Los pueblos con lago más bonitos de España

El agua, ese bien escaso que es fuente de vida, protagoniza algunos de los paisajes más fascinantes de la geografía nacional. A veces fluye en forma de ríos y arroyos, mientras que en otras ocasiones permanece mansa en forma de idílicos lagos que ha moldeado la naturaleza. A orillas de estos últimos se alzan localidades que se mimetizan con el entorno o se integran en él de manera admirable. Son pueblos con lago, pero también con alma, con encanto y con un sinfín de atractivos que vamos a descubrir.

Pueblos con lago para una escapada inolvidable

San Martín de Castañeda, el mirador del lago de Sanabria

San Martín de Castañeda
San Martín de Castañeda. | Shutterstock

San Martín de Castañeda es uno de esos pueblos pequeños y de innegable atractivo que pasan desapercibidos a la sombra de un hermano mayor, que en este caso es Puebla de Sanabria. Y es precisamente en ese lago, el de Sanabria, en el que se refleja desde su posición de atalaya privilegiada.

Las vistas son magníficas y el marco incomparable. El Parque Natural Lago de Sanabria es uno de los espacios de mayor valor ambiental y paisajístico de Zamora. Además de la belleza de su ambiente, San Martín de Castañeda tiene otros encantos, como un monasterio que hunde sus orígenes en el siglo X. Allí se hospedó Miguel de Unamuno en 1930 y en ese entorno transcurre su novela San Manuel Bueno, mártir.

Los ibones de Panticosa

Panticosa y su embalse
Panticosa y su embalse. | Shutterstock

Panticosa es un pequeño paraíso en los pirineos oscenses. Su arquitectura de piedra y pizarra destaca en un paisaje donde los colores reinantes son el verde de los meses cálidos y el blanco prístino de la nieve en invierno. Un destino perfecto para pasar al fresco el verano, esquiar en los meses más fríos o relajarse en cualquier época de año sumergiéndose en las aguas termales de su balneario.

Pero Panticosa tiene algo más, porque algunos de los lagos de montaña más bellos del valle de Tena están en sus dominios. Existen diferentes rutas para descubrir esos singulares ibones y dejarse seducir por sus hipnóticos y llamativos colores, como la que comienza en el de los Baños y continúa hacia los Ibones Azules.

Villafranca de los Caballeros, la playa de Toledo

Villafranca de los Caballeros
Villafranca de los Caballeros. | Shutterstock

Villafranca de los Caballeros es uno de esos pueblos de Toledo típicamente manchegos de sabor auténtico. Su esencia son fachadas pintadas de blanco con pinceladas de añil y algunas joyas como su modesta pero bonita iglesia parroquial o la ermita del Cristo de Santa Ana, que luce en su interior magníficas pinturas.

Villafranca de los Caballeros tiene además playa. Las aguas de su Laguna Grande acarician 2 kilómetros y medio de zona habilitada para el baño que es oasis y refugio cuando el calor aprieta. Pertenece a uno de los complejos lagunares de mayor valor de Castilla-La Mancha, un espacio natural, además, de gran interés ambiental que hace las delicias de los aficionados a la ornitología.

Uña, el secreto de la Serranía de Cuenca

Vista aérea de Uña
Vista aérea de Uña. | Shutterstock

Uña es piedra y es agua. La piedra es la que da forma al imponente paisaje de escarpes y farallones de la Serranía de Cuenca que la abraza. El agua es la laguna a la que se asoma desde una pequeña colina, así como el río Júcar que discurre justo a sus espaldas.

Ese fabuloso entorno hace de Uña uno de los pueblos con lago más especiales. Las vistas desde sus calles o desde la orilla son magníficas, pero hay que aventurarse en la Ruta del Escalerón a la Raya para sentirse como engullido por el paisaje. Es un sendero que discurre en parte por una enorme grieta en la roca y ofrece imágenes maravillosas que, con un poco de suerte, estarán aderezadas por el vuelo de los buitres que anidan en estas paredes.

Carucedo, historia y leyendas

Vista de Las Médulas desde el lago de Carucedo
Vista de Las Médulas desde el lago de Carucedo. | Shutterstock

Carucedo es una diminuta localidad de casas de piedra en el corazón del Bierzo. A pesar de ello, su lista de atractivos es incomparable, hasta tal punto que es difícil encontrar un pueblo que tenga un marco siquiera parecido al suyo. A sus espaldas alza el paisaje surrealista de Las Médulas, forjado a la fuerza por los romanos para arrancar el oro que escondía en su interior.

El trabajo en esa antigua mina a cielo abierto moldeó algo más que las montañas, también dio forma a un lago de aspecto romántico al que se asoma Carucedo. Semejante belleza le ha convertido en protagonista de singulares leyendas, como la que asegura que bajo sus aguas se encuentra la espada de Roldán, sobrino y comandante de las tropas de Carlomagno.

El tesoro subterráneo de Aracena

Aracena
Aracena. | Shutterstock

Aracena se cobija en lo más profundo de la provincia de Huelva, entre montañas y dehesas pobladas de encinas y alcornoques. Su casco urbano es un laberinto de casas blancas y calles empedradas coronado por la singular casa prioral y un castillo de origen árabe.

Perderse por sus calles significa toparse otras joyas como los antiguos lavaderos, el edificio del Ayuntamiento o el Casino Arias Montano, todas ellas obra de Aníbal González, el mismo arquitecto que diseñó la icónica Plaza de España de Sevilla. Y significa también disfrutar del sabor del jamón de Jabugo más auténtico.

Hablamos de pueblos con lago y Aracena lo tiene, aunque no sea evidente a primera vista. En realidad, tiene varios, pero están ocultos en las profundidades de la tierra, en la Gruta de las Maravillas, un tesoro geológico donde el agua ha creado un espacio mágico.

Las increíbles vistas de El Castell de Guadalest

Guadalest
Guadalest. | Shutterstock

El Castell de Guadalest protagoniza una de las postales más soberbias de la provincia de Alicante. Sus dos barrios, el del Castillo y el del Arrabal, sus casas nobiliarias y sus peculiares museos son una parte de su esencia. La otra es el grandioso y casi dramático entorno al que este pueblo encaramado a la roca se asoma. En él las protagonistas son las aguas de color esmeralda no de un lago natural, sino de un embalse fruto de la ingeniería.

Pantanos como el de Guadalest son lagos artificiales, pero a ellos se asoman también pueblos maravillosos que merecen, al menos, una mención. Una lista en la que entrarían localidades como San Martín de Valdeiglesias en Madrid, Iznájar en Córdoba o Siurana en Tarragona, entre otras muchas.

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