Receta para saborear Cambrils en primera persona

Rayos de ámbar y plata se filtran a través de los pliegues marinos. Ola a ola, el rubor del amanecer alcanza progresivamente la Costa Dorada, desembarca en la arena pálida de sus playas e ilumina las flores de sus jardines. En la quietud de las primeras horas del día, unos ojos ancianos contemplan la serena respiración del mar, ese lenguaje familiar que ha mecido sus días y sus noches durante tanto tiempo. 

El marinero tiene blancas pestañas de sal, una piel bronceada por largas jornadas, manos nudosas que parecen haber sido moldeadas para manipular redes de pesca. Sentado en el puerto de Cambrils, observa el leve cabeceo de las embarcaciones y se deja arrullar por las reminiscencias de una vida dedicada a un oficio que sigue muy vivo.

Lo ve en los barcos que zarpan al alba, en aquellos que regresan cargados de productos e historias. Lo comprueba en el pescado fresco que arriba a la Cofradía de Pescadores de Cambrils. En su Barrio Marinero, adyacente al puerto, donde los olores y las tradiciones de siempre prevalecen y exhiben una postal auténtica que no deja de cautivar a las personas que están de paso.

El propio pescador, tan anclado a su Cambrils natal, se sorprende admirando sus rincones y monumentos como si se los encontrase por vez primera. Desvía la mirada del horizonte azul, ya presidido por el disco solar, y la fija sobre la Torre del Puerto. La antigua torre de vigía destaca entre las casas blancas del Passeig de Miramar, que en otros tiempos fueron las viviendas de los pescadores de Cambrils.

Torre del Puerto de Cambrils
Torre del Puerto de Cambrils. | Shutterstock

El marinero saluda a una mujer que camina tranquilamente por el paseo marítimo. Los ojos azules, enmarcados en líneas de experiencia, se encuentran con dos iris de un verde intenso. Ella viene de lejos y sus pupilas descubren Cambrils desde un punto de vista diferente

Por ejemplo, al no haber experimentado la realidad pesquera de la ciudad, la extranjera puede realizar una visita guiada a la Lonja de Pescadores. Ser testigo de la vida diaria de las personas que se dedican a esta antigua profesión, de los detalles del oficio. Hacerse una idea mejor del tratamiento del producto, de las variedades de pescado y marisco que se tratan y del proceso previo a su consumición. Sin perder la mirada curiosa de alguien que desea conocer en profundidad un lugar nuevo y empaparse en su carácter, deja atrás el puerto y se interna en el casco histórico. 

Calles estrechas, casas de piedra y macetas con plantas por doquier. Escenarios coloridos y adornados con flores, como la pintoresca Plaza de la Vila. El Barrio Antiguo permite vivir Cambrils con autenticidad gracias a los comercios que exhiben productos locales y a los restaurantes donde se degustan los platos típicos de la ciudad catalana, como el arroz con galeras y los fideos rossos, así como la ineludible salsa romesco. De esta forma, la viajera comprueba en primera persona por qué Cambrils se considera la Capital Gastronómica de la Costa Dorada.

Casco histórico de Cambrils
Casco histórico de Cambrils. | Shutterstock

En esos mismos restaurantes, la visitante de ojos verdes repara en un ingrediente que ensalza aún más los sabores de la gastronomía cambrilense: el aceite. Más concretamente, el aceite de oliva virgen extra Mestral de la Cooperativa Agrícola de Cambrils. Un producto de la tierra que es rico en propiedades nutricionales y aporta deliciosos matices mediterráneos a todos los platos.

Porque Cambrils no es solo mar y pesca; en realidad, también cumple la función de huerta ecológica, abasteciendo a Cataluña de vegetales frescos y de calidad. Para entender este otro lado de la ciudad, la viajera se traslada a Verdcamp Fruits. En sus suaves ondulaciones de cultivos halla un paisaje modelado por el benigno clima mediterráneo del que disfruta Cambrils.

Siempre es agradable observar de cerca los frutos que terminan en la cocina, apreciar el lento proceso de maduración y constatar que la producción es sostenible y respetuosa con el medio ambiente, realizada por manos que manipulan la tierra y las plantas con cariño. Como en el relato de Bécquer, los ojos verdes de la viajera brillan como fuegos fatuos ante una visión que inspira confianza y bienestar.

Tanto la viajera como el marinero se sientan a comer. Sus contextos son muy diferentes, de eso no cabe duda, pero no es algo que impida que disfruten de la experiencia y extraigan conclusiones similares. Los aromas, los sabores, las texturas de los alimentos… Todos los ingredientes que componen la gastronomía de Cambrils cuentan una única historia.

Salsa romesco, un imprescindible en la gastronomía de Cambrils
Salsa romesco, un imprescindible en la gastronomía de Cambrils. | Shutterstock

Se trata de un relato que habla de tradición pesquera, de barcas amarradas en el puerto, de vidas enteras dedicadas a ofrecer un producto extraordinario. La diégesis sigue a las cosechas, a las estaciones que no alteran el mar de la misma forma en la que transforman los campos sembrados. Todo ello desemboca de forma orgánica en una cocina muy propia, con platos tradicionales que han sabido aprovechar los ingredientes de cercanía y crear un lenguaje gastronómico particular. 

Este recetario se ha transmitido de generación en generación desde tiempos remotos. Las técnicas de pesca, el conocimiento agrícola, las fórmulas que se han ido perfeccionando para elaborar los platos más sabrosos… Cada mordisco es una crónica de Cambrils, del pasado de sus gentes y de la esencia única e intransferible de una ciudad repleta de encantos en el corazón de la Costa Dorada.

Artículo escrito en colaboración con Saborea España.