Cuando los españoles dieron forma al lugar más mítico de Nápoles

Nápoles fue, durante un importante periodo de tiempo, la ciudad más próspera de Italia, una de las más grandes de Europa y un tesoro para las coronas españolas que la dominaron. Hoy su centro histórico es Patrimonio Mundial de la UNESCO y quien la ha visitado coincide: se trata de la ciudad más auténtica de Italia. Esta singular metrópoli tuvo una gran presencia española durante cuatro siglos. Todavía hoy pueden rastrearse estas huellas en el trazado de sus calles, en varios de los monumentos más representativos de la ciudad y en ciertas costumbres. Muchos historiadores italianos tienen una percepción negativa de esta influencia española, pero sus habitantes la han abrazado sin rencor. Quizá porque a partir de esta relación tomaron forma los barrios más míticos de Nápoles: los Quartieri Spagnoli. Coloridos, caóticos y napolitanos hasta decir basta.

El eterno interés en Nápoles

Una de las imágenes más clásicas de los barrios españoles de Nápoles

Los Quartieri Spagnoli nacieron en el siglo XVI como respuesta a la presencia de las guarniciones militares españolas, tan sencillo como esto. Si son conocidos de esta manera es porque fueron invadidos por un ejército español que seguía órdenes de la Corona de Aragón, que durante mucho tiempo tuvo puesta su mirada en la ciudad. Se hizo con su dominio, por primera vez, a mediados del siglo XV, bajo el mandato de Alfonso V de Aragón. Un periodo de guerra contra los franceses, que aspiraban, como los españoles, al control de la ciudad, dio paso a siglos de dominio relativamente tranquilo en los que los mandatarios españoles reformularon Nápoles.

Se sucedieron virreyes españoles que gobernaron en nombre de Fernando II de Aragón primero, Carlos V o Felipe II después. Durante los respectivos periodos de tiempo destacaron varios nombres que han quedado grabados en la historia de la ciudad. Es el caso de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como Gran Capitán, el responsable de la conquista de la ciudad en 1504 para la Corona de Aragón. También de Pedro Álvarez de Toledo, virrey que en los años treinta del siglo XVI llevó a cabo importantes reformas en la configuración de la ciudad.

Carlos III de España, ya en el siglo XVIII, fue uno de los principales impulsores del Museo Arqueológico, considerado hoy día uno de los más importantes de su género. Bajo su dirección, a las colecciones privadas ya contenidas se añadieron los ricos hallazgos obtenidos en las ciudades cercanas al Vesubio, trabajos realizados bajo el expreso deseo del rey.

Nápoles fue española hasta el mismísimo Risorgimento, la unificación italiana que se llevó a cabo en el siglo XIX. Este movimiento logró unir a todos los Estados italianos hasta conformar el país actual, alejando de esta manera a las dinastías consideradas no italianas. Ahí entraban los linajes españoles, que solo entonces y tras un largo proceso, abandonaron la ciudad.

Los Quartieri Spagnoli, la respuesta a todo lo anterior

Los edificios parecen volcarse unos sobres otros en las estrechas calles de estos barrios

Los barrios españoles surgieron, como se ha dicho, en torno al siglo XVI, cuando la Corona de Aragón trataba de expulsar a los franceses de un territorio que ya consideraba suyo, por haberlo ocupado tiempo atrás. Para lograr el dominio definitivo, una guarnición de unos 5.000 soldados, comandados por el Gran Capitán, se instaló en el corazón de la ciudad. Tenían como objetivo principal vencer al ejército francés, pero poco a poco, con la ciudad ya conquistada, desplazaron su mirada hacia los napolitanos. Debían realizar tareas de seguimiento, pero también protegerlos, pues formaban ya parte de la Corona a la que ellos también pertenecían.

Desde el principio, la presencia de los españoles en esta zona estuvo caracterizada por la violencia, la criminalidad y la prostitución. Hacia mediados del siglo XVI se construyeron cuarteles para acogerlos en otros puntos de la ciudad y se reasignaron espacios para estos soldados. Estos barrios, en cualquier caso, ya eran conocidos como los barrios españoles. Habían nacido los Quartieri Spagnoli.

Típico puesto en la Via San Liborio

Es imprescindible destacar la influencia del mencionado Pedro Álvarez de Toledo a la hora de comprender el nacimiento de estos espacios. Tras su llegada a la ciudad en 1532, uno de sus principales objetivos fue reformar la ciudad desde un punto de vista urbanístico. Su mandato como virrey duró veinte años y durante este tiempo se encargó, entre otras cosas, de la pavimentación de las calles y la demolición de la antigua muralla occidente, que quedó obsoleta tras las ampliaciones derribadas.

Quizá su principal aportación fue la Via Toledo, que con más de un kilómetro de longitud constituye una de las calles principales de Nápoles. De Via Toledo parten la mayoría de las calles que apuntalan la laberíntica estructura de los Quartieri Spagnoli, a los que limita su expansión hacia el mar. En 1870, tras la unificación italiana, cambió su nombre a Via Roma, en honor a la recién estrenada capital de Italia. Fue en vano. Los napolitanos, entonces y ya para siempre, siguieron refiriéndose a ella con el nombre de aquel virrey.

Recorriendo los barrios españoles

Las calles de los barrios españoles están siempre abarrotadas

Son tres los barrios que conforman los Quartieri Spagnoli: San Ferdinando, Avvocata y Montecalvario. Todos están caracterizados por calles estrechas, Vespas que se cruzan sin orden ni concierto, con más pasajeros de los que uno pudiera haber imaginado, y un caos generalizado que en este caso es sinónimo de vida. Son barrios coloridos y bulliciosos, con edificios altos soldados entre sí por cuerdas empleadas para tender la colada, seguramente la imagen más popular de Nápoles. No hay que romantizar, en cualquier caso, todo lo que tiene que ver con los Quartieri Spagnoli, que deslumbran con una belleza única que puede llegar a invisibilizar grandes problemáticas que los han azotado desde el inicio de su existencia. Son barrios históricamente dominados por la Camorra, socialmente conflictivos y sacudidos por la precariedad. Muchos de los problemas de Nápoles quedan perfectamente reflejados en este lugar y eso tampoco debe olvidarse.

Coches, Vespas, peatones, turistas... Hay mucha vida en estos barrios

Destacan también sus numerosos murales y los más de cuatrocientos altares dedicados a la Virgen escondidos en los recovecos más inesperados de sus calles. Continuando en busca de esas huellas españolas, hay que detenerse en los grandes palacios y las numerosas iglesias que pueblan este laberinto. Es, quizá junto a Roma y Sevilla, la ciudad con mayor concentración de iglesias de Europa.

A este respecto, a un paso de los Quartieri Spagnoli descansa un templo que merece la pena conocer: la Pontificia reale basilica di San Giacomo degli Spagnoli, es decir, la Pontificia Real Basílica de Santiago de los Españoles, inaugurada a mediados del siglo XVI. Está bajo el cuidado de la Real Hermandad de Nobles Españoles de Nápoles, que contó con una gran influencia social y política hasta el siglo XIX. Esta iglesia se convirtió en un importante refugio para los españoles y también para los napolitanos durante los sucesivos conflictos con los franceses. Y no fueron pocos.

Un rincón español en Italia

Los colores destacan en los barrios españoles

De entre los numerosos rincones españoles que pueden hallarse a lo largo y ancho del mundo, este localizado en Nápoles tiene un significado especial. Quizá porque la relación entre ambos territorios ha sido siempre una relación cercana repleta de similitudes, hasta el punto de que uno puede sentirse en casa en prácticamente cualquier otro punto de Italia. Claro que ninguno como estos Quartieri Spagnoli, que tienen tanto de la España histórica que lo llevan hasta en el nombre. Hay muchas otras huellas repartidas por Nápoles, una ciudad que, al margen de esto, merece la pena descubrir. Como dicen los italianos, vedi Napoli e poi muori. No mueras hasta conocerla.