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Jardín de la Marquesa de Arucas

Jardín de la marquesa de Arucas

No es difícil entender que los antiguos griegos situaran el mítico Jardín de las Hespérides en las islas Canarias porque aquí, en el Jardín de la Marquesa de Arucas, con su clima de eterna primavera y exuberante vegetación, nos imaginamos trasladados a ese edén terrenal, donde de los árboles colgaban manzanas de oro, símbolo de inmortalidad. Unas ninfas llamadas hespérides cultivaban el jardín, custodiadas por el feroz dragón Ladón, de cien cabezas. Según la leyenda, aunque el titán Atlas lo mató, el animal sigue todavía vivo en sus hijos, los dragos (Dracaena draco), unos árboles que nacieron de la sangre de sus heridas, como el magnífico ejemplar de más de dos siglos que preside la parte antigua del jardín. Cuando se rompe su corteza, brota una savia de color rojo oscuro (sangre de drago) que posee propiedades curativas. Venerado por los nativos canarios, los guanches, como árbol sagrado es hoy en día el árbol simbólico de las islas Canarias.

Jardín de la marquesa de Arucas
Foto: fotografiasdegrancanaria.com

El Jardín de la marquesa de Arucas que se sitúa en Arucas, cerca de Las Palmas, ocupa actualmente cinco hectáreas, divididas en dos zonas, la antigua y la nueva. La primera fue diseñada por un paisajista francés en torno a 1880, según fuentes familiares, para acompañar la casa que había levantado el primer marqués de Arucas, Ramón Madam y Uriondo.

En realidad es un salón al aire libre que gracias al clima tropical podía disfrutarse durante todo el año. El trazado sigue el modelo habitual de los jardines decimonónicos con plantaciones de formas orgánicas y caminos sinuosos, aquí cubiertos por la lava volcánica local.

Para crear un escenario evocador, se levantaron diferentes construcciones pintorescas –tan características de los jardines románticos como el castillete, un mirador que corona la montaña artificial, la gruta de piedra cubierta de líquenes o el pabellón del estanque…

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Jardín de la marquesa de Arucas
Foto: guaguasglobal.com

El marqués, que había fundado una próspera azucarera en Arucas, era un gran aficionado a la botánica y a él se debe la colección de araucarias que rodean la casa. Gracias a la protección de la falda de la montaña y la proximidad a la costa el jardín goza de un generoso microclima que ha permitido el extraordinario desarrollo de estos y otros árboles exóticos, como jacarandas, Ficus, Chorisia…

Los descendientes del fundador ampliaron el Jardín de la marquesa de Arucas en 1990 y lo abrieron al público. Para completar la muestra de especies tropicales y subtropicales iniciada por su antepasado, plantaron centenares de diferentes variedades de palmeras que forman un paisaje paradisíaco, indispensable para captar la verdadera esencia de Gran Canaria.

Rodeado de bananeras que alimentan de plátanos a toda España, el Jardín de la marquesa de Arucas nos envuelve en su aroma dulzón y aterciopelado, que nos devuelve a tiempos pasados.