Los mapas de Erik Noya

Erik Noya es un deportista que compite en escalada de velocidad, con una medalla de plata en el Campeonato Mundial de Escalada de 2021 en Moscú y otra de bronce en el Campeonato de Europa de Escalada de 2024 en Villars, Suiza.

Al desenrollar sus planos, descubrimos que estos alcanzan posiciones tan distantes como la ciudad venezolana de Caracas y A Guarda, en Pontevedra. Lo cierto es que la trayectoria del escalador cuenta con una rosa de los vientos única que entraña mil historias y aventuras. Acompáñanos en esta travesía a través de los paisajes y la forma de ver el mundo de Erik Noya.

 

La orografía de Erik Noya, desde sus raíces hasta sus cimas

 

 

Con una familia que migró a Venezuela y tu posterior regreso a España, ¿cuáles dirías que son las coordenadas de tu identidad?

 

Mis coordenadas son un cruce entre el sabor del arequipe venezolano y el aroma a mariscada gallega. Vengo de una familia que cruzó el Atlántico con maletas llenas de sueños y muchas ganas de comerse el mundo.

En Venezuela aprendí a bailar con la vida, a disfrutar de los colores, el calor y la alegría. Y cuando volví a España, mis raíces gallegas, de A Guarda, me recordaron que hay un mar que nunca se olvida y una tierra que siempre te llama de vuelta. Así que, si tuviera que definir mis coordenadas, serían una mezcla explosiva de latitud caribeña y longitud atlántica. ¡Un mapa lleno de historias y un poco de sazón!

 

¿Cómo son tus raíces gallegas y en qué lugares se encuentran?

 

Mis raíces gallegas son como un buen albariño: profundas, frescas y con carácter. En A Guarda, donde el río Miño se encuentra con el Atlántico, están mis raíces más fuertes. Allí el viento y la brisa me susurran historias de marineros y leyendas antiguas.

Por otro lado, Malgrat de Mar me da esa vibra más cálida, un contraste que equilibra la mezcla. Así que, aunque el viento me haya llevado por muchos lugares, siempre vuelvo a la costa gallega, donde las raíces están bien ancladas y el mar nunca deja de llamarme.

 

¿Podrías hablarnos de alguna persona que te haya ayudado a fijar el rumbo de tu carrera profesional?

 

Sin duda, mi madre. Es como un GPS que nunca se pierde. Siempre ha sido mi brújula, la que me enseñó que para lograr algo hay que trabajar duro, pero también disfrutar del proceso. De pequeño, me decía: «Tú tira pa’lante y no mires atrás». Aunque nunca usó términos técnicos, sus consejos eran más sabios que los de cualquier manual de estrategia. Ella me mostró que las grandes metas se alcanzan con pasos pequeños, pero firmes, y siempre con una sonrisa, aunque te estés muriendo por dentro de los nervios.

 

 

 

¿Cuáles crees que son los puntos cardinales que no puede perder de vista alguien que se dedica al mundo del deporte?

 

Para mí, los cuatro puntos cardinales del deporte serían:

El norte: la constancia. Es lo que te empuja cada día, incluso cuando no tienes ganas.

El sur: la pasión. Si no disfrutas lo que haces, ¿para qué lo haces?

El este: la humildad. Porque siempre hay alguien de quien aprender.

El oeste: la diversión. Nunca puedes perder de vista que el deporte también es una fiesta, un momento para disfrutar y sentirte libre. ¡Con esos cuatro puntos, nunca te perderás en el camino!

 

¿Cuáles han sido las paredes que más te ha gustado escalar?

 

Las paredes que más me ha gustado escalar no son solo físicas, sino también de esas que te pone la vida. Porque cada reto es una pared que te desafía, y no siempre se escala con las manos; a veces es con el corazón. Pero si hablamos de paredes reales, cualquier montaña que me ponga a prueba, que me haga sudar y llegar a la cima con las piernas temblando, ¡esa es mi favorita!

 

¿Tienes algún viaje por España pendiente, marcado en el mapa con una chincheta?

 

¡Claro! Tengo una chincheta clavada en El Bierzo. Todo el mundo me ha hablado maravillas de esa zona, sus paisajes verdes, sus pueblos con encanto y su comida, que, según dicen, es un espectáculo. Quiero perderme por allí, caminar por los viñedos y probar un buen vino mientras disfruto de las montañas. Ese viaje está esperando, ¡y yo estoy más que listo para hacerlo!

 

¿Cómo describirías la brújula que te guía a la hora de tomar decisiones?

 

Mi brújula es una mezcla de intuición y pragmatismo. A veces apunta a donde el corazón manda y otras me obliga a parar y pensar bien las cosas. Es como un baile: a veces doy pasos rápidos y arriesgados; otras, más lentos y medidos. Al final, siempre me lleva a donde necesito estar, aunque el camino no siempre sea el más directo.

 

 

 

Hay personas que son hogares, lugares seguros. ¿Cuáles son las tuyas?

 

Mi hogar siempre ha estado en las personas, más que en los lugares. Mi familia es mi lugar seguro, mi refugio. También tengo amigos que son como faros: no importa lo lejos que esté, siempre están ahí, iluminando el camino. Al final, los hogares son esas personas que, sin importar dónde estés, te hacen sentir que has llegado a casa.

 

Si fueras un paisaje, ¿cómo crees que serías?

 

¡Sería una combinación entre acantilado gallego y playa mediterránea! Algo salvaje, con olas que chocan contra las rocas y un toque de misterio, pero también con rincones cálidos y tranquilos, donde el sol brilla y puedes relajarte. Sería un paisaje lleno de contrastes: intenso, pero con momentos de calma, perfecto para una buena aventura.

 

¿Nos recomiendas un lugar en España poco conocido, que no suela figurar en los mapas, pero que a ti te encante?

 

Te recomendaría las Islas Cíes, en Galicia. No es tan secreto, pero sigue siendo un rincón mágico que muchos no conocen bien. Es un paraíso natural, con playas que parecen sacadas del Caribe y senderos por donde puedes caminar rodeado de naturaleza virgen. Es un lugar donde puedes desconectar de todo, escuchar solo el sonido del mar y las gaviotas, y sentir que has encontrado un tesoro escondido.

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