Las mejores escapadas cerca de Guadalajara

Guadalajara tiene un emplazamiento privilegiado, cerca de la capital de España pero también a las puertas de un mundo totalmente distinto. Un mundo con cientos de posibles planes que mezclan historia, naturaleza y otros muchos atractivos. Estas son las mejores escapadas desde Guadalajara.

Escapadas cerca de Guadalajara para todos los gustos

Agua y piedras venerables en Sacedón

Embalse de Entrepeñas. | Shutterstock

Esa es la magia de Guadalajara: poco más de 40 minutos por la carretera nacional y ya estamos en plena Alcarria. Concretamente, en un pueblo que casi parece una isla, rodeado como está por ríos y enormes embalses. El Embalse de Entrepeñas es maravilloso para practicar deportes náuticos, hacer una vía ferrata o simplemente pasear admirando los reflejos del cielo en su superficie. Al sur, el de Buendía es también excelente para rutas, un baño o la visita a alguna de las ermitas, castillos y sitios arqueológicos que lo rodean.

El propio pueblo de Sacedón tiene mucho encanto, más allá de estar junto al ‘Mar de Castilla’, y su iglesia parroquial, del siglo XVI, o el cercano monasterio cisterciense de Córcoles nos dan una idea de la exuberante historia de la zona. Hasta 1955 hubo, incluso, un balneario, el antiguo Real Sitio de la Isabela, del que solo quedan unos pocos restos.

De ruta por los preciosos pueblos negros

Valverde de los Arroyos. | Shutterstock

El norte de la provincia, a los pies del Pico del Lobo y el Pico Ocejón, muestra el prodigio de la arquitectura negra, una serie de pueblos a escasos 100 kilómetros de la capital que asombran por su belleza y su integración en el paisaje. Un paisaje agreste que forma parte de la esencia misma de estos pueblos, los cuales recurrieron a la oscura piedra del lugar para tomar forma. Esa armonía con el entorno es admirable en pueblos como La Vereda o Roblelacasa, mientras que otros maravillan por la fotogenia innegable de sus casas o hasta de alguna iglesia románica. Es el caso de Umbralejo, Majaelrayo o Valverde de los Arroyos.

La riqueza natural de la comarca, por lo demás, ofrece un sinfín de actividades para los más inquietos, desde montañismo y rutas hasta kayak y pesca, pasando por pruebas de orientación, raquetas de nieve en invierno o la contemplación del limpísimo cielo nocturno.

El Valle del Tajuña en Torrecuadrada

Frailes del Reato. | JVNavarro, Wikimedia

La reserva natural del Valle del Tajuña es otra joya que une agua y patrimonio, como una versión concentrada y menos conocida que los pantanos de Sacedón. El Embalse de la Tajera proporciona paseos memorables y la posibilidad de descubrir muchas sorpresas, como miradores naturales o la hermosa Ermita de Nuestra Señora de Aranz, rodeada por las aguas. Siguiendo por esa orilla hacia el norte, esperan los Frailes del Reato, unas curiosas formas en la roca junto al embalse.

Los pueblos de Torrecuadrada y Torrecuadradilla guardan varios obsequios para los senderistas, como restos de antiguos molinos o un lavadero público, que nos hablan de la vida en este rincón de España. Los campos de alrededor, por su parte, se encargan de hipnotizarnos con su armonioso verdor, salpicado en primavera por las notas violeta de la lavanda.

Sinfonía de color en las Lagunas de Puebla de Beleña

Otra prueba de la riqueza de agua de Guadalajara son las Lagunas de Puebla de Beleña, una reserva natural cercana a la Sierra de Ayllón que brinda un entorno de desconexión total a poco más de media hora en coche. El terreno despliega una atractiva paleta de colores con el amarillo pálido de la tierra, el tono oscuro de las lagunas y el color cambiante de la vegetación, donde vuelve a hacerse presente la lavanda en primavera.

A esto hay que añadir el variado plumaje de las numerosas especies de aves que frecuentan este valioso humedal, desde pequeñas rapaces hasta garzas, grullas y ánades. Algo a tener en cuenta es que las lagunas se alimentan solo de la lluvia, por lo que en ciertas épocas del año es probable que estén secas.

Románico fascinante en Atienza y más allá

Atienza. | Shutterstock

Atienza, en la serranía del norte de Guadalajara, es de esas villas que desprende raigambre histórica allá donde miremos. No solo se enclava en los antiguos caminos del Cid y de Don Quijote, sino que reúne algunos de los mejores ejemplos de arquitectura medieval a poco más de una hora de la capital provincial. El impresionante castillo evoca la figura del temible Almanzor, mientras que la Iglesia de San Gil es una pequeña perla románica.

Ahora bien, si de perlas se trata, es casi obligatorio alargar un poco más el camino y llegar hasta Albendiego, un diminuto pueblo que guarda un tesoro. Se trata de la Ermita de Santa Coloma, una exquisita muestra de la fusión entre románico y mudéjar que se dio en esta zona. Incluso el camino hasta allí depara maravillas como las crucetas de calvarios que levantan sus cruces. Muy cerca de allí, también se puede disfrutar de la Laguna de Somolinos, una vista que nunca decepciona.

Tras los pasos de Félix Rodríguez de la Fuente

Parque del Barranco del Río Dulce. | Shutterstock

Félix Rodríguez de la Fuente dio a conocer al gran público, en su inolvidable programa de televisión sobre naturaleza española, el Parque del Barranco del Río Dulce, situado a 45 minutos al nordeste de Guadalajara. Hoy existe un mirador que lleva su nombre, y desde esa atalaya se contemplan la portentosa hoz del río y las formaciones kársticas, como las dolinas, que han dado fama a este lugar.

En las más de 8000 hectáreas protegidas se puede ver un entorno natural de enorme riqueza, donde no faltan cuevas y cascadas. Si, además, nos animamos a visitar una de las localidades más emblemáticas de Guadalajara, se halla muy cerca la espectacular Sigüenza, villa episcopal de brillante legado histórico y una de las escapadas cerca de Guadalajara más fascinantes.

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