concebida, de ahí sale lo del 8 de diciembre.

Por otro lado, la historia de España encierra un episodio bélico que además llegó con milagro. Durante la Guerra de los Ochenta Años, en 1585, el ejército español se encontraba librando la batalla de Empel. A las tropas españolas no les iba a pintar demasiado bien, pero durante la excavación de una trinchera uno de los soldados encontró una imagen de la Virgen. Se trataba de una tabla flamenca que reflejaba, según se cuenta, la inmaculada concepción de María. Entonces se improvisó un altar y se rezó durante toda la noche. Parece que sus plegarias fueron escuchadas, pues contra todo pronóstico vencieron una batalla que consideraban perdida.