Maravillas de Valladolid que hay que ver al menos una vez en la vida
Decir Valladolid es invocar el corazón de Castilla, con su vastedad de campos salpicada de pueblos en los que el carácter de la región se hace palpable. Recorrer esta provincia interior es como surcar un mar, con admirables islas en forma de viñedos, castillos y pueblos cautivadores. Veamos un pequeño mapa para encontrar los auténticos tesoros de Valladolid.
Las maravillas de Valladolid: sus lugares más fascinantes
El castillo de Simancas, la letra de la historia
El castillo erigido en el siglo XV por los señores de Simancas pasó a ser prisión estatal por decisión de los Reyes Católicos. En la Torre del Obispo se ejecutó, por ejemplo, al capitán comunero y obispo de Zamora Antonio de Acuña, en 1521. Pero si por algo es conocida esta joya es por albergar el Archivo General del Reino, con 35 millones de documentos que valen su peso en oro.
El edificio, de rasgos medievales y añadidos posteriores, no desmerece en absoluto la solemne misión que cumple, y posee detalles de gran belleza como una bóveda en forma de estrella. Al castillo en sí se le une la enorme trascendencia del archivo, distinguido como Patrimonio de la Humanidad, en el que se concentran los testimonios de más de seis siglos de historia.
Santa María de Valbuena, el legado del Císter
Los monasterios son otro de los tesoros que caracterizan a la provincia de Valladolid, y el de Santa María de Valbuena es sin duda de los más destacables. Es una de las primeras fundaciones cistercienses en Castilla y sus orígenes se remontan al siglo XII. La sobriedad del conjunto no está reñida con su capacidad para admirarnos, gracias a la armonía de sus formas y su excelente conservación.
En pocos lugares como este, perteneciente a la pedanía de San Bernardo, es tan fácil transportarse a la época del románico, ayudados por un paraje sereno, con la compañía de viñedos centenarios. El claustro de Santa María de Valbuena, en particular, es toda una invitación a experimentar el cielo en la tierra.
San Cipriano, la cumbre del mozárabe
Muchos pequeños pueblos de Valladolid esconden tesoros extraordinarios. Es el caso de San Cebrián de Mazote, cuya iglesia parroquial es nada menos que una excepcional iglesia mozárabe del siglo X. Es la época del arte llamado prerrománico de repoblación y San Cipriano es el mayor de los templos de ese período.
Cruzar la puerta de San Cipriano, o San Cebrián, es adentrarse en un mundo ya lejano, el de un cristianismo que todavía tenía muy presente el islam, como nos sugieren los maravillosos arcos de herradura. Pocas iglesias de esos tiempos mantienen una conservación tan buena y ninguna la iguala en dimensiones, por lo que la visita a este rincón es de lo más especial.
El recinto amurallado de Urueña, belleza inexpugnable
En toda la provincia son varios los municipios que conservan recintos amurallados en su casco urbano. Pero el de Urueña es una de las maravillas de Valladolid por derecho propio debido a su excelente estado y vistosidad. La muralla alza todavía buena parte de su trazado, incluyendo lienzos del viejo castillo, y las dos puertas dan la entrada a un pueblo detenido en el tiempo.
Vista desde lejos, la mampostería medieval de la muralla todavía impresiona, pero una vez dentro del recinto encontramos casonas de piedra ilustre y otros monumentos nada desdeñables, como la iglesia gótico-renacentista. Urueña es, además, villa del libro, con 12 librerías para sus menos de 200 habitantes. Todo un prodigio no solo monumental sino cultural.
La Vega del Duero, un paisaje singular
No tener ni mar ni montañas no significa que no haya espacios naturales valiosos en Valladolid. El más destacable de ellos es el Parque Riberas de Castronuño – Vega del Duero, más de 8000 hectáreas en las que el agua llena de vida el paisaje. La construcción de un embalse en los años 40 hizo que el Duero se remansara en este sitio de fábula, entre Tordesillas y Castronuño.
La dilatada anchura del río ha atraído desde entonces a gran cantidad de aves y otras especies, un río ribeteado además por un bonito bosque de ribera. Todo ello convierte a este espacio protegido en un rincón de ensueño para pasear por sus múltiples itinerarios o recorrerlos en bicicleta, disfrutando de un punto único en todo Valladolid.
Un lugar macabro: el osario de Wamba
Wamba no solo es la única localidad española cuyo nombre empieza por uve doble, sino que su iglesia custodia algo tan particular como escalofriante. En Wamba hay un osario, de los poquísimos visitables que hay en España, y es también el de mayor tamaño. Los huesos de más de 3000 monjes adornan con un claroscuro fascinante las paredes de esta dependencia.
Entre los siglos XIII y XVIII se fueron disponiendo estos huesos, a la manera de otros osarios europeos, invitando a la meditación y estremeciéndonos a partes iguales. En cualquier caso, forman uno de los destinos macabros más especiales de España, en una iglesia con elementos mozárabes que ya es de por sí muy sugerente.
Un escenario de cuento en el Castillo de la Mota
Valladolid rebosa de castillos medievales, testigo de su rica historia, hasta el punto de que existió una Escuela de Valladolid en la construcción de estas fortalezas formidables. El castillo de la Mota es sencillamente espectacular, con su piedra rojiza y sus gallardas almenas todavía alzadas.
La imponente torre se levanta hasta casi 40 metros del suelo y ha sido testigo de la muerte de Isabel I de Castilla, así como de muchos encarcelamientos ilustres, como los de Hernando Pizarro, César Borgia o la propia hija de Isabel, la desdichada Juana la Loca. En la actualidad, el amplio patio de armas o la capilla de Santa María son también espacios que nos hacen viajar a tiempos lejanos y heroicos.
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