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Democracia medieval a la vizcaína

democracia medieval a la vizcaina

Unos de los mejores ejemplos de democracia medieval se dio en el País Vasco en general y Vizcaya en particular. Producto de que estos territorios se vieron severamente afectados por las luchas entre bandos de caballeros que se produjeron por toda Europa entre los siglos XIII y XV. Sus nobles se agrupaban en dos grandes partidos o bandos, los oñacinos (procedentes originariamente de Guipúzcoa) y los gamboinos (inicialmente de raíces alavesas), que fueron atrayendo a prácticamente todas las familias guerreras de los tres territorios vascos.

La situación cambió cuando el rey Enrique IV de Castilla ordenó desmochar (quitar las defensas) de las torres de las familias más significadas y desterrar a muchos parientes mayores (los cabeza de los principales linajes) a la frontera de Granada. El Rey llevó a cabo su proyecto porque contaba con el apoyo de los habitantes de las poblaciones, especialmente de los burgueses, que organizaron hermandades de autodefensa y reivindicaron los usos tradicionales de toma de decisión; esto dio lugar a un sistema de gobierno asimilable a una democracia medieval.

enrique iv de castilla
Enrique IV de Castilla

El Corregidor —el representante del Señor de Vizcaya— título que recaía en el rey de Castilla desde 1379, tenía el máximo poder ejecutivo en el territorio, formando parte con otras instituciones del sistema foral. Aquella emergente democracia medieval consistía en que periódicamente, o cuando había temas urgentes que tratar, convocaba a los representantes de los pueblos para que acudieran a Juntas. En cada localidad todos los cabeza de familia que gobernaban una casa y pagaban tributos acudían al son de la campana de su iglesia a un ayuntamiento o juntamiento que por aquella época solía celebrarse en la anteiglesia —el porche o arcos de entrada— de su parroquia. Reunidos todos, votaban el nombre de la persona que iba a ejercer de apoderado de la localidad en la próxima Junta. En principio, cualquiera podía ser elegido en esta democracia pero, en la práctica solo se elegía a quienes hablaban bien el castellano —lengua en la que se realizaban las deliberaciones en Juntas—. La elección era importante ya que en las Juntas se decidían los asuntos económicos, administrativos y militares de Vizcaya. Por una parte, se establecía la cuantía de las cargas que las localidades debían de sufragar (dinero, armas, soldados, navíos …) y, por otra, el reparto de dichas cargas entre las localidades. Otro rasgo de esta democracia medieval era nombrar a los dos “diputados” —los ejecutivos que debían de llevar a cabo lo que la Junta decidiera— así como a sus cuatro suplentes, a dos escribanos que se ocuparían de la redacción de las actas y documentos, y a dos consultores letrados que les asesorarían.

Las Juntas se venían celebrando en la localidad de Guernica desde tiempo inmemorial. El corregidor solía inaugurarlas bajo un roble de esa localidad, donde recogía los poderes que los vecinos le habían dado a cada juntero.

Democracia medieval a la vizcaína
Casa de Juntas de Gernika

Las reuniones de esta emergente democracia medieval se fueron celebrando hasta bajo el roble o en alguna iglesia; Desde la inauguración en 1418 de la iglesia de Santa María la Antigua todos los participantes se dirigían a esta iglesia para asistir a una misa. A continuación se hacía la primera reunión en la que se llamaba a los procuradores por el nombre de las anteiglesias que representaban. A partir de 1833 en la Casa de Juntas construida para celebrar más cómodamente las reuniones.

Las reuniones de las Juntas podían durar unos quince días o incluso más, pues no había forma de ponerse de acuerdo. Así se le pagaba al vecino elegido un dinero por su trabajo de apoderado y por sus gastos de estancia (a menudo incluso se le encargaba ropa, para que representara a la localidad con dignidad). Los vecinos daban al juntero unas instrucciones sobre cómo actuar en su nombre: argumentos para pagar menos, sentido de las votaciones… En los frecuentes periodos de crisis económica no era raro que algunas anteiglesias fueran incapaces de reunir el dinero suficiente para enviar su propio representante a juntas por lo que solían acordar una unión con otra localidad vecina para enviar un procurador en nombre de las dos localidades.

Desde el siglo XVII, para equilibrar fuerzas entre las distintas tendencias del Señorío y evitar conflictos, las localidades de Vizcaya se agruparon en dos “parcialidades” con reminiscencias históricas y casi igual número de miembros. En 1854 había cincuenta siete poblaciones de Vizcaya denominadas “gamboinas” —los habitantes habían sido mayoritariamente de esta tendencia hasta el siglo XVI— y a cincuenta y ocho “oñacinas”. Para evitar que alguien se perpetuase en el poder y que todos contribuyeran al gobierno, los nombramientos eran ocupados rotatoriamente -un año cada uno- por los representantes de las poblaciones adscritas a cada bando. El sistema de elección de estos cargos era por insaculación

Divididos los pueblos en las mencionadas “parcialidades”, se le entregaba al apoderado de cada pueblo un caracol de plata y un papel en el que estaba escrito el nombre de su pueblo, metiéndose esta papeleta dentro del caracol. Se metían los 58 caracoles del bando oñacino en una urna y un niño iba sacando caracoles, cuyos apoderados iban quedando seleccionados como “electores”. El proceso se repetía con las caracolas del bando gamboino hasta que estaban seleccionados sus electores. Una Real Provisión de los Reyes Católicos, de 18 de febrero de 1500, reconoció la antigua costumbre de que los vizcaínos se reunieran bajo el árbol de Guernica para celebrar cada dos años.

Democracia medieval a la vizcaína

La provisión funcionó bien, confirmándose en 1510 y, de nuevo, en 1512. El sistema foral en el que se concretó aquella democracia medieval continuaría funcionando, con algunos cambios, hasta 1854. Las reuniones de Juntas continúan hoy en día, con un funcionamiento similar a las diputaciones permanentes de una provincia.

Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustración de Ximena Maier