Los jugueteros, el más allá de una profesión que vive de la Navidad

“El juguete, como toda manifestación cultural o artística, es un fiel reflejo de las inquietudes estéticas y de los cambios de mentalidad de cada época”. Así comienza el artículo de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) El juguete, un reflejo de la historia. No obstante, hay algunos juguetes que, aunque ahora estén hechos de otros materiales, llevan siendo los mismos desde la antigüedad. Es el caso de las muñecas y las pelotas.

De hecho, se han encontrado muñecas de marfil de la época romana en más de un yacimiento arqueológico de la península ibérica. Por ejemplo, en la necrópolis romano-cristiana de Tarragona o en la de Las Eras, en Ontur (Albacete). El niño siempre ha necesitado jugar, imaginar, crear mundos paralelos a los que transita. Pero en la antigua Hispania no había jugueterías. De hecho, hasta mediados del siglo XIX no se empezó a comercializar este tipo de artículos.

Necrópolis romano-cristiana de Tarragona, uno de los yacimientos donde se encontró una muñeca de marfil. | Shutterstock

Cuando no había jugueteros: un pequeño repaso por la historia del juguete en España

¿Y mientras? Pelotas de arena, muñecas hechas de madera, trapo y escayola, caballos de madera consistentes en barriles a los que se les añadía también una cabeza de madera… Al menos estos eran los juguetes de las clases menos adineradas, juguetes que se fabricaban en casa. Luego, pequeñas tiendas y artesanos para aquellos que pudieran permitirse pagarlos.

Todo cambia con la llegada de la industrialización a España a principios del siglo XX. “La celebración en 1914 de la primera Exposición Nacional del Juguete supuso el punto de partida”, indica la asociación en el citado artículo. Entonces aparecen productos como los juegos de construcción o los juguetes de hojalata. Y no solo eso, sino que además “la industrialización también hace posible el abaratamiento de los juguetes, con lo que a partir de ahora estarán más al alcance de las familias de menos recursos económicos”.

España entró al mercado del juguete internacional con fuerza en un momento en el que muchos países estaban ocupados con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Y vino para quedarse. A pesar de una Guerra Civil, a pesar de crisis económicas, a pesar de la aparición del plástico (que revolucionó todo el sector). A pesar de todo. Porque, pase lo que pase, el niño siempre querrá una cosa: jugar.

Juguetes de madera. | Shutterstock

La situación del sector juguetero en España

Hoy la juguetería es un sector que implica el trabajo de muchas personas, desde los fabricantes hasta los vendedores, pasando por los distribuidores y los diseñadores de los productos. Según la AEFJ, antes de la pandemia, el censo de fabricantes estaba constituido por 243 empresas. “Estas empresas ocupan directamente a más de 48 000 personas (más de 20 000 de forma indirecta), no incluyendo en este colectivo a empresas del subsector auxiliar del juguete, cuyo empleo duplica esa cifra”, añaden.

Un 7,5% de estos empleados trabajan, además, en el área de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), convirtiéndose en el segundo país de la Unión Europea que más recursos y puestos de trabajo emplea en este campo. En lo que respecta a la facturación, en 2021 el sector alcanzó la cifra de 1 599 000 euros, una suma que se incrementó este 2022, llegando a niveles prepandémicos.

Porque la pandemia, como ha pasado en tantos otros sectores, supuso un cambio de paradigma para los jugueteros. En el momento de confinamiento, “dependía de cómo te pillara la situación”, señala Luis Cantón de la Osa, propietario de la tienda de juguetes Lobo Feliz desde hace más de 10 años. A unos, que habían encargado productos que tenían que pagar y no habían podido vender, les pilló muy mal. A otros, aquellos que tenían un buen posicionamiento web y que vendían sus juguetes de forma on-line, les fue bien, pues durante aquellas fechas las ventas por internet se dispararon.

Teresa Roca Todo, propietaria de la tienda de Juguetes Doña Flor, especializada en muñecas, indica, además, que el Covid-19 “fomentó mucho más los juegos de interior, cosa que revalorizó en algunos casos el juguete educativo familiar y, en otros, el electrónico individual”. De cualquier forma, si hay algo que no ha cambiado en el sector juguetero, aparte de algunos de los tipos de juguetes que se ofertan, es la concentración de las ventas en un periodo muy concreto: la Navidad.

Para la citada propietaria de Juguetes Doña Flor, que se note tanta diferencia entre las fiestas navideñas y el resto de la temporada es un error: “El juguete debe dosificarse a los niños y también darles tiempo todo el año para jugar”.

El resto del año. Ahí reside el quid de la cuestión. Porque los niños no juegan solo en una determinada época, sino durante todo el año. Y no solo ellos: los adultos también lo hacen, con juegos de mesas o recurriendo a artículos de coleccionista que les retrotraen a su infancia, acudiendo a establecimientos como los de Lobo Feliz o Doña Flor. Oasis del juguete tradicional que conviven en un sector copado por los grandes comercios, pero que sobreviven, a pesar de todo.