Regreso a la Movida Madrileña: una ruta por sus bares

No está clara la hora en la que la noche envuelve Malasaña. Desde la tarde hasta que el sol se esconde, las cervezas y las tapas se mezclan en una frontera difusa entre una salida tranquila y el desfase más absoluto. Pero lo cierto es que desde algún indefinido momento vespertino hasta el amanecer, Malasaña vibra en bares, plazas, calles y pubs. Y hay algunos locales que aún se mueven con el eco de lo que fueron. Bares y discotecas que nacieron en los años 80 en un momento en el que Madrid experimentaba una revolución contracultural: la Movida Madrileña.

Un poco de historia

Si hubiera que poner una fecha de inicio a la Nueva Ola madrileña, como en un principio se llamó a esta novedosa corriente artística y social, sería el 9 de febrero de 1980. Aquel día tuvo lugar un importante concierto en memoria de Canito que ha pasado a la historia como el pistoletazo de salida de la Movida. Canito era el batería de Tos o, como se llamarían más tarde, Los Secretos. Este músico murió en la Nochevieja de 1979 en un accidente de tráfico y sus compañeros de profesión quisieron homenajearle en el salón de actos de la Escuela de Caminos. Artistas como Antonio Vega, Enrique Urquijo o Alaska tocaron en aquel inolvidable evento que fue transmitido por Onda 2.

Aquel fue el inicio de una auténtica revolución que de la música se extendió al cine, la fotografía, la pintura, la literatura… Su epicentro fue la capital española, pero terminó por llegar a otras ciudades en un momento en el que el país entero salía de una larga dictadura y pedía a gritos tiempos más modernos.

Numerosas fuentes coinciden en afirmar que el culmen de la Movida Madrileña fue apenas un año después de su inicio: el 23 de mayo de 1981. Aquel día los alumnos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid de la Universidad Politécnica celebraron el Concierto de Primavera, un pequeño festival de más de ocho horas que reunió a más de 15.000 personas ante grupos como Mamá, Nacha Pop, Los Modelos, Alaska y los Pegamoides o Los Secretos.

Pero la Movida se fue casi tan pronto como vino. A mediados de los 80, aquellos músicos y cantantes dejaron de ser algo revolucionario y otros más comerciales como Mecano, Duncan Dhu o La Unión se hicieron muy célebres. La Movida pasó de ser un movimiento contracultural a convertirse en algo más comercial. Pero, aún así, cada cierto tiempo el espíritu de los 80 vuelve y, desde luego, hay de lugares que nunca se ha ido.

Los lugares que habitó

La Movida es el tema estrella de Alaska, es la película de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, es, incluso y desgraciadamente, el consumo de la heroína. Pero la Movida también es los lugares que habitó. Por ejemplo, la sala Rock Ola, que tuvo que cerrar tras un asesinato y que ahora no es más que una tienda de alquiler de trasteros. O, también, la sala de conciertos Carolina. Aquí, donde antes tocaban grupos como Radio Futura, se ubica un almacén de ropa.

Sin embargo, por suerte, hay lugares que no solo no se han cerrado, sino que siguen funcionando para los nostálgicos que quieren recordar aquellos años y para los jóvenes que quieren experimentar una pequeña parte de lo que la Movida fue. En Malasaña, en apenas unos metros hay varios de estos locales. Hacemos una ruta por cinco de ellos.

Para empezar la ruta por la Movida Madrileña: una cerveza y un museo

Ruta Movida Madrileña
Mapa de la ruta que te proponemos por los bares de la Movida en Malasaña. | Paula Garvi

Para empezar, incluso antes de la noche, siempre es buena opción tomarse algunas cañas con algo de picoteo ¿no? Pues para eso es perfecto El 2D, un garito ubicado en la calle Velarde número 24 que funciona incombustible desde finales de los años 70. Aunque la noche, la auténtica noche, empieza donde se encuentran varios de los bares de la Movida: en la Corredera Alta de San Pablo. A lo largo de esta vía permanecen abiertas, desde al menos los 80, las puertas del Madrid me Mata, el Tupperware o El Penta. Quizás el sitio ideal para continuar la ruta sea el primero de ellos: el local Madrid me Mata, que curiosamente, nos recibe con la canción El calor del amor en un bar de Gabinete Caligari.

Bar El 2D
Bar El 2D. | Shutterstock

Este garito es un bar-museo dividido en tres salas contiguas. Las dos primeras estancias cuentan cada una con una barra y varias vitrinas exponen objetos de aquellos años: guitarras, prendas de ropa, fotografías… Diversos sofás hacen de la tercera sala la más tranquila. En las paredes, reliquias de los 80: carteles de conciertos con sus correspondientes precios, álbumes de discos y la letra de una canción escrita a mano. Madrid me Mata es el lugar ideal para ir cuando las mentes aún están despiertas y avispadas, dispuestas aún a apreciar el valor histórico del sitio en el que se está.

Justo enfrente espera el tercer punto del recorrido: el Tupperware, un bar de copas que  fue otro de los iconos de los 80. En las paredes de este garito aún se puede ver el célebre mural de Mauro Entrialgo, un ilustrador y músico asociado a la revolución de la Movida. En esta pintura aparecen más de 40 personas, muchas de ellas asociadas a la familia Del Amo, propietaria del bar.

Fotos expuestas en el bar Madrid Me Mata
Fotos expuestas en el bar Madrid Me Mata. | EG

Los pubs donde revivir el pasado

A cierta hora de la noche, la entrada a los locales comienza a costar dinero. Por eso es posible que ir a todos estos sitios en una misma salida pueda suponer un desembolso considerable. No pasa nada, puede dividirse la ruta en dos noches distintas o puede empezarse el guateque antes del crepúsculo. Sea como fuere, el caso es que sorprende que estos bares abiertos en los 80 aún llenen aforo. De hecho, para pasar a los dos últimos locales de los que se va a hablar hay una larga cola. Son El Pentagrama y La Vía Láctea. Cualquiera de ambos es buen sitio para acabar la fiesta.

Cantaba Nacha Pop en su tema La chica de ayer una frase que decía “Luego por la noche al Penta a escuchar, canciones que consiguen que te pueda amar”. El Pentagrama era un local muy frecuentado por el artista Antonio Vega. En la actualidad, este bar ejerce de altar para el compositor. En la parte superior de la barra, en una especie de panel, el nombre de Antonio Vega preside la pista de baile. Justo al fondo, un mural pintado por la ex mujer del artista y dedicado al mismo, da un poco de color al ambiente. Un ambiente donde suenan las letras de Alaska, Duncan Dhu o Radio Futura, junto a las de grupos de rock ingleses o americanos. No falta algún tema de Marea o, incluso, de Iván Ferreiro.

Bar de El Pentagrama
Bar de El Pentagrama. | EG

No podía terminarse este viaje a los 80 sin mencionar a La Vía Láctea, quizás el garito de esta índole que más resuena entre los jóvenes. Ubicado, al igual que El 2D, en la calle Velarde, este local fue fundado por Marcos López Artigas, ya fallecido. Su mayor diferencia con otros locales de la Movida era que se inspiraba en bares de copas de Londres y Nueva York. Además, uno de los principales atractivos de La Vía Láctea han sido y son los murales que decoran su interior. Los pintores Costus fueron los primeros en firmar aquellas pinturas, catalogadas por muchos como la capilla sixtina del arte pop.

El lugar donde termina la ruta de la Movida Madrileña: El Rastro

Si bien no se trata de un bar ni de una discoteca, el Rastro de Madrid es uno de los lugares en los que la noche madrileña de los 80 terminaba. Al menos, eso ha asegurado uno de los grandes iconos de la época, Pedro Almodóvar, en la Guía de Madrid de La Movida, de Jesús Ordovás y Patricia Godes. “Era importante acudir cada domingo al Rastro para demostrar a los amigos que habías sobrevivido a la noche del sábado”, aseguraba el cineasta.

En cualquier caso, tras finalizar esta calles de Malasaña, donde tras las puertas de El Pentagrama, Madrid me Mata, El 2D, la Vía Láctea o el Tupperware la música de los 80 hace bailar a los jóvenes y adultos del siglo XXI.