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Los fusilamientos de Francisco de Goya

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Los fusilamientos de Goya, también conocido como Los fusilamientos del monte de Príncipe Pio o simplemente El 3 de mayo, es una de las obras maestras del genio de Fuendetodos, Francisco de Goya y Lucientes.

Fue pintado en 1814, seis años después de que los hechos sucedieran, y hace pareja con La lucha contra los mamelucos, asimismo llamado El 2 de mayo.

En este lienzo de grandes dimensiones, 2,68 x 3,47 metros, Goya trató de plasmar los horrores de la Guerra de la Independencia.

Se encuentra en el Museo Nacional del Prado, sala 064, donde ingresó antes de 1834 procedente de las colecciones reales.

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Francisco de Goya. Los fusilamientos del 3 de mayo

Concluida la Guerra de la Independencia, Fernando VII regresó a España en 1814.  Para conmemorar el levantamiento del pueblo madrileño ante el tirano francés, el gobierno de la Regencia, las Cortes y el Ayuntamiento de Madrid idearon toda una serie de actos.

Dentro de este ambiente, Goya se ofreció a realizar dos cuadros que mostraran la heroicidad y el sacrificio del pueblo de España, y en concreto el de Madrid: Los fusilamientos del monte de Príncipe Pio y La lucha contra los mamelucos.

A continuación, realizaremos un análisis de los aspectos más interesantes de este cuadro: Los fusilamientos de Goya.

Los verdaderos protagonistas

Rompiendo con la perfecta simetría academicista, Goya no sitúa al personaje principal en el centro de la composición, sino ligeramente a la izquierda.  Se muestra con los brazos en cruz, un gesto que nos recuerda a Cristo crucificado. Esta idea se afianza con la marca que presenta en su palma derecha.

Además, esta figura está de rodillas y vestido con camisa blanca, es el antihéroe.  Un hombre anónimo, inocente, cuya muerte será todo un símbolo del valor del pueblo español ante la barbarie francesa.

Junto a él vemos otro personaje arrodillado, pero con sus manos en modo de rezo o súplica. Nos invita a creer que se trata de un religioso, seguramente un franciscano.  De este modo, Goya vuelve a denunciar la  feroz represalia llevada a cabo por las tropas francesas, que no distinguieron entre rebeldes e inocentes.

A la derecha, encontramos un grupo de hombres cuyas caras y gestos hacen patentes el horror.  Si nos fijamos detenidamente, uno de ellos tiene una expresión de absoluto terror. El blanco de sus ojos brilla, está atemorizado; e incluso parece estar mordiéndose las uñas.

En cualquier caso, a Goya no le interesa el fusilamiento en si mismo.  Para eso tendría que presentarnos a los hombres como prisioneros, con las manos atadas y flanqueados por soldados. Goya quiso ensalzar la valentía del pueblo de Madrid ante el tirano tolerado.

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Detalle de los prisioneros
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Detalle rostros

Príncipe Pío, el escenario

Gracias a las crónicas de la época, sabemos que los fusilamientos tuvieron lugar en el monte de Príncipe Pío. Sin embargo, Goya no concreta el escenario. Lo sitúa a las afueras de la ciudad, intentando remarcar la vergüenza de la barbarie cometida.

Las referencias arquitectónicas que dibuja no son exactas a las del Madrid de aquella época. Son meros “adornos” que nos indican la lejanía del centro urbano.

Algunos autores han identificado la torre con la perteneciente a la iglesia del convento de San Bernardino. Otros, en cambio, creen que se trata de la iglesia de Santa Cruz, la más alta de la ciudad.

Los fusilamientos sucedieron en la madrugada del 3 de mayo, una noche oscura y lluviosa. Para recrear esa lúgubre atmósfera, Goya pinta un cielo negro que ocupa gran parte del lienzo. Este recurso le ayuda a aumentar el dramatismo.

Por el contrario, el único foco de luz que presenta la obra es un simple fanal. Sin embargo, ésta no proviene de él, sino de la camisa blanca de nuestro antihéroe. Además, la iluminación que hay detrás de las cabezas del resto de sentenciados a muerte, a modo de aureola, la potencia.

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Detalle del fondo
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Detalle del fanal

Los soldados franceses

En contraposición a las víctimas, Goya presenta a unos soldados anónimos, sin rostros. Su formación en forma de sólido bloque les hace parecer máquinas autómatas de matar.

El único elemento que nos permite identificarlos como soldados franceses es el tipo de gorro que llevan: morrión. Además, sus petates nos dejan afirmar que pertenecían a la infantería.

Por otro lado, sus uniformes presentan diferentes tonalidades ya que se confeccionaban con lana sin teñir

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Detalle de los soldados franceses

Como dato curioso, podemos señalar que Goya nos muestra dos novedades introducidas en el ejército francés durante la Guerra de Independencia:  el tipo de morriones y  los sables de empuñadura cuadrada.

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Detalle de los sables
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Detalle de los cadáveres

La idea de tiempo

Goya presenta en estos fusilamientos el concepto del tiempo.  De este modo en primer término, encontramos los cadáveres de los que ya han sido asesinados.  Tras ellos, los prisioneros que van a ser ejecutados en ese preciso instante.  Y por último, los hombres que lo serán en breve.  Goya juega con la idea de pasado, presente y futuro.