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Miradas del Camino, los propósitos logrados

Testimonios del Camino de Santiago

Llegar a Santiago de Compostela por los senderos peregrinos engloba una amalgama de emociones. Pero quizá la más citada, al menos en estas conversaciones con quienes se han lanzado al Camino de Santiago este verano de 2021, ha sido la satisfacción. Satisfacción por hacerlo y por llegar. Por lograrlo. Ese propósito lo comparten todos los peregrinos, sin que importe si lo realizan andando o en bicicleta. Independientemente del motivo por el que se realiza ese Camino, al margen también de los caminos escogidos para hacerlo, llegar a Santiago es la meta. Y todas las Miradas del Camino así lo reflejan.

Un camino por uno mismo

Teresa
Fotografía: Paula Garvi

Yo ya había venido otra vez y me encantó”, empieza a contar Teresa, que llegó de L’Olleria, en Valencia, acompañada de su amiga Sara y de Ana, a quien ha conocido en esta experiencia. Ana habló mucho y muy bien sobre hacer el Camino por uno mismo. También Teresa comparte esta creencia, quizá porque su primer Camino fue por motivos laborales. Este es por ella misma. A la pregunta sobre qué dijo la gente de su alrededor al comentar que se lanzaba al Camino responde de inmediato: “Que qué suerte”.

Teresa se lanzó a los sendero cuando le comunicaron que no renovaba su contrato. “Fue decirme que no renovaba contrato y decir: me voy al Camino de Santiago”, explica tajante. Se siente como una decisión que tomó en el momento, como ese tipo de seguridad que de pronto uno llega a sentir incluso aunque no se lo haya planteado con anterioridad. Pero ella sí se había planteado volver, solo necesitaba que se presentase la ocasión perfecta. “Me venía bien desconectar un poco de dos niñas pequeñas, de todo este año que ha sido…”, continúa. Ha sido un año complicado.

Para Teresa, subir al norte es una cura. “Todo ese verde… A mí siempre me hace desconectar. Andar por la sierra, ya sea el Camino o cuando hemos ido a Huesca… El año pasado, que mi hija ya era un poco más mayor, cada vez que íbamos a un sitio con mucho verde, íbamos buscando a Campanilla. Hoy me ha recordado mucho a todo eso”, añade. Habla con una sonrisa en los labios y también en los ojos.

Le preguntamos en qué piensa uno cuando está andando, además de buscar Campanillas. “He afianzado las decisiones que había tomado”, asegura, coincidiendo con otros peregrinos compañeros. “Creo que estoy más segura de mí misma con respecto a lo que voy a hacer”, apuntilla. También apela a ese tiempo con una misma: “sobre todo, me ha servido para desconectar. De las niñas, porque tengo una de 4 y otra de 18 meses. Espero que me sirva para destetar a la pequeña”. Teresa es otra mujer que, se siente, está haciendo el camino por ella misma. Lo está haciendo por cuestiones diversas, pero lo tiene claro: “es por varios motivos, sí. Sobre todo, por mí”.

Tampoco es tan cansado, cuenta, y lo importante es “un buen calzado” y especialmente “estar dispuesto a llegar”. Ella que ya lo consiguió en una ocasión puede hablar con conocimiento de la experiencia que supone llegar a Santiago. ¿Es emocionante? “Sí”, de nuevo esa seguridad en su voz, “porque son muchos días de andar. Es emocionante y es triste, porque ya se acaba, pero es como un logro. Como un… Lo he conseguido”.

Ahí está esa satisfacción, que quizá repita algún día: “ayer nos cruzamos con un abuelo y un nieto que lo estaban haciendo, y me parece súper bonito. Nos hemos cruzado también con un padre y un hijo, una madre y una hija… Y he pensado: ojalá mis hijas quieran, en un futuro. Es algo que compartir con la gente que quieres”. Porque el Camino es una experiencia individual y también una experiencia colectiva.

Cuando no esperas lograrlo, pero lo haces

Ismael
Fotografía: Paula Garvi

“Nosotros tampoco estamos acostumbrados a hacer mucho deporte. Si no estás acostumbrado, te levantas el día después de la primera etapa con dolores por todos los lados”, cuenta Ismael, que está haciendo el camino junto a Mireia. Ella prometió a su abuelo, natural de Melide, que lo haría en Año Xacobeo y él le acompañaría. Lo hacen por una promesa. No tienen alma de deportistas, ni están especialmente interesados en ese espíritu peregrino que sí se advierte en otros caminantes. Pero lo están disfrutando y lo recomendarían.

Sobre qué van a sentir cuando lleguen a Santiago cuenta lo siguiente: “la satisfacción de haber terminado. De volver a casa, ver a los míos, a los niños, que los hemos dejado con mi madre. Satisfacción de haber hecho una cosa que no pensábamos que íbamos a hacer, y más en nuestro caso. Hay gente que su afición es correr o andar y dice: voy a hacer el Camino de Santiago. Pero nosotros no. Lo más deporte que hago es pescar: tiro la caña y me quedo mirando, sentado, en la silla. Así que hacer una cosa así te da satisfacción. Es un reto.

Una meta personal

Manuel
Fotografía: Paula Garvi

Ha sido un año complicado, lo ha sido para todos los peregrinos y la mayoría de ellos lo exponen sin tapujos. Sin remedio, porque es casi una verdad universal. Así lo cuenta Manuel: “yo trabajo en una residencia con personas con discapacidad intelectual, entonces, aunque todos viviéramos la pandemia muy de cerca, yo lo viví aún más, porque tenía personas dependientes con patologías previas. Y cuando nadie sabía lo que era el virus, ahí estábamos nosotros trabajando, al pie del cañón. Luego, cuando llegó septiembre, mi padre también se puso malo, estuvo más de un mes ingresado. Entre todas esas cosas, yo necesitaba desconectar. Como unas vacaciones, pero sin ser vacaciones. No quería irme a la playa. Quería algo así”, explica.

“Algo así” es el Camino de Santiago, un lugar donde dejarse llevar por ese aura de tranquilidad que comparten los peregrinos, que se apoyan y se animan. Se comprenden y se consuelan. También de esto habla Manuel: “estoy conociendo a personas maravillosas, como Inma, y el rato de convivencia, el contar las experiencias… Hay un intercambio de vivencias que te enriquecen como persona, y eso yo creo que también es el Camino”.

Precisamente Inmaculada hablaba sobre cómo en estos momentos, en la bondad de esas personas con las que ha compartido sendero, ha encontrado a Dios. Manuel, que también llegó de Córdoba, concretamente de Cabra, necesitaba algo similar en este sentido: “echaba de menos reencontrarme conmigo mismo en lo que respecta al amor de Dios. Yo siempre… He sido monaguillo, he tenido relación con la Iglesia, pero me he despegado a lo largo de los años, por mis vivencias, por mis experiencias y demás, y quería ese momento de reencuentro. De reencontrarme conmigo mismo, con el niño que era en ese momento. La verdad es que me está sirviendo muchísimo”.

Y, al final, Manuel, como el resto de peregrinos, tiene claro un significado que se une de forma ineludible al Camino de Santiago. Esto también, como una verdad universal. “A mí me dio una temporada por correr y me voy a sentir como si llegara a una meta de verdad. Es algo que he conseguido, una meta personal. Algo que he logrado”, explica.

Lo que uno va buscando

Rafael
Fotografía: Paula Garvi

Lo primero que descubres haciendo el Camino de Santiago, cuenta el gaditano Rafael, es que puedes. “Que eres capaz y que se puede hacer perfectamente. Después, que es muy divertido estar fuera de casa. Que es chulísimo, que aquí viene todo el mundo con muy buena intención y muy buena voluntad, y dispuesto a ayudarse y compartir. Eso es muy bonito. Saber que hay un montón de gente por ahí súper guay, súper buena”, continúa, con la ilusión que corresponde. Y completa la emoción con una anécdota: “ayer estuvimos en un albergue, a última hora, charlando con unos chavales de 22 años, con una diferencia de edad… Yo tengo 51. Y éramos iguales. Éramos absolutamente iguales. Me alegra mucho conocer un montón de gente chula”.

Parece que Rafael tiene una parte importante de ese espíritu peregrino que se necesita para hacer el Camino y se atreve a conceder espacio a lo que no imaginaba que iba a sentir. Cuando se le pregunta qué cree que va a experimentar al entrar en Santiago, sonríe de una manera diferente: “mira que yo no soy muy devoto, pero creo que me voy a emocionar un poquito”.

Entonces dedica unas palabras a su madre, a quien también le hubiera gustado hacer el Camino, y la emoción se transmite al resto: “yo no, pero mi madre sí es muy devota, y entonces yo salí diciendo: mamá, este Camino te lo dedico”. Así que añade a sus propias motivaciones, “conocer gente, divertirnos, andar un poquito y vivir la experiencia”, una más, la que tiene que ver con su madre. “Le dije: “qué quieres que traiga”. Y me dijo: “la Compostela””. La Compostela, el documento que acredita que has realizado el Camino de Santiago, lleva el nombre del peregrino dueño de la misma, pero la de Rafael lleva uno más. “Yo he puesto: Fali con su mami Pilar”.

Catedral de Santiago de Compostela
Catedral de Santiago de Compostela | Shutterstock

Porque el Camino de Santiago es un sendero individual, pero es también una experiencia conjunta que incluye, incluso, a las personas que no están allí físicamente. Se ha reflejado en cada uno de los peregrinos que han querido compartir su experiencia en estas Miradas del Camino, como se ha podido ver también que atreverse con este viaje merece la pena, independientemente de lo que te lleve a hacerlo. Se ha demostrado que los propósitos que uno se cuelga en la mochila infunden ánimo y fuerza. Que se puede hacer, de muchas maneras, por muchas razones. Que se llega a Santiago de Compostela, a su catedral. En definitiva, que esta peregrinación está tan viva como siempre.

Narrativa realizada en colaboración con Mundiplus.