fbpx

Museo Picasso de Barcelona: de pintar como un adulto a pintar como un niño

Museo Picasso de Barcelona

“Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”. Pablo Picasso dijo esta célebre frase en su etapa de madurez. Porque antes de dedicarse al arte cubista, Picasso pintó realismo, pintó impresionismo, moldeó cerámica e incluso hizo joyas. Porque el artista más célebre del cubismo antes de pintar como un niño pintó como un adulto cuando aún era niño. Aquellos cuadros hechos en sus primeros años como pintor constituyen la principal atracción del Museo Picasso de Barcelona, donde los visitantes podrán contemplar otras caras de Picasso. Desde sus primeros y tempranos años como artista hasta su etapa cubista.

Sala Museo Picasso de Barcelona
Una de las salas del Museo Picasso de Barcelona. | EG

La historia del Museo Picasso de Barcelona

El Museo Picasso de Barcelona nació gracias a la idea del amigo y secretario personal de Picasso, Jaime Sabartés. Éste propuso la creación de una pinacoteca dedicada exclusivamente al malagueño ya en 1960. El Ayuntamiento de Barcelona aceptó la idea aquel mismo año, a pesar de tratarse de la época franquista. Las primeras obras que llegaron al edificio salieron de la propia colección privada de Sabartés, que las cedió al museo, si bien es cierto que el ayuntamiento ya contaba con algunas pinturas del artista. En 1963 el Museo Picasso abrió sus puertas al público por primera vez. Lo hizo en el Palacio Aguilar de la calle Montcada, donde, a pesar de haber sido ampliado varias veces, continúa en la actualidad.

La colección fue ampliándose gradualmente gracias a donaciones de diferentes personalidades, incluido el propio Picasso. A la muerte de éste, su esposa, Jacquelie Roque, hizo también una generosa entrega de 41 piezas de cerámica de su difunto marido. La colección se completa con los grabados donados por sus hijos, las imágenes cedidas por el fotógrafo Roberto Otero y un largo etcétera. Todo ello hacen del Museo Picasso de Barcelona un paseo por la vida y las diferentes etapas que atravesó el malagueño.

Un recorrido a través de los rostros del pintor

Sala Museo Picasso Barcelona
Sala de joyas del Museo Picasso de Barcelona. | EG

Pablo Picasso y Barcelona tuvieron una relación que se inició cuando el pintor tan solo tenía 14 años. El joven Picasso se mudó desde A Coruña a la Ciudad Condal junto a su familia en 1895. Allí ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Llotja. Pero Picasso ya pintaba desde antes, desde al menos los 10 años. En aquella primera etapa, el pequeño artista utilizaba un estilo realista y, después, realizó una serie de cuadros en los que el academicismo sentimental era la norma. Es en esta etapa cuando pinta un famoso cuadro titulado Ciencia y caridad, el cual recibió una mención honorífica en la Exposición Universal de Bellas Artes de Madrid.

¿Por qué contar todo esto? Pues porque las obras de Picasso realizadas entre 1890 y 1917 son las que mayor presencia tienen en este museo, incluida la mencionada Ciencia y caridad que el pintor realizó con tan solo 16 años. Sin embargo, la primera sala del edificio no es de cuadros, sino de joyas. Porque sí, Picasso también hacía joyas. “Las joyas son amuletos que me protegen. Me gusta el poder mágico que tienen sobre mí y sobre los demás”, dijo el pintor en una ocasión.

Ciencia y caridad
Cuadro Ciencia y caridad de Pablo Picasso. | EG

Después de este curioso paseo por uno de los aspectos más desconocidos del artista, el recorrido a través de la colección permanente se interna en aquellos primeros años de Picasso. Esta etapa, como ya se ha dicho, es la que llevará mayor tiempo en la visita. A través de dichas obras, el visitante conoce otra cara de Picasso, una por la que es menos célebre, pero que marcó el resto de su carrera. Después, las salas van mostrando otros rostros del artista. Cuadros de su etapa azul se entremezclan con una época más impresionista, e incluso puntillista, en la que pintó los retratos de las bailarinas del ballet ruso. En medio, una de las estancias exhibe algunos objetos de cerámica, también obra del malagueño.

El broche final: Las Meninas de Picasso

Sala de Las Meninas del Museo Picasso
Sala de Las Meninas del Museo Picasso de Barcelona. | EG

En la parte final del Museo de Picasso aguarda una sala en la que, deformado, es posible reconocer en uno y otro lienzo el cuadro de Velázquez de Las Meninas. El malagueño quiso reinterpretar una y otra vez esta obra en un juego de experimentación que le llevó a hacer nada menos que 44 cuadros. “Si alguien se pusiese a copiar Las meninas, totalmente con buena fe, al llegar a cierto punto y si el que las copiara fuera yo, diría: ¿Y si pusiera esta un poquito más a la derecha o a la izquierda? Yo probaría de hacerlo a mi manera, olvidándome de Velázquez”, apuntó el pintor sobre esta serie. Así, el Museo Picasso de Barcelona es, como se ha señalado al principio, una muestra de cómo un niño que pintaba como un adulto pasó a convertirse en un adulto que pintaba como un niño.