María de Rusia, la heredera del imperio ruso nacida en Madrid

La historia no es elegante, solo acaba pareciéndolo con el tiempo. Por ejemplo, lo que acaeció en la Casa Ipátiev de Ekaterimburgo a mediados de julio de 1918 parece, si se lee, un mero relato de terror. Sin embargo, la realidad fue mucho más sensorial. Las bayonetas sonaron al clavarse en las duquesitas, la sangre se vio al brotar, la carne olió al quemarse y a buen seguro alguien degustó alguna gota de sudor nervioso. Distinto contado que en vivo. El hecho supuso el final del Zar Nicolás II y su descendencia. Porque no, Anastasia acabó igual de muerta que el resto. Pero todavía hay quien reclama el trono ruso. Resulta la que mejor lo tiene es madrileña: la gran duquesa María Vladímirovna Románova,

Lo de ser mujer no le ha puesto fácil defender su legitimidad. Así, sus rivales de la Asociación de la Familia Románov usan esto como baza en su contra. Rusia no deja de ser muy patriarcal. Pero esta no-emperatriz madrileña ha sabido defenderse y estar ágil. Por ejemplo, no quiso ir al entierro de los restos de Nicolás II y familia porque no se fiaba de que fueran de verdad ellos. Una ceremonia que tuvo lugar en 1998 en San Petersburgo y a la que sí asistió el que por entonces era su enemigo por el inexistente trono, Nicolás Románovich Románov. María prefirió quedarse en Moscú en un acto paralelo.

El que Boris Yeltsin, que en esa época era presidente de Rusia, no le diera la mano frente a los restos de sus antepasados asesinados en Ekaterimburgo no le afectó. De hecho, en una acción muy ágil, en 2005 solicitó al país euroasiático que se rehabilitara al último Zar y el resto de ejecutados reales. Tres años después la demandante obtuvo una respuesta positiva y una gran victoria moral.

Hoy sigue moviéndose entre España y Francia. Ha tenido altibajos en la motivación para postularse a emperatriz, debido a corruptelas entre la nobleza a la que supuestamente lideraba. No obstante, recuperó la moral. Siempre apoyada por la alta jerarquía ortodoxa, si alguien puede volver a ser monarca rusa esa es María Vladímirovna Románova o su hijo. Porque aquello de ir de Madrid al cielo no está mal, pero lo de ir de Madrid al trono imperial de Rusia suena mucho mejor.