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Lo mejor del Camino Francés en Navarra, tierra jacobea por excelencia

Alto del Perdón en el Camino Francés por Navarra

Los Pirineos son una barrera natural inmensa, una frontera a la que se llevan enfrentando personas desde hace milenios. Peregrinos europeos en su búsqueda de Compostela no se libraban de este reto. Una gran mayoría asumían la cadena montañosa por Somport o por la variante que culminaba en Roncesvalles. El hecho es que de una forma u otra, el entorno navarro se alzó como sinónimo del principio de la ruta jacobea. Los Caminos de Santiago por Navarra son variados, hay multitud, pero el Francés es sin duda el más famoso. Por eso merece una atención especial.

Una salida inmejorable por Roncesvalles

Da igual que se llegue desde Saint Jean Pied de Port o que se tome como punto inicial, Roncesvalles es el mejor lugar para sumergirse en lo jacobeo. Entrar en su albergue, heredero de las estancias que desde hace siglos acogen a peregrinos, suele servir para desconectar de la vida que aguarda fuera del Camino de Santiago. En la Real Colegiata, el principal atractivo de Orreaga, sobresale el estilo gótico de su primera época y el barroco de las principales reformas posteriores. Allí descansa el rey que la promovió, precisamente como lugar de reposo eterno, Sancho VII de Navarra.

Colegiata de Roncesvalles
Colegiata de Roncesvalles. | Shutterstock

El topónimo de Roncesvalles se corresponde también a una batalla que con el tiempo ha adquirido un carácter mítico. Acaecida en el siglo VIII, en ella pereció el mejor hombre de Carlomagno, Roldán. Valcarlos y su collado, uno de los lugares propuestos como punto de la contienda, son zona de paso jacobea cuando la vía principal, la ruta de Napoleón. En Orreaga un monumento recuerda la liza en la que los vascones masacraron por sorpresa al ejército franco mientras volvía a lo que hoy es Francia. Como se ve, el inicio no puede ser más histórico.

Una ciudad de fama mundial

Tras pasar puentes y pueblos tan bonitos como Zubiri y Larrasoaña, Pamplona es la siguiente parada. Es sobre todo conocida por un fenómeno mundial, los Sanfermines. Cuando estos tienen lugar, cada mes de julio, la ciudad se torna imposible para el peregrino y se cierran los albergues, algo que se debe tener en cuenta. En todo caso, la capital navarra es una maravilla y uno de los mayores puntales del Camino Francés.

Vista aérea de la ciudadela de Pamplona
Vista aérea de la ciudadela de Pamplona. | Shutterstock

En caso de pernoctar, hay muchos atractivos que visitar. Su ciudadela, cercenada por los planes de urbanismo modernos, sirve como epicentro real de la urbe. Según la época del año, sus zonas de hierba sirven para echar la siesta. La gastronomía es también excelsa, bien se vaya a un restaurante a comer como Dios manda o se tire de pintxo-pote. Su catedral, el recorrido de los encierros, cafés como el Iruña y su ambiente universitario completan una parada de primera.

El ascenso al Perdón y el puente más famoso del Camino

Tras Pamplona toca asumir el primer ascenso notable para quienes partieron de Orreaga, un paseo para los provenientes de Saint Jean. Se trata del Alto del Perdón, en la sierra homónima. Lo cierto es que es peor la bajada, repleta de cantos, que la subida. Sea como fuere, la postal que deja la obra escultórica que aguarda en lo alto es una de las más fotografiadas de todas las vías jacobeas. La componen siluetas de distintos tipos de peregrinos que se recortan sobre el horizonte.

Alto del Perdón en el Camino Francés por Navarra
Alto del Perdón. | Shutterstock

Gares o Puente de la Reina es otro hito del Camino de Santiago por Navarra, ya que es el paso sobre un río más famoso del inicio de la ruta más recorrida. Tiene una leyenda asociada y deja fotos increíbles. Su casco urbano, aunque pequeño, resulta encantador y ofrece multitud de lugares donde llenar el estómago. Asimismo, su albergue de los Padres Reparadores es todo un clásico. Cabe mencionar que este pueblo es donde se suelen encontrar los peregrinos del Aragonés y el Francés, aunque en realidad ambas vías se reúnan un poco antes.

Estella y Montejurra

También llamada Lizarra, posee una combinación muy certera de lo que se ve en el sector navarro del Camino Francés: templos espectaculares, un puente bonito, buenas cafeterías o restaurantes… Siempre asociada a las Guerras Carlistas, el paso de la historia es otro de los atractivos de Estella. También, por supuesto, el fenómeno vitícola. Alrededor de la localidad se ven multitud de viñas de las que salen caldos de la D.O. Vinos de Navarra. Precisamente la bodega comparte nombre con el monasterio de Irache, por el que pasa una variante de la ruta, es famosa por haber dispuesto una fuente que da vino.

Río Ega junto al municipio de Estella, Navarra
Río Ega junto al municipio de Estella, Navarra. | Shutterstock

Saliendo de Estella se puede tomar una variante del Camino que pasa por Montejurra. Como parte desde antes de Lizarra, permite incluso pasar por alto la localidad. Sin embargo, lo habitual si se prefiere esta alternativa al trazado habitual es hacer noche en el pueblo, pasar por Irache y desviarse por verdes caminos serranos, lo que supone conocer Luquin/Lukin y sus casas nobiliarias.

Una iglesia única y un pueblo de frontera como despedida de Navarra

Tras Estella y la siempre amable Arcos queda el siguiente hito del Francés navarro. Se trata de la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río. El paisaje se muestra más castellanizado que en los kilómetros previos y parece que el terreno se tuesta un tanto. El citado templo posee una planta octogonal y tiene su leyenda. Se ha comentado que podía tener un origen templario aunque no hay ninguna prueba que sostenga la teoría. Sí que es probable que la Orden del Santo Sepulcro estuviera involucrada en su construcción, ya que recuerda al edificio religioso de Jerusalén asociado a estos caballeros. Lo que es seguro es su parecido con Santa María de Eunate, por la que pasa el Camino Aragonés.

Iglesia de Santa María de Viana
Iglesia de Santa María de Viana. | Shutterstock

Finalmente queda Viana, que mira de frente a Logroño. Esta plaza fuerte estuvo largamente enfrentada a su vecina debido a los conflictos entre Navarra y Castilla. Eso sí, los peregrinos siempre tuvieron en ambas una parada segura. Esta ciudad da nombre al título de los herederos del reino navarr. Es archiconocida por ser el lugar en que pereció César Borgia. El noble italiano de orígenes aragoneses cayó llevado por su ímpetu, en una trampa. Allí sigue su tumba. Sin duda, una forma de lo más épica de terminar este repaso.

Artículo realizado en colaboración con Turismo de Navarra.