Maravillas de Albacete que hay que ver al menos una vez en la vida

Albacete atesora un sinfín de escenarios de excepcional belleza. Son espacios naturales, pueblos y monumentos que hablan de su rica historia, de tradiciones singulares y de una naturaleza que en estas tierras se ha mostrado más que generosa. A pesar de todo ello, esta provincia manchega es una de las grandes desconocidas de nuestro país. Recorrerla es un auténtico viaje de descubrimiento. Para demostrarlo, visitamos algunas, solo algunas, de las muchas maravillas de Albacete.

Maravillas naturales de Albacete

La fuerza del agua en el nacimiento del río Mundo

Río Mundo. | Shutterstock

El modesto río Mundo recorre un entramado de galerías subterráneas desde que nace hasta que alcanza el borde la cueva de los Chorros. Desde allí se precipita en una espectacular caída de más de 100 metros. La imagen, ya de por sí hermosa, se torna épica cuando en época de lluvias el caudal se multiplica y se produce el «reventón», uno de los espectáculos naturales más sobrecogedores que se puedan contemplar.

Aunque este sea su rincón más admirado, el Parque Natural Los Calares del Mundo y de la Sima encierra otros tesoros. Se trata de un espacio natural de inusitada belleza, un rompecabezas en el que se suceden formaciones kársticas, profundos cañones, pronunciados meandros, cascadas y dolinas que albergan una variopinta colección de especies vegetales y animales.

La Quebrada del Toro, el secreto de las Lagunas de Ruidera

Una de las maravillas de Albacete más conocidas son las Lagunas de Ruidera. Es una sucesión maravillosa de lagunas de colores casi imposibles unidas por pequeñas cascadas. Esas aguas de un profundo color turquesa están arropadas por un entorno de un valor geológico excepcional.

Hay que sobreponerse al efecto hipnótico de las lagunas para descubrir un tesoro oculto, una pronunciada y estrecha gruta de 400 metros de longitud y más de 20 de profundidad que se puede atravesar caminando sin grandes dificultades. Una curiosidad: la Quebrada del Toro es escenario quijotesco, como lo es la cercana Cueva de Montesinos.

Un rincón único, el Pitón Volcánico de Cancarix

Pitón Volcánico de Cancarix. | Shutterstock

Una mole pétrea se alza con soberbia en el paisaje de la Sierra de las Cabras, cerca de Hellín. No es una elevación cualquiera, de hecho, no hay otra similar en la península. Lo que se abre a la vista es el único volcán de toda la península cuya chimenea quedó al descubierto a causa de la erosión.

Ese gigante de lava solidificada en forma de columnas basálticas se formó hace siete millones de años y por su valor geológico es monumento natural. Pero no hay que quedarse a sus pies admirando su figura. El Pitón Volcánico de Cancarix se puede coronar a través de varias rutas y la recompensa son unas vistas fantásticas.

Pueblos de Albacete que son auténticas maravillas

Aýna, la ‘Suiza manchega’

La ‘Suiza manchega’. | Shutterstock

Si hay un rincón donde la Sierra del Segura muestra un aspecto especialmente agreste es en la garganta del río Mundo. En ella, encaramada de forma escalonada a una pronunciada ladera espera Aýna. A esa esa peculiar fisonomía, y sobre todo al paisaje de infarto que lo abraza, es a lo que debe el sobrenombre de ‘Suiza manchega’

Las vistas desde cualquiera de sus miradores cortan la respiración, pero Aýna tiene otros encantos, como los restos de su viejo castillo o el yacimiento de la Cueva del Niño, cuna del arte rupestre albaceteño. Sin embargo, tuvo que ser el director y productor Juan Luis Cuerda quien pusiera a Aýna en el mapa al convertirlo en escenario de una de las películas de culto del cine español, Amanece, que no es poco.

Alcalá del Júcar y su singular arquitectura

Vista panorámica de Alcalá del Júcar. | Shutterstock

Un pronunciado meandro del río Júcar a sus pies y un castillo de origen árabe en lo alto de un cerro enmarcan una sucesión de fachadas blancas. Es la postal más reconocible de Alcalá del Júcar, pero hay que mirar más allá para encontrar aquello que hace que este municipio sea realmente especial, ya que este es un pueblo troglodita.

Esas fachadas que parecen levantarse unas sobre otras son solo eso, fachadas. La mayoría de las casas se excavaron en la roca, convirtiendo el corazón del promontorio por el que discurren las empinadísimas calles de Alcalá del Júcar en un laberinto de cuevas superpuestas y en una de esas maravillas de Albacete que no hay que perderse.

Otras maravillas de Albacete: patrimonio esplendoroso

La elegancia del Pasaje de Lodares

Pasaje de Lodares. | Shutterstock

Atravesar el Pasaje de Lodares, en el corazón de la ciudad de Albacete, es hacer un pequeño viaje en el tiempo para aterrizar a finales del siglo XIX, cuando se pusieron de moda en Europa las galerías comerciales de techos acristalados. Esta es algo más tardía, ya que se inauguró en 1925, y es también uno de los escasos ejemplos en España de este tipo de construcciones.

De ella se dice que es una de las calles más bonitas de España. No es realmente una calle, pero su encanto es innegable. Sus apenas 100 metros de longitud son una magnífica muestra de estilo postmodernista. Esbeltas columnas sujetan unas fachadas profusamente decoradas que se unen mediante un tragaluz de hierro y cristal. El conjunto crea un corredor maravilloso que envuelve con su magia y su refinamiento.

El castillo de Almansa, testigo de la historia

Castillo de Almansa. | Shutterstock

Almansa fue territorio fronterizo entre los reinos cristianos de Castilla y Aragón y los dominios árabes de Murcia. De aquella época queda el recuerdo de un imponente castillo que domina el territorio encaramado al Cerro del Águila. De origen almohade, vivió momentos de esplendor en el siglo XIV para pasar al abandono, la ruina e incluso la orden de demolición.

Pero no era ese el destino de uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar medieval de Castilla-La Mancha. Una profunda remodelación sirvió para que su poderosa torre del homenaje, y sus murallas recuperasen la gloria perdida. Guardián del recuerdo de grandes acontecimientos históricos, es una de las maravillas de Albacete que no hay que perderse.

La Tamborada, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Tamborada en Hellín. | Shutterstock

La tamborada es una tradición tan sonora como emocionante. Es una vibrante expresión de la Semana Santa que se siente con auténtica pasión en algunos municipios de Albacete, donde los tambores no dejan de sonar desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección.

Hellín y Tobarra se transforman en esas fechas. Generaciones de tamborileros ataviados con unas características túnicas inundan las calles y rompen el silencio con el repique constante de sus tambores. Una tradición que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y que merece la pena vivir una vez en la vida porque queda marcada para siempre en el recuerdo y también en el alma.

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