Los soldados desconocidos de la Guerra Civil: los batallones de esquiadores

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética invadió Finlandia en lo que se conoce como la Guerra de Invierno. El ejército de los primeros era más numeroso que el de los segundos, pero aún así los finlandeses ofrecieron gran resistencia. Así, la conquista se extendió mucho más tiempo de lo que los soviéticos habían previsto.

Uno de los factores que motivó tal retraso fue el de los batallones de esquiadores del ejército del país nórdico. Los esquiadores finlandeses estaban tan bien equipados y conocían tan bien el terreno que en la batalla de Suomussalmi tres regimientos de 11.000 hombres vencieron contra dos divisiones soviéticas de nada menos que 45.000. Como en una película de esas que no se consideran verosímiles. Por su parte, cuando los nazis invadieron la URSS, estos últimos se valieron de sus propias técnicas de esquí. En la batalla de Leningrado se les llegó a apodar como “la muerte con esquíes”.

Pero lo que muchos no saben es que unos años antes este tipo de tácticas se desarrollaron también en España, aunque a una escala menor. Son los conocidos como batallones de esquiadores de la Guerra Civil. Eso sí, que el lector no espere una crónica a la finlandesa, porque las acciones que llevaron a cabo estos soldados fueron más bien de reconocimiento y vigilancia. De hecho, las andanzas de uno de los mismos son más bien desastrosas.

La información que hay de ellos es bastante escasa. Por eso, este reportaje se ha basado en los tres batallones de los que más datos hay. Hablamos de la Compañía de Esquiadores de las Milicias Pirenaicas, el Batallón Alpino del bando nacional y el Batallón Alpino de Guadarrama. Todo ello sin contar con el grupo de esquiadores españoles que participó en la Segunda Guerra Mundial del lado alemán.

La Compañía de Esquiadores de las Milicias Pirenaicas: una serie de catastróficas desdichas

El batallón de esquiadores de la Guerra Civil del que más información se conserva es la conocida como Compañía de Esquiadores de las Milicias Pirenaicas. Esta unidad se formó tras la agrupación de jóvenes montañeros que se habían alistado en diferentes milicias políticas: Centro Excursionista de Cataluña, Milicias Antifascistas Alpìnas, Grupo de Montaña del POUM… Se trataba, en su mayoría, de hombres de clase media-alta unidos más por su afinidad a la montaña y los deportes de invierno que por su afiliación política. Formaban parte, a su vez, de Las Milicies Pirinenques.

Tras un pequeño periodo de formación, la compañía pasó a instalarse en La Molina, en el Pirineo catalán, en septiembre de 1936. Allí permanecieron sin entrar en batalla en ningún momento y usando su tiempo, más bien, para entrenar y disfrutar del esquí. Hasta febrero de 1937, cuando los esquiadores tuvieron su primer enfrentamiento bélico. Este se produjo, sin embargo, no contra sus verdaderos enemigos, sino contra las huestes anarquistas de Antonio Martín Escudero, alias el “Cojo de Málaga”.

“El día 1 de marzo, durante la madrugada, el chalet de La Molina, cuartel general de los esquiadores, fue tomado por sorpresa y sin previo aviso por un centenar de hombres que lucían insignias de la CNT-FAI y del POUM”, indica Antonio Gascón Ricao en su artículo Memoria republicana: Las Milicies Pirinenques. “Por la noche fueron detenidos 15 pirenaicos más”, continúa el autor, “que procedentes de Bellver intentaban rescatar a sus compañeros”. Al día siguiente, los hombres del Cojo enviaron de vuelta a toda la tropa a Barcelona. Los anarquistas acordaron con la Generalitat que no destinarían más fuerzas a la zona de La Molina, que pasarían a controlar.

Una tanda de fracasos del batallón pirenaico de esquiadores de la Guerra Civil

Después de este fiasco, la Compañía de Esquiadores de las Milicias Pirenaicas se vio obligada a reagruparse hasta en tres ocasiones. La primera de ellas, fueron enviados a cubrir la línea entre Torla y la frontera francesa. Durante este periodo tuvieron que acudir en el marco de la ofensiva contra Huesca. Les fueron encargadas dos misiones: asaltar las centrales de Panticosa y Bratazo. Pero, tras fracasar en ambas, la compañía fue disuelta y disgregada entre los diferentes batallones de la Brigada 72 en el pueblo de Jánovas. Allí, los esquiadores, que se vieron alejados de sus compañeros y de sus gustos y modos de vida, alegaron unos y otros pretextos para marcharse de la unidad.

Vino entonces la segunda reorganización. Esta vez en Huesca. En esta ocasión el batallón alpino se compuso no solo de aquellos catalanes que habían abandonado la Brigada 72, sino también de aquellos esquiadores vascos que habían llegado a Cataluña tras ser vencidos en la Ofensiva del Norte. A este batallón se le conocía como el batallón vasco-catalán y si había algo de lo que podían presumir era de su equipamiento. De hecho, adquirieron sus materiales nada menos que en Chamonix, que entonces era centro de moda del deporte de montaña en Europa.

Pero el batallón de los esquiadores perdió todo su magnífico y nuevo equipamiento tras entrar por primera y última vez en batalla durante la Ofensiva de Aragón. Una división de marroquíes del bando nacional les robó todo su material, robo que les dio el tiempo suficiente para escapar a Benasque, donde tenían su base. Tras un fiasco más, el batallón de esquiadores se retiró a Francia.

La última y tercera reorganización de la compañía llevó a los esquiadores de Francia a Girona, donde cubrieron el frente entre Trivia y la frontera. Allí permanecieron en unas trincheras que les permitirían huir a Francia si se producía la derrota definitiva del bando republicano, como finalmente sucedió.

El Batallón Alpino de Guadarrama: un personaje de Ernest Hermingway

Durante la Guerra Civil, la sierra de Madrid vivió, como cada lugar del país, sus propias circunstancias. Ya a principios de la contienda se fraguó un tablero bélico que permanecería inmutable durante la mayor parte del conflicto. El puerto de Alto del León y el de Navafría pasaron, tras arduos enfrentamientos, a manos golpistas. Por suparte, los de Somosierra, Cotos y Navacerrada permanecieron fieles a la República. Este fue el escenario en el que los esquiadores de Guadarrama fraguaron sus hazañas.

En este caso, las operaciones de los esquiadores de la Guerra Civil fueron menos nefastas que las de sus compañeros de Cataluña. El Batallón Alpino de Guadarrama, conformado, además de por esquiadores, por montañeros y escaladores, surge de la unión de otros dos batallones: el Batallón Alpino Juventud, que se formó en septiembre de 1936 en Cercedilla, y el el Batallón Alpino del 5º Regimiento, cuya sede se ubicaba en la calle Gaztambide de Madrid. Ambos batallones se unificaron en noviembre de ese mismo año, después de que los jóvenes del 5º Regimiento participaran en el frente de CIU.

Algunos de sus miembros fueron reputados esquiadores españoles como Manuel Pina Picazo, campeón de España de esquí fusilado en 1942, o Ángel Barrada, presidente de la Federación Española de Deportes de Invierno años después de la guerra.

La función del Batallón Alpino fue principalmente la de vigilar y asegurar los pasos de montaña de una zona que, con el avance de la contienda, se hizo cada vez más extensa. También fueron los encargados de construir trincheras y búnkeres en las cotas más altas de la sierra.

Como acciones bélicas puras y duras solo participaron en una: la ofensiva que el Ejército Popular puso en marcha en 1937 dirección Segovia. Aparte, algún enfrentamiento o golpe de mano puntual. Como curiosidad, el batallón se vio emboscado el 7 de febrero de 1938 por los esquiadores rebeldes, uno de los pocos combates de esquiadores que se dieron entre ambos bandos.

Eso sí, si por algo es famoso este batallón es por su aparición en la novela Por quién doblan las campanas, del escritor Ernest Hemingway, que fue corresponsal durante la Guerra Civil y estuvo de visita en el mismo frente de Guadarrama. De este libro el director Sam Wood hizo una película que protagonizaron Gary Cooper e Ingrid Bergman. También Metallica inspiró una de sus canciones, de idéntico nombre, en dicha obra.

La Compañía de Esquiadores del Ejército Nacional: mal equipamiento y posiciones aisladas

Como se ha podido comprobar en el apartado anterior, los batallones de esquiadores de la Guerra Civil no solo estuvieron en el bando republicano, sino también en el sublevado. Su formación se produjo ante la imposibilidad de que la infantería transitara por la zona pirenaica durante los meses de invierno. De esta forma, el día 24 de diciembre de 1936 se desplazó a Candanchú la primera Sección de la Compañía de Esquiadores del Ejército Nacional.

Para este batallón de esquiadores de la Guerra Civil el principal problema fue el equipamiento, al contrario que en el caso de la Compañía de Esquiadores de las Milicias Pirenaicas. Esto fue debido a que la mayoría de las fábricas de este tipo de materiales estaba en zona republicana. Pero el batallón se apañó como pudo, encargando la fabricación del equipo a empresas de Zaragoza y Navarra.

Por su parte, los componentes de la compañía eran personas de todas las edades a las que, al igual que en los casos anteriores, las unía sobre todo el amor por la montaña. Sin embargo, también se vieron obligados a reclutar a nuevos soldados, a los que tuvieron que entrenar en las artes de la montaña. Algunos de sus integrantes fueron José María Serrano, alias “el sarrio”, que más tarde formaría parte de la Compañía de Esquiadores de la División Azul en Rusia, o Juan Lacasa, alcalde de Jaca. Más adelante se fueron uniendo más unidades.

Tras su formación, la Compañía de Esquiadores del Ejército Nacional pasó a cubrir un terreno de gran extensión, que solo podían proteger con posiciones fijas y aisladas. Así, en el transcurso de la contienda, fueron también muy importantes las labores de los médicos y los mensajeros, pues fueron los encargados de aprovisionar tanto a la población civil como a la compañía.

El batallón de esquiadores del bando nacional participó activamente en la batalla de la Bolsa de Bielsa, en el Pirineo aragonés, donde, el 6 de abril de 1938, fue totalmente aniquilada. La compañía recibió la Medalla Militar Colectiva en julio de 1938.

Imagen de portada: Batallón Alpino Pirenaico [Material gráfico] por Torrents, P. Luis, 1891-1966 - Biblioteca Nacional de España, Spain - CC BY-NC-SA.