Cadaqués, ventana a la inspiración de la familia Dalí

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Las nubes desaparecen del cielo. El aviso de tormenta que se veía en Toledo da paso a un despejado paisaje. El mar se oye y se huele, nuestra joven viajera de cuadros está feliz. La temperatura agradable, así que decide quitarse la chaqueta mientras comienza a subir por una colina. Divisa una casa arriba y hasta allí pretende llegar. Se está alejando de la playa y el graznido de las gaviotas comienza a desvanecerse. Ha vuelto a pasar, está en otro escenario, en otra obra pictórica. Ya no ve a Zuloaga ni a Barrès. Tampoco se encuentra en 1913, sino en 1925. Simplemente lo sabe.

Cadaqués cuando no era turístico

La audioguía aún no ha reconocido la casa, pero sí el entorno con una panorámica de la joven sobre el paisaje. La amante del arte se encuentra ahora en Cadaqués, un municipio de gran influencia pesquera en Girona. Aunque 30 años más tarde de este salto en el tiempo, en la década de los 60, el turismo tendrá una gran peso en el desarrollo de este rincón de la Costa Brava. Entre sus vecinos contará con personajes ilustres del arte que pondrán el foco en el interés de los visitantes.

Calle del casco antiguo de Cadaqués. | Shutterstock

Este pueblo en la costa del Alto Ampurdán se caracteriza por el encanto de sus calles y el aura casi mágica de los enclaves que conforman su lado natural. La vista de las calas hace mayor aún la agradable sensación de pasear pisando el llamado “rastrillo”. Así se llama al suelo que todavía permanece en el siglo XXI en el casco antiguo del municipio, hecho con las piedras de la playa erosionadas con el vaivén de las olas.

Dalí tras los ojos de Dalí

Sigue subiendo la colina y la imagen de la casa es más nítida. La voz de la audioguía parece haberse recobrado y hacer su trabajo, así que comienza a dar información. Confirma que se encuentra en la Costa Brava, más concretamente cerca de la casa de vacaciones de la familia Dalí. Tras una ventana abierta, al fondo de una habitación se divisa a un pintor, Salvador Dalí, y a una joven. El artista, que por este entonces tiene 20 años, está retratando la figura femenina, mirando el Mediterráneo más allá de una ventana. No le hace falta atar muchos más cabos para saber que está en la Muchacha en la ventana de Dalí.

Vista del paisaje de Cadaqués

Es 1925, como su intuición había dictado y ahora confirma su guía. La muchacha es la hermana del artista, Anna Maria y la ventana es la de su casa de Cadaqués. Se trata de una vivienda que la familia visita en la época estival para disfrutar del clima y el mar Mediterráneo. No es la primera vez que plasma el paisaje del pueblo en una de sus obras. Diez años antes, en 1916, ya aparece en algunas de sus obras como es Playa de Es Llaner. Es en esta playa donde se sitúa la vivienda a la que ahora está accediendo nuestra amante del arte, una gran fuente de inspiración del joven Dalí.

Deja atrás la colina y llega por fin a la vivienda. Avanza por la casa, sus accesos abiertos, hasta verse apoyada en el marco de la puerta frente a la muchacha y la ventana que Salvador Dalí pinta. Se fija en que el baile que hace la cortina mecida por el viento forma olas, que se camuflan con el mar por el color azul que comparten. El vestido de la muchacha también pasa desapercibido en el paisaje. No es el primer retrato que ha hecho, ni hará, a su hermana, pero sí el más destacado de la serie. Anna hará de modelo hasta 1929, año en que le tomará el testigo la mujer de Dalí, Gala. Con ella, más tarde viviría en la localidad cercana de Figueres y su vivienda se convertiría en lo que se conoce en la actualidad como Teatro-Museo Dalí.

Exteriores del Teatro-Museo Dalí

El surrealismo realista

Pero lo que más le llama la atención de la muchacha en la ventana son sus pies y ahí pone el foco para que la audioguía continúe como hasta ahora narrando todo lo que sus ojos ven. El artista aún no es el reconocido pintor surrealista que la historia actual conoce, pero aunque se trate de una pieza más realista tiene detalles lejanos a dicho estilo. Este es el de los pies de la protagonista del cuadro, que como puede ver la joven en persona, en la pintura se plasman con un tamaño menor al real. Precisamente el pintor está aplicando su pincel a dicho detalle.

La viajera del arte sigue observando todo lo que ve Anna María, porque si por algo se caracteriza esta obra es por ser dos en una. La primera es la habitación con la figura de la chica mirando por la ventana y la segunda es su paisaje. Solo ahora se da cuenta del detalle de que las casas blancas, tan propias y características del mar Mediterráneo, están presentes reflejadas en el cristal de la ventana, gracias a un chivatazo de la voz de la audioguía.

El famoso cuadro que se está realizando aún no se expone en el Museo Reina Sofía de Madrid. Aún no existe tal institución. Es 1925 y el madrileño edificio que más tarde acogerá muchas de las obras más importantes del arte surrealista es un hospital. En el siglo XVI Felipe II, centralizó en el Hospital San Carlos todos los que tenía la corte. No será hasta siglos más tarde, en 1986, cuando reabrirá sus puertas ya convertido en lo que se conoce en la actualidad como Centro de Arte Reina Sofía.

muchacha en la ventana

Las inspiraciones de Dalí

El artista cuenta con tan solo 20 años a sus espaldas y se encuentra en su etapa de formación, por lo tanto no ha desarrollado del todo aún su estilo surrealista. En esta etapa de aprendizaje se encuentra habitualmente en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En este lugar, un edificio creado para dar rienda suelta a la imaginación y el arte en muchas de sus expresiones, convive y conoce a  personajes tan ilustres del panorama artístico español como García Lorca, Luis Buñuel o Rafael Alberti.

Mientras sigue dando forma a su Muchacha en la Ventana aún no había creado una de sus obras más famosas. Una con la que comenzaría por primera vez a dibujar uno de sus elementos más característico, el elefante de piernas alargadas. Una forma inspirada en el obelisco de Piazza della Minerva de Roma, creado por Gian Lorenzo Bernini. La obra de Dalí en cuestión tiene un nombre que casi hace atragantarse a la voz de la audioguía: Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar.

Se respira calma, la hermana del artista está en ella. La audioguía lo sabe, lo conoce por las palabras de Anna Maria en 1949. En este año publicaría su obra Dalí visto por su hermana. Así se lo narra a la joven que observa cómo se realiza la composición: “Durante las horas en las que le servía de modelo, yo no me cansaba de observar aquel paisaje que ya, para siempre, ha formado parte de mí misma. Pues siempre me pintaba cerca de alguna ventana. Y mis ojos tenían tiempo de entretenerse en los detalles más pequeños”. Detalles como el barco que se divisa navegando al fondo en el mar.

Estatua en homenaje a Salvador Dalí en Cadaqués

El pintor se gira un instante y hace un movimiento que sorprende a nuestra amante del arte. Le señala el exterior, quiere que se marche. Anna María no sale de su nirvana personal fruto de contemplar el Mediterráneo. Sonriente, calmada, la viajera del arte vuelve a la calle.

Un grupo de gaviotas revolotean por el calmo cielo de Cadaqués mientras sigue ascendiendo la pendiente antes mencionada. De vez en cuando asustan a la joven, que se encuentra absorta escuchando la sal, oliendo las olas. Cuando alcanza el cambio de rasante un enorme graznido le saca del embrujo producido por Cadaqués, por la Costa Brava en Cataluña. Cierra los ojos y de repente no hay gaviotas ni calma. El rumor de innumerables almas, de celebración, resuena a sus espaldas. Cuando se gira y sube los párpados lo que encuentra a los pies de la colina no es la playa y el agua vuelve a ser dulce. Contempla una marabunta de gente, tras la que discurre el Manzanares dominado por un cielo distinto a los dos que ya ha visto.