Maravillas de Zamora que hay que ver al menos una vez en la vida

Zamora es una mezcla maravillosa de historia, arte, naturaleza y tradiciones. Es difícil resistirse a los encantos de una provincia austera, de belleza singular y gentes acogedoras. No importa la época del año, ofrece suficientes atractivos como para animarse a descubrirla y disfrutarla en cualquier momento. Por si quedan dudas, mostramos solo algunas de las muchas maravillas de Zamora.

Maravillas de Zamora: patrimonio histórico inigualable

Catedral de San Salvador, joya del románico

Catedral de San Salvador
Catedral de San Salvador. | Shutterstock

De Zamora se dice que es la ciudad con más iglesias románicas del mundo. Semejante afirmación no resulta exagerada si tenemos en cuenta que reúne más de una veintena de templos que recuerdan viejos tiempos de esplendor. Entre ese maravilloso legado arquitectónico destaca su catedral, una de las más antiguas de Castilla y León.

Hay que alzar la vista para deleitarse con aquel elemento que la hace especial. No es la robusta torre de apariencia defensiva, sino un extraordinario cimborrio de aires bizantinos. Inconfundible por una singular decoración de escamas pétreas, sirvió de modelo para el de la Catedral Vieja de Salamanca. El templo tiene otros tesoros, como la Puerta del Obispo y, ya en su interior, un coro con una sillería esplendorosa y una fantástica colección de tapices flamencos.

Una ruta modernista en una ciudad medieval

Edificios modernistas en Zamora
Edificios modernistas en Zamora. | Shutterstock

Casi resulta paradójico que una ciudad conocida por su arte románico exhiba muestras sublimes del modernismo, un estilo tan diferente como lejano en el tiempo, pero así es. Con la llegada del ferrocarril y una pujante burguesía, Zamora recuperó el esplendor perdido, una circunstancia que inevitablemente se reflejó en su arquitectura.

El catálogo de edificios modernistas en la ciudad es tan amplio como variado: el Casino, el Laboratorio Municipal, la Casa Tejedor o las de Fernando Rueda, Valentín Guerra, Faustina Leirado y Mariano López, entre otras. Las dos últimas se pueden contemplar en una de las calles más antiguas, singulares y bonitas de Zamora, la calle Balborraz.

Un viaje en el tiempo y en el espacio en San Pedro de la Nave

San Pedro de la Nave
San Pedro de la Nave. | Shutterstock

El destino de la iglesia de San Pedro de la Nave era el de acabar engullida por las aguas del embalse de Ricobayo. Por fortuna no fue así y, antes de que eso ocurriera, se desmontó piedra a piedra para levantarla de nuevo en su ubicación actual, en la localidad de El Campillo.

Aunque no resultó un trabajo fácil para aquella época, los años 30 del pasado siglo, gracias a esa decisión hoy podemos deleitarnos con uno de los mejores ejemplos de arquitectura visigótica que ha llegado a nuestros días. Merece la pena detenerse en la decoración de capiteles y frisos, que es realmente exquisita.

Monasterio de Santa María de Moreruela, unas ruinas cautivadoras

Santa María de Moreruela
Santa María de Moreruela. | Shutterstock

Solo algunas de sus paredes se mantienen en pie, pero dan fe de la grandiosidad del que fue uno de los más poderosos monasterios de la orden del Císter. A pesar de que la desamortización de 1835 puso fin a su esplendor y marcó el inicio de su abandono y desmantelamiento, no perdió ni el ambiente místico que lo envuelve ni la belleza de muchos detalles arquitectónicos.

El Monasterio de Santa María de Moreruela inspiró al mismísimo Miguel de Unamuno, que lo visitó allá por 1911. Más de cien años después, sus impresionantes dimensiones hacen que adentrarse en él para descubrir la magnífica cabecera de su iglesia, el claustro medieval o la sala capitular sea una experiencia conmovedora.

Maravillas naturales de Zamora

El lago de Sanabria y su entorno espectacular

Lago de Sanabria
Lago de Sanabria. | Shutterstock

Cuenta la leyenda que el lago de Sanabria es fruto de la maldición de un peregrino al que nadie quiso dar cobijo en un pueblo que acabó sumergido por las aguas. Su origen, en realidad, no tiene nada de extraordinario, aunque sí sus dimensiones, puesto que es el mayor lago glaciar de la península ibérica.

Si es una de las maravillas de Zamora no es solo por esa circunstancia, también por el entorno del parque natural que lleva su nombre y el de las sierras Segundera y de Porto. Lo pueblan bosques de robles, abedules y tejos que abrazan una idílica sucesión de riachuelos, lagunas y caídas de agua. En definitiva, un espacio de paisajes inolvidables que alberga una riqueza faunística excepcional.

Arribes del Duero, un paisaje que sobrecoge

Arribes del Duero
Arribes del Duero. | Shutterstock

Hay que asomarse al abismo para descubrir cómo el río Duero serpentea en el fondo de pronunciados cañones allí donde hace de frontera entre España y Portugal. El Parque Natural Arribes del Duero, compartido con Salamanca, es una sucesión de postales que cortan la respiración. Ajeno a ello, el río discurre entre paredes verticales y saltos tan espectaculares como los de las presas de Ricobayo o Villalcampo.

Existen infinidad de miradores para perderse en las vistas que ofrecen Los Arribes del Duero, pero si hay un balcón excepcional, ese es Fermoselle, donde las aguas del Tormes se funden con las del Duero. Conserva, además, un idílico casco antiguo con joyas como el castillo de Doña Urraca o un laberinto de cuevas que aún sirven para la elaboración de exquisitos vinos.

Un pequeño oasis: las lagunas de Villafáfila

Lagunas de Villafáfila
Lagunas de Villafáfila. | Shutterstock

Garzas, grullas, avutardas, ánades o cernícalos entre otras muchas especies de aves han hecho de este humedal hogar o parada de descanso en sus viajes migratorios. La Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila es un oasis en esa inmensa llanura de apariencia esteparia que es Tierra de Campos. Hay algo más, puesto que este se trata de un espacio de enorme valor medioambiental que esconde infinitos tesoros.

En sus orillas creció Otero de Sariegos y también languideció hasta convertirse en uno más de los pueblos abandonados que salpican la geografía nacional. Su iglesia todavía se eleva sobre un paisaje en el que no pasan desapercibidas unas construcciones singulares: los palomares. De adobe y teja árabe, redondos, cuadrados y más o menos ornamentados, no hay dos iguales, pero todos ellos son muestra de una de las tradiciones más arraigadas durante siglos en la zona.

Localidades con encanto en Zamora

Puebla de Sanabria, tesoro medieval

Puebla de Sanabria
Puebla de Sanabria. | Shutterstock

Perderse por sus callejuelas empedradas es como viajar al pasado. Puebla de Sanabria fue pieza clave en las guerras contra Portugal y de ello dan fe su castillo-fortaleza y el recinto amurallado. El primero es una robusta construcción de sillería de granito que todavía domina el paisaje, mientras que de las murallas solo se conservan parte de sus lienzos.

El ambiente medieval que envuelve Puebla de Sanabria se respira en otros rincones. Solo hay que dejarse llevar por su casco antiguo para descubrir casonas de piedra que conservan sus blasones y una excelsa rejería, floridos balcones de madera que son muestra de la arquitectura más tradicional o joyas como la iglesia de Santa María del Azogue. Un conjunto que hace de él uno de los pueblos más bonitos de España.

Toro, ciudad monumental

Catedral de Toro
Catedral de Toro. | Shutterstock

Dos son los motivos para incluir a Toro entre las maravillas de Zamora. El primero es un extraordinario conjunto monumental, encabezado por la Colegiata de Santa María la Mayor, una de las mejores muestras del románico zamorano. El alcázar, la muralla, el monasterio Sancti Spiritus el Real y algunos palacios señoriales forman también parte del catálogo arquitectónico de Toro.

El otro motivo que ha dado fama a la ciudad y que también es parte de su esencia es muy diferente. Tiene el cuerpo, el aroma y el sabor de un vino con denominación de origen. Una buena forma de conocer ese vino de Toro es visitar alguna de las bodegas tradicionales que se conservan, precisamente, bajo el casco histórico.

La Semana Santa, una celebración única

Procesión de Semana Santa en Zamora
Procesión de Semana Santa en Zamora. | Shutterstock

Las tradiciones de la Semana Santa de Zamora se remontan al siglo XII. Una celebración que se vive con auténtico fervor en la ciudad, en un ambiente de solemne recogimiento que resulta sobrecogedor. Son días en los que miles de cofrades visten sus túnicas para escenificar momentos conmovedores como el Juramento del Silencio o la procesión de las Capas Pardas.

El espíritu de la Semana Santa de Zamora, así como la austera y a veces turbadora escenografía que la acompaña, son reflejo de una emoción en estado puro. Ha alcanzado por ello el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional y de ahí que merezca incluirla entre esas maravillas de Zamora que hay que ver una vez en la vida.