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La laguna de El Campillo: la vida que nace de la destrucción

Laguna El Campillo

Aunque a veces no lo parezca, la Comunidad de Madrid está surcada de espacios naturales de gran valor, así como de gran cantidad de paisajes hidrográficos. Uno de ellos es tan grande como desconocido: el Parque Regional del Sureste. De una extensión de más de 31.500 hectáreas, este espacio se dispone en torno a los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama a lo largo de hasta 16 términos municipales. Sin embargo, de la actual configuración del paisaje tiene mucha culpa el ser humano, cuya actividad ha generado varias lagunas artificiales. Una de ellas, la más grande después de la de El Porcal, es la laguna de El Campillo, perteneciente al municipio de Rivas.

La formación de esta masa de agua se comenzó a fraguar entre los años 60 y 70. Pero no de una forma intencionada, sino como resultado de los trabajos de extracción que se llevaron a cabo en la cuenca del río Jarama. En otras palabras, debido a la minería. Estos trabajos tuvieron efectos perjudiciales para el ecosistema: pérdida de masa vegetal, deterioro paisajístico, degradación del acuífero, contaminación… Pero, paradójicamente, estas mismas actividades dieron lugar a lagunas como la de El Campillo, que vinieron acompañadas de una diversificación de la flora y la fauna del entorno. Por suerte y tras tantos años, esto último es lo que podemos ver hoy al visitar el paraje.

Río Jarama
Río Jarama en el Parque Regional del Sudeste. | Shutterstock

Un sendero apto para todos los públicos

La laguna de El Campillo tiene un perímetro de 5,5 kilómetros, los que conforman la ruta alrededor del mismo. Una ruta que es popular entre los vecinos de Rivas y de Arganda, pues a este último municipio se puede llegar si en vez de dar la vuelta a la laguna se continúa recto. El caso es que este sendero es apto para todos los públicos: deportistas, niños, ancianos y también perros. Asimismo, no es extraño encontrarse con ciclistas y corredores que han ido a dar una vuelta por la zona. Tampoco es inusual ver a familias disfrutando de un domingo soleado ni a vecinos paseando con sus mascotas.

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Hacia la mitad del sendero, que se puede hacer en apenas una hora, hay también una zona recreativa, salpicada de merenderos para aquellos que quieran descansar un rato. Aunque es más importante el alto que espera justo al otro lado del aparcamiento (inicio de la ruta): el Centro de educación ambiental El Campillo. De él destaca la exposición permanente Con el Parque: Los valores del Parque Regional del Sureste, que hace un repaso por los recursos naturales y culturales del mismo. También dispone de exposiciones temporales.

Laguna El Campillo
Laguna de El Campillo. | Shutterstock

Aves y más aves, los verdaderos habitantes de El Campillo

Otra parada imprescindible del camino es la del Observatorio de Aves, una pequeña caseta en la que asomarse a la laguna y contemplar su fauna. Porque otro de los atractivos de la laguna de El Campillo reside precisamente en sus animales, donde las aves son las indiscutibles protagonistas.

Garzas, patos, fochas o cormoranes son algunas de las muchísimas especies que el visitante podrá avistar en el agua. Y cuando se dice muchísimas especies no es que se diga a la ligera, ya que el número de las mismas asciende hasta las 156. Aunque más escondidos, también puede haber mamíferos como la rata de agua o incluso zorros. Todo esto sin contar con los animales acuáticos, entre los que están el barbo común o la carpa.

Carbonero
Un pájaro carbonero en la laguna de Rivas. | Shutterstock

Una cara para cada estación

Además de animales, a través de este paseo por El Campillo nos toparemos con un hermoso paisaje. Porque, aunque el entorno de la laguna es de los más áridos de la región, esta masa de agua hace posible la existencia de diferentes especies vegetales. Zarzamoras, fresnos, sauces blancos o juncos se dan cita en un valle coronado por un escarpe bastante pronunciado que se vislumbra desde la ribera.

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Como se ve, este paseo cuya entrada se encuentra a escasos metros de algunas urbanizaciones de Rivas-Vaciamadrid, constituye toda una sorpresa a apenas 20 kilómetros del centro de la ciudad. Un paisaje que no se recomienda visitar en los días más calurosos, pero que muestra una cara diferente en cada estación. Vestida de colores ocres en otoño, impregnada de flores en primavera o incluso cubierta de blanco en invierno, la laguna de El Campillo es un acierto seguro, un plan que se puede disfrutar en solo media jornada o en el que echar todo un día.